Mendoza transita el período más largo de sequía (en 110 años)

No son exagerados los constantes recordatorios vinculados a la problemática del agua en Mendoza, para tomar conciencia  como ciudadanos de la escasez que sufre la provincia.

Por Andrea Mas

El último informe del Servicio Mundial de Monitoreo de Glaciares indica que las tasas actuales de adelgazamiento de los glaciares a nivel global no tienen precedentes en el último siglo. Tanto es así que por ejemplo, entre los años 2000 y 2018 los grandes glaciares de la Patagonia -como Viedma, Upsala, Perito Moreno-, perdieron un promedio de 70 cm. de espesor de hielo por año, totalizando un adelgazamiento de casi 14 metros. En esa región del sur del país, el retroceso de los glaciares es impulsado en gran parte por el aumento de las temperaturas durante las últimas décadas.

En el caso de Mendoza, el proceso de calentamiento reciente estuvo acompañado por una disminución marcada de la nieve que se acumula en invierno en la Cordillera, lo que ha originado una sequía de magnitud y duración sin antecedentes en el registro histórico. Los impactos de esta sequía, que comenzó en 2010 y se mantiene hasta la actualidad, han sido tan prolongados y evidentes que dieron origen a la llamada “Crisis Hídrica”, que aún transitamos.

En los Andes Centrales de Chile, este largo período de escasez de nieve fue bautizado con el nombre de “Megasequía”, explica Mariano Masiokas, investigador del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias ambientales (IANIGLA) dependiente del CONICET Mendoza.

Un estudio detallado -recientemente publicado en una importante revista científica-, indica que desde el año 2009 el caudal del Río Mendoza ha disminuido casi un 30% con respecto a los valores de la década anterior. También se observa que durante este período de sequía, los glaciares de la cuenca del Río perdieron en promedio unos 2,5 metros de hielo, ayudando a mitigar -en parte- la falta de nieve que sufre la región. Cálculos simples indican que el derretimiento del hielo de los glaciares aportó en forma global un volumen cercano al 8% del caudal del Río durante todo este período seco.

Si se toman en consideración los estudios de proyecciones climáticas que indican que las condiciones de sequía se agudizarán en esta región de los Andes en el futuro, es muy probable que los glaciares de Mendoza continúen perdiendo hielo en décadas venideras. La pérdida de volumen de los glaciares reduce su importancia hidrológica y su capacidad de aportar agua a los ríos de montaña, haciendo más vulnerables a los ecosistemas y sociedades que dependen de ellos. Estos escenarios complejos implican grandes desafíos para el manejo de los escasos recursos hídricos disponibles, en un contexto de creciente demanda de la sociedad sobre dichos recursos.

Sabiendo que Mendoza depende casi completamente del agua que baja de la Cordillera para su desarrollo y subsistencia, es importante que se conozca la situación actual de la nieve, glaciares y ríos andinos, y que la población aprenda a cuidar y a usar el agua en forma racional en todas sus actividades, expresa el investigador Mariano Masiokas.

Cambio en los glaciares

Los glaciares ocupan más de 31 mil kilómetros cuadrados de hielo a lo largo de toda la Cordillera de los Andes -desde Venezuela hasta Tierra del Fuego-: en algunas regiones áridas son fuente de agua a las ciudades y en otras repercuten en el aumento del nivel del mar. Además son uno de los mejores indicadores del cambio climático. Las elocuentes transformaciones en el volumen de los glaciares, que denotan cómo cambia el clima, fueron estudiadas recientemente por un grupo internacional de científicos, entre los que participaron tres investigadores del CONICET (Lucas Ruiz, Pierre Pitte y Mariano Masiokas), que pudieron acceder y comparar por primera vez imágenes satelitales de toda la Cordillera de los Andes tomadas entre el 2000 y el 2018. El trabajo acaba de publicarse en la revista Nature Geoscience.

“El problema es que si los glaciares se siguen achicando, en el futuro no tendremos esa ‘caja de ahorro’ desde donde sacar agua, que son los glaciares”, manifiesta Ruiz. “Tener esta información a lo largo de la Cordillera nos permitirá calibrar mejor los modelos que usamos nosotros para ver cómo serán los glaciares en el futuro y así hacer mejores pronósticos a largo plazo. Nuestra incertidumbre sobre qué va a pasar con los glaciares en el futuro va a disminuir, gracias a este trabajo”, asegura este investigador sobre el impacto de este paper en el artículo realizado por Cintia Kemelmajer, de la Dirección de Relaciones Institucionales del CONICET.

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