Soluciones sustentables al alcance de la mano. Un ingenioso aparato nos permite producir de manera higiénica y eficiente nuestro propio compost para utilizar en el jardín, la huerta y las macetas. De paso contribuimos a disminuir el volumen de los basurales y, por ende, el calentamiento global.
Por Adriana Sayavedra
Heidi Seltzer es una joven emprendedora recibida hace poco más de un año de ingeniera en Recursos Naturales Renovables en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo. Preocupada por el medio ambiente, de inmediato pasó de la teoría a la práctica, al aplicar lo aprendido en un método de reciclado de residuos familiares beneficioso tanto desde lo individual como desde lo colectivo.
Así fue que, con el aporte de su hermano ingeniero químico, se lanzó al diseño y fabricación de composteras familiares -y, por qué no, comerciales-. “Estoy segura de que entre todos podemos lograr un desarrollo más sustentable”, asegura Heidi en su página de facebook. Y continúa: “Mi empresa tiene como misión desarrollar productos que hagan más fácil una elección de vida responsable y activa con el medio ambiente.
La idea le surgió en sus viajes de especialización por Europa. Es que recién recibida, Heidi viajó becada a Francia y luego a Suiza a capacitarse en el tratamiento de los residuos.
Durante su estadía en el Viejo Continente, a Heidi le llamó la atención el manejo que la gente y los municipios hacen de los residuos, especialmente de los orgánicos, “algo que acá no existe, más allá de los proyectos de clasificación que hoy están funcionando, como el caso de Puntos Verdes. Es lamentable que se desperdicien los residuos orgánicos que cada familia produce. La gente debería encargarse de esto por sí misma ya que no sólo lo puede reutilizar para abonar el jardín o las macetas, sino que contribuye a disminuir el uso del camión recolector que debe trasladar la basura que sacamos, consumiendo más combustible”, fundamenta Heidi su proyecto.
Y cuenta que, según constató en su experiencia europea, “allí la mayoría de las familias tienen dos basureros separados: uno para los residuos orgánicos crudos -que son los que se van a compostar- y otro para todo lo demás que se desecha. Luego arrojan sus residuos orgánicos a su propia compostera”.
Heidi, la joven emprendedora.
La acción estatal: Según relata Heidi, en Europa la concientización se baja desde el sector público. “Los municipios aplican diferentes iniciativas según la idiosincrasia del lugar, por lo que la logística cambia en cada organismo: algunos cobran la recolección de la basura no clasificada, otros pagan al vecino por los residuos clasificados con el mismo concepto que acá te devuelven el dinero del envase cuando compramos una cerveza”.
Peor que el dióxido de carbono: “Concientizarse sobre el reciclado de nuestros desechos es un gran aporte ambiental porque la mitad de los residuos que generamos son orgánicos. Los basurales a cielo abierto, al no descomponerse aeróbicamente, porque la basura se amontona y compacta, generan mucho gas metano. Este gas genera cuatro veces más calentamiento climático que el dióxido de carbono. Si la gente se acostumbrara a reciclar sus residuos orgánicos –utilizándolo para producir su propio compost- también se reduciría el volumen de los basurales a la mitad”.
¿Qué es? La compostera creada por Heidi es un prisma hexagonal de chapa galvanizada, con aireación lateral y dividida en dos compartimientos, cada uno con su tapa y manija, pintados por dentro con una mano de primer y otra de epoxi, para una mayor durabilidad. Los dos compartimientos son para ir utilizando uno, mientras se completa el otro. “El tema es que el compost debe descansar para ser efectivo. Entonces mientras uno se hace, se va usando el otro”. Viene en dos modelos: uno más grande, de 230 litros de capacidad, como para una familia de cuatro personas o más; y otro más chico de 130 litros.
Cómo funciona: Se arrojan en uno de los compartimientos los deshechos crudos de la cocina y a continuación se gira la compostera. Esto es importante para asegurar el ingreso de oxigeno, ya que los microorganismos que “producen” el compost son aeróbicos. De esta manera, se evitan malos olores, y se acelera el proceso. En tres o cuatro meses el resultado será un material similar a la tierra negra y rica en nutrientes, con olor justamente a tierra nutritiva. Nuestro abono orgánico está listo para usar.
Cómo se adquiere: Hasta ahora Heidi comercializa su producto en ferias ecológicas y a través de Internet. Para contactarse: sel.heidi@gmail.com; en FB: Heidi Seltzer En Mercado libre y en la página de Soluciones sustentables: compostmdz
Qué es el compost: Se trata de un abono orgánico que sirve para mejorar la calidad del suelo y de los productos obtenidos, por eso es tan beneficioso para la tierra del jardín y de cultivo. Es el resultado de la acción microbiana -bacterias y hongos- sobre los residuos orgánicos.
“La mezcla ideal para lograr un buen compost es mitad de residuos crudos de la cocina –no los cocidos porque generan podredumbre-, como frutas, verduras, hojas verdes, café, te, mate, ricos en nitrógeno; y la otra mitad, material seco del jardín: hojas secas, aserrín, papel, astillas cartón, paja, que aportan el carbono necesario. Así se alcanza una adecuada relación carbono/nitrógeno. También es bueno agregar cada tanto las cenizas de la chimenea o de la churrasquera para compensar la acidificación.
Se realiza así un proceso aeróbico que no se fermenta ni produce malos olores y que genera dióxido de carbono al igual que los humanos”. Heidi aconseja combinarlo con un poco de tierra común tanto en el jardín, como en la huerta y las macetas.
Qué compostar
Secos: Hojas secas, Césped deshidratado, Flores marchitas, Ramas pequeñas y blandas, Aserrín, Servilletas y pañuelos de papel
Húmedos: Restos de frutas y verduras, Residuos y filtros de café, Yerba mate usada, Bolsas de té, Césped fresco, Bosta fresca
Evitar: Carne, Pescado, Salsas, Huesos, Aceites y grasas, Excremento de mascotas, Productos higiénicos, Revistas ilustradas, Malezas, Plantas con enfermedades