Escaso sobre todo en una zona desértica como la provincia, el recurso hídrico ha sido un elemento ordenador del poblamiento y la urbanización a lo largo de los años, y su administración es determinante para la actual organización territorial.
Por Natalia Luis, Dra. en Historia*
Antiguamente, las acequias eran utilizadas tanto para consumo humano como para riego y la eliminación de desechos, siendo entonces un posible foco de infección. A fines del siglo XIX los médicos higienistas recomendaron realizar obras de infraestructura y hubo un esfuerzo por independizar los sistemas.
En 1876 se realizaron los primeros trabajos sistemáticos en cuanto a la provisión de agua potable efectivizando las primeras conexiones domiciliarias en la Ciudad Nueva, con centro en la plaza Independencia. Años después, en 1885, se amplió la red, aunque continuó siendo muy escasa (prioritariamente dotando de agua a edificios públicos). Durante el azote de la epidemia de Cólera (años 1886/7), aproximadamente el 95% de la población urbana debía proveerse de surtidores públicos.
Durante los primeros años del siglo XX continuó la escasez de líquido potable. En efecto, en 1914 había sólo un total de 3981 conexiones domiciliarias en la provincia y por ello, la mayor parte de la población se continuó abasteciendo de agua de surtidores públicos, lo cual generaba largas esperas y traslado hacia el lugar de expendio. Por esta razón, siguió siendo habitual proveerse de agua de las acequias para el consumo diario.
Luján de Cuyo, departamento prioritario para la economía provincial por ser uno de los centros agro-productores, fue uno de los primeros que gozó del servicio. El mapa de 1908 ilustra el recorrido que proveía agua potable a las cercanías de la Plaza General San Martín, centro urbano del departamento.
Ahora bien, cuando se lograba la extensión del servicio de agua potable, tanto en Luján como en los otros departamentos, éste llegaba solamente hasta la capital, quedando de esa forma relegadas muchas zonas que continuaron proveyéndose de los canales o acequias en las que circulaba agua de riego, y de los surtidores públicos. Incluso hasta la década de 1960 en varios sitios se consumía agua de riego que era filtrada en tinajas de piedra. Algunos de los surtidores públicos que se utilizaban se pueden observar actualmente en Chacras -en las calles Mitre y Viamonte-.
*Grupo Historia y Conservación Patrimonial, Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales -INCIHUSA, CONICET