Este concepto hace referencia a la noción de “extrema sensibilidad a las condiciones iniciales de un sistema” dentro del marco de la teoría del caos. Se refiere a la forma en que, en infinitos procesos de la vida y de la naturaleza, pequeños o ínfimos cambios pueden provocar en el tiempo transformaciones dramáticas o imprevisibles.
Por Alberto Montbrun
Dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema natural o humano, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas totalmente diferentes. Así, una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande. Consecuencia de este efecto es el abandono de la idea determinista de una naturaleza mecánica. La naturaleza no se asemeja al modelo de un reloj, previsible y determinado, sino que existe un orden aparentemente aleatorio en los acontecimientos, que incapacita al hombre y su saber científico a predecir y controlar la realidad.
Las bases empíricas de la teoría de caos y del efecto mariposa fueron descubiertas por primera vez en 1963, en el MIT, por el meteorólogo Edward Lorenz. Pero con la creatividad propia de los genios habían sido adelantadas por Ray Bradbury en su cuento “El sonido del trueno” de 1952. La interrelación de causa-efecto se da en todos los eventos de la vida. Un pequeño cambio puede generar grandes resultados. Poética o metafóricamente hablando se dice que “El aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York”.
La consecuencia práctica del efecto mariposa es que en sistemas complejos tales como el estado del tiempo o la bolsa de valores y ni hablar de la política es muy difícil predecir con seguridad en un mediano rango de tiempo qué va a suceder. Típicamente un cigarrillo mal apagado puede provocar el incendio de un bosque y la muerte de personas y animales. Un descuido mínimo en la revisión de un motor puede provocar un grave accidente. Una disputa menor entre dos líderes puede acarrear en el tiempo la división de un partido político.
Hablando de política, los efectos mariposa son abundantes. A veces, la renuncia de un funcionario puede acarrear el abandono de toda una política sostenida durante mucho tiempo y su cambio por otra totalmente distinta. Un pequeño cambio en el sistema electoral puede implicar la aparición o desaparición de partidos o liderazgos trascendentes. De nuevo, todas estas situaciones desafían cualquier posible consideración del poder como un factor lineal y externo, analizable de manera independiente de cada situación concreta en la que se desea operar determinadas conductas a partir de decisiones políticas.
A fines del 2002, el gobernador de Cordoba José Manuel de la Sota le dijo al Presidente Duhalde que no quería arriesgarse a una candidatura presidencial. Pocos días después el gobernador de Santa Fe Carlos Reutemann alegó que “vio algo que no le gustó” y también rechazó una posible candidatura a presidente. Duhalde se resignó a impulsar a Néstor Kirchner como única opción para enfrentar a Menem y a pesar de salir segundo en la primera vuelta el gobernador de Santa Cruz terminó inaugurando una dinastía política que aún persiste.
A comienzos de 2019 Cristina viendo en las encuestas que no podía superar el 30% de los votos se hace una sola pregunta: ¿cómo atraer a Sergio Massa a una alianza para llegar a las elecciones con el peronismo unido? Sólo había una respuesta: el nada querido Alberto Fernández que fue en 2013, 2015 y 2017 el gran armador de Massa. Ahora es presidente de la república.
Pero hay otros casos históricos de efecto mariposa en Argentina. Menciono sólo uno: en octubre de 1945 Juan Domingo Perón fue depuesto de sus cargos por un golpe palaciego organizado por varios generales. Farrell le permitió usar la radio para despedirse de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Su discurso encendió los ánimos y preparó la llegada, días después, del histórico 17 de octubre. Muchos historiadores coinciden en que el impacto del mensaje radial multiplicó los apoyos al líder emergente. Así la historia combina azar e impredictibilidad con previsión pero si los líderes no están preparados para las sorpresas la pueden pasar muy mal.