En el marco de la ya tradicional Feriagro se realizó el festejo vendimial departamental, donde las 15 representantes de cada uno de los distritos buscaban la ansiada corona. Por primera vez Cacheuta corona a una reina.
Por Gabriel Gallar
Acompañó una noche espléndida que cobijó cerca de 20 mil personas, sin dudas una de las más populosas de todas las fiestas departamentales que se festejan en la provincia.
En la parte protocolar, hubo un cambio positivo. Los locutores cuando invitaban al escenario a cada una de las candidatas sólo decía su nombre y edad. Como recordaremos antes se incluían sus estudios, estatura, color de ojos, deportes que practicaba, la música de su gusto, sus hobbies, etc.
Una vez concluida con la parte protocolar comenzó el festejo propiamente dicho. Esta vez la celebración fue bautizada como “Luján en 4 Historias. Capítulo I: Origen de Sueños, Destino de Grandeza.
La fiesta representó la historia de la vendimia lujanina contada en 4 temporadas. En una primera instancia, a través del gran archivo y memoria del departamento que contiene la recientemente creada Usina Municipal de Arte.
El espectáculo, con dirección musical de Juan Pablo Moltisanti y guión y dirección de Nini Fajardo Céspedes, se desarrolló sin altibajos durante 90 minutos aproximadamente.
El libreto fue sencillo, apoyado en imágenes de archivo de la Casa Municipal, ubicada frente a la plaza departamental. La intención artística no fue rebuscada. Un sentido relato fue el hilo conductor fácil de seguir e interpretar. Nunca se recurrió a frases altisonantes ni a un meloso lenguaje poético. Consideramos a esto un verdadero logro ya que el heterogéneo público pudo captar y comprender la esencia del mensaje. No toda obra artística tiene que ser rebuscada, lo importante es que su mensaje sea claro y a la vez hermoso.
Por otra parte, este guion tampoco recurrió a estereotipos mil veces usados y bien conocidos por el público. Se obviaron cuadros de aborígenes sometidos brutalmente por los españoles. Tampoco estuvieron presente todas las angustias que padece el viñatero como la helada, el granizo o el viento zonda.
Sin embargo, hubo un logrado cuadro que relató un hecho que, tal vez, los más jóvenes del público no captaron en su real dimensión. Una bella canción sirve de guía para comprender lo trágico y dramático que sucedió en la segunda mitad del siglo XIX. A raíz de una profunda crisis económica nacional, allá por la década del cuarenta, el precio del vino se destruyó. No valía nada. Los bodegueros decidieron tirar el vino (fruto deseado de toda vendimia) y literalmente lo hicieron. Botaron todo el vino elaborado en acequias, surcos, canales… Se perdió un año de esperanzas y sobre todo de arduo trabajo. Los que somos sexagenarios hemos recibido múltiples relatos de este suceso de parte de nuestros mayores, que realmente conmovidos contaban que, en Maipú, Guaymallén y también en Luján de Cuyo el vino corría por las acequias dejando el paisaje perfumado por el típico olor propio de las bodegas.
El espectáculo, lo reiteramos fue muy bueno. No faltaron los cuadros fundamentales de toda fiesta. La Virgen de la Carrodilla, que es importante en toda la provincia, pero singularmente en Luján de Cuyo. El público siempre la recibe de pie y con mucho respeto. Luego la cosecha, el fin de la cosecha con su tradicional y merecido asado, que generalmente lo paga el patrón.
La música en vivo no tuvo errores. Pocos músicos, pero ajustados y sin ningún problema de sonido. Lo mis vale para los cantantes que verdaderamente se lucieron.
Tal vez no era necesario dedicar un cuadro a Buenos Aires y al tango, que poco tienen de vendimia. En cambio, sí estuvieron acertados los correspondientes a España e Italia con dos canciones bellísimas.
Para concluir se eligió un popurrí de temas ‘modernos’ aunque no tanto, como La Balsa y el extraño de pelo largo. La gente terminó animada y contenta.
El telón de fondo nos anunció un enigmático: “Continuará…” Fin