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Reflexiones: La lucha contra el olvido

Compartimos algunas palabras de la escritora e historiadora Norma Acordinaro Gil, autora entre otras obras, de “Del otro lado del río” y “La lucha contra el olvido”.

A continuación, una reflexión para exigir derechos igualitarios de acuerdo a la capacidad y no quedar en desventaja por el hecho de ser mujer. Tampoco se trata de una actitud de enfrentamiento: se puede cambiar lo que por costumbrismo se consintió. Para que esta lucha llegue a buen puerto, tengamos en cuenta reclamar derechos y no venganzas por un pasado que ya no se puede revertir. Inútil sería hoy malgastar energías. Nuestros pasos van hacia adelante, donde está el futuro y la esperanza, sosteniendo en alto el amor, la tolerancia y la mano tendida hacia todas y todos, sin discriminación.

Ya demasiadas víctimas han quedado en el camino desde las intrépidas que se animaron a exigir derechos y el primer golpe fue la calumnia y la discriminación. En el campo laboral despidos, hambre, maltrato, detencio- En el Mes de la Mujer compartimos algunas palabras de la escritora e historiadora Norma Acordinaro Gil, autora entre otras obras, de “Del otro lado del río” y “La lucha contra el olvido”. Reflexiones La lucha contra el olvido El efecto mariposa nes, cárcel y asesinatos. Leyes inconsultas regían los destinos de la mujer, derechos amordazados y aceptados como mandato divino. Lentos han sido los cambios, al paso de la tortuga; mucho se ha logrado en los aspectos legales, queda arrancar hábitos regidos por la tradición, lo que no significa dañar a la familia, sino darle a la mujer derechos que le fueron negados por falsos prejuicios insertados en la sociedad.

Dirigir empresas, ocupar cargos políticos y otros, eran espacios exclusivos de varones, los que también armaron la guerra y gravaron en las mentes que el mayor honor era aportar hijos a la patria. Hoy, que a las mujeres ya no nos venden “espejitos de colores”, respondemos. Desde 1810 los sistemas de gobierno fueron fracaso tras fracaso y las guerras civiles y otras, por incorporación forzosa, consumieron hombres a lo largo del siglo. Fueron las mujeres arrastrando su dolor las que desempeñaron los trabajos más rudos para mantener hijos y padres ancianos. En vano buscamos comentarios sobre el aporte de la mujer: no se la tuvo en cuenta. En el sistema educativo se tendió a elogiar las batallas, no nos dijeron “qué valientes las mujeres pacifistas”, que armaron movimientos para defender los derechos de los hijos que habían gestado en su vientre y otros decidían que fueran carne de cañón. Basta ya de aguantar y conformarse con la gastada frase: “Y… ¿qué se le va a hacer? Las mujeres nacimos para sufrir”. YA NO MÁS.

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