Categoría | Tendencias

Árboles en peligro, por Gabriel Gallar

Recuerdo que cuando asistí a la escuela primaria, hace ya muchos años, la maestra nos hacía leer del manual hermosos textos ilustrados sobre el árbol. Luego nos explicaba todas las utilidades y beneficios que aportan los árboles. En el patio del colegio había unos cuántos ejemplares, algunos ya bien desarrollados y otros más pequeños. La profesora de dibujo, cuando llegaba su hora, nos llevaba al patio y nos hacía sentar en el suelo a la sombra de algún ejemplar frondoso. Nos comentaba un poco sobre lo que debíamos observar: la rugosidad del tronco, la forma de la copa, el color de sus hojas…y luego a dibujar nuestro árbol.

En el barrio donde pasé mi infancia había árboles en todas las cuadras. Y claro, como todo niño aprendimos a treparnos en ellos. Y por qué no soñar con construir una casita, o un escondite sobre ellos. Hasta en los baldíos había plantas donde buscaban amparo los pocos linyeras que eran una especie rara de vecinos. En verano el agua que corría abundante por las acequias alcanzaba no sólo para regar a cada planta sino también para aplacar el polvo de las calles que eran de tierra. Luego, ya un poco mayores, aprendimos otros conceptos como la ecología, los ecosistemas, los biomas…Aprendimos que los vegetales, hasta los más pequeños, son la base de toda cadena alimentaria. Que gracias a la clorofila y la fotosíntesis las plantas nos regalan el oxígeno que respiramos. Por esto que cuento y otras razones siempre consideré al árbol como un amigo al que debo mucho y tengo que proteger.

Los turistas que visitan nuestra provincia se asombran por el arbolado público y por las acequias. Este sistema hídrico mendocino de canales y acequias tiene su origen en la cultura huarpe preexistente a la llegada de los conquistadores españoles. Pocos extranjeros pueden entender que Mendoza, siendo un desierto tenga tanto arbolado. Los fundadores de nuestra ciudad y de los pueblos decidieron implantar árboles, conscientes de todos los beneficios que brindan. En 1907, Mendoza se convirtió en la primera provincia en sancionar una ley que instituye la Fiesta del Árbol. Más tarde, en 1934 dispuso que la festividad fuera el 15 de agosto. Deberíamos sentir mucho orgullo de habitar en este oasis. Costó mucho esfuerzo y sacrificio a las generaciones que nos precedieron. Y sobre todo deberíamos continuar con su ejemplo y perseverancia. Los árboles no se desarrollan de un día para el otro. Necesitan cuidados y protección, que es muy poco a cambio de lo ellos nos regalan.

Hoy en Chacras de Coria, asistimos casi con indiferencia al avance del cemento y la urbanización. Desde hace más de 30 años se comenzó con la erradicación de parcelas de viñedos para construir barrios privados. ¿Progreso? Luego con la erradicación de forestales urbanos para ensanchar calles. Hay que dar lugar a los automóviles y asfaltar las calles para que transiten a mayor velocidad. ¿Progreso? Ya casi no quedan sitios vacíos donde algún emprendimiento inmobiliario no ponga sus intereses económicos por sobre los del medio ambiente. Rara vez vemos correr agua por las acequias. El pedemonte perdió su flora autóctona y con ello su natural ecosistema. Cada día observamos menos pájaros, que antes fueron dueños de los árboles. Abundan las cotorras dañinas que fueron corridas de su hábitat natural. La temperatura media anual sigue aumentando. Tenemos menos agua y más cemento. ¿Hasta cuándo seguiremos así? A nadie parece importarle que estamos escupiendo al cielo.

Deje su comentario