Nació en Palermo, Buenos Aires, un 29 de agosto de 1938. Alguna vez escribió sobre su lugar natal: “Había en mi niñez una pared para cada madreselva, un definido lugar para el perfume en la calle de piedras…”
Por Ester Vida, Coordinadora del grupo literario “La Trampa” – Junio 2020
Siempre comentó que vivía muy cerca de Jorge Luis Borges. Fue una niña curiosa, intrépida, llena de anécdotas para contar. Capaz de rememorar a sus abuelas y sus consejos. Su padre, gendarme, viajaba por distintos lugares del país. Yuyi compartió su niñez con dos hermanos, Alicia y Darío. Ya en Mendoza, estudió, se recibió de maestra y ejerció en la escuela Teresa O’Connor y luego en la Escuela Comandante Torres de Ciudad de Luján. Sembrando enseñanzas, recuerdos, emociones, siempre dispuesta a hacer reír, a escuchar, a escribir, a contar.
Estas palabras de unas colegas de “la Yuyi”, Petty y Susana, nos dicen mucho:
“Se fue la Yuyi pero, los personajes como la Yuyi ¿se van realmente? ¿Cómo se va a ir esa esposa, más “compinche” que esposa del queridísimo Carlos? Esa madre y esa abuela tan original. Ese ser humano que tenía la capacidad de convertir sus tragedias en un sainete. Esa maestra que sentaba sobre sus rodillas al pequeño de primer grado que no quería escribir. Esa “seño” inolvidable que logró que los niños se divirtieran en sus clases. Esa guía de los talleres más productivos y simpáticos que los lujaninos disfrutaron durante muchos años. Esa compañera de trabajo irremplazable. Esa docente luchadora, que aún mojada con agua azulada y llorando, podía burlarse de su aspecto. Esa escritora genial. Esa incansable soñadora de un mundo mejor. Esa mujer extraordinaria y feliz, que es nuestra amiga, se irá cuando en este mundo se termine la ternura, la risa y la alegría. Hasta que nos volvamos a encontrar, hermana del corazón”.
Su trayectoria en las letras la llevó a ser distinguida en el país y en el extranjero, recibiendo más de 40 premios por su labor poética. Su producción también como autora de libretos y guiones vendimiales de Luján y Jurado provincial de libretos y certámenes literarios. Publicó varios libros de poemas, participó en antologías con otros autores, poetas y narradores, dejándonos esta valiosa herencia de bellas palabras y esmerados versos, para seguir disfrutando su creación.
La charla con Yuyi se convertía en un placer por su generosidad para hablar, con su alma maestra, sus saberes, una animadora especial como Coordinadora del Grupo Literario “La Trampa”, cuya trayectoria de más de 28 años, ofreciendo su casa y su palabra poética, como así también su alegría en la risa franca.
El camino que ha recorrido en sus 81 años de vida fue entre poemas, perfección en la palabra y enseñar a sonreír con el otro. El arte de escribir es saber sacar de la vida las mejores páginas para contarlas. En ese legado están sus hijos Analía y Alejandro, con Juan y María Amalia y sus cinco nietos.
Yuyi se dejó inspirar por el acontecimiento, por la vida, por el amor y su familia, y lo fue transmitiendo por todos los senderos.
Despedir a una amiga no es fácil, porque los ojos se inundan de lágrimas y las emociones se tiñen de recuerdos. Ese 4 de junio le escribí: “Hoy has partido a reencontrarte con los tuyos, aquellos que viajaron antes, pero nos dejás tu sonrisa y cariño, tus pícaras respuestas y esa imagen de mujer profunda y emprendedora. Un abrazo del alma…hasta siempre…
Uno de sus poemas, del libro “Así decimos” (1988)
La palabra
Y todavía
queda la palabra:
susurro
grito
redoble
tañido de campanas;
cáliz ritual
retrocedido,
liberta y libertaria.
Incontrolable manantial precipitado
que albergo en la garganta.
todavía hoy
monodiando su inescrutable migración
queda
la palabra.
Lía Ruth Truglio Farina