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Editorial: Día Nacional de la Conciencia Ambiental

Habitamos un país extraño. Podríamos referirnos a diversos temas que lo demuestran. Por ejemplo, las recurrentes crisis económicas e institucionales, de las que siempre salimos para volver a caer. Las esperanzas de bienestar son a corto plazo. Los viejos lo saben y, más que esperanzas, ya sólo les va quedando la nostalgia. Otro aspecto singular de la Argentina es una suerte de necrofilia.

Recordamos y celebramos a nuestros próceres en el aniversario de su muerte. Algo bastante triste, por cierto. Pero no recordamos la fecha de su natalicio, que sería motivo de alegría y de fiesta. Pensemos sólo en algunos que figuran en nuestras principales efemérides: Belgrano, San Martín, Sarmiento… Los actos patrios en su homenaje se realizan el día de su fallecimiento. También llama la atención la cantidad de efemérides que tenemos cada mes.

En setiembre, numerando algunas relevantes, hay dieciséis. Algunas muy curiosas. Podríamos relacionarlo con el santoral del culto católico que para cada día del año tiene un santo o más. El 27 de setiembre es el Día Nacional de la Conciencia Ambiental. Hay como un supuesto raro o extraño en esto. Hay un día para tomar conciencia de que debemos cuidar y respetar al medio ambiente, que en verdad sería lo mismo que cuidarnos y protegernos a nosotros mismos, los que vivimos gracias a él. En 1995 se dictó la ley 24605 para establecer el Día de la ‘Conciencia Ambiental’. Esto fue a causa del fallecimiento de siete personas en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, por un escape de gas cianhídrico ocurrido el 27 de setiembre de 1993.

Esta ley exhorta a los establecimientos educativos a que en esta jornada se recuerden los derechos y deberes relacionados con el medio ambiente establecidos en la Constitución Nacional.

La conciencia ambiental implica conocer qué es el medio ambiente, cuáles son los problemas contemporáneos y qué podemos hacer desde cada uno de nuestros lugares para revertir o mejorar estas situaciones. En 2016, ya con la ley sancionada, se produjo un derrame de al menos un millón de litros de solución cianurada en la mina Veladero de Barrick Gold en San Juan.

Según los ingenieros de la mina, el derrame formó el mismo compuesto ácido cianhídrico o gas cianhídrico, al llegar a las aguas del río Las Toscas. Ninguno de los responsables de la tragedia ocurrida en Avellaneda por verter material tóxico en las cloacas, ni de los de la empresa minera en San Juan fueron castigados. No estamos en contra de las leyes que ayudan a proteger al medio ambiente, pero vemos que no alcanza.

No hay que esperar que sucedan tragedias para reflexionar sobre esto. Hace poco un incendio, en Potrerillos, provocado por algunos inconscientes, destruyó casas, mató animales y destruyó la flora y fauna autóctonas. Y nos alarmamos. Lo mismo con el incendio en la zona de Amazonas que destruyó gran parte del pulmón verde de nuestro planeta. No hay ley que alcance. La solución está en cada conciencia personal. Cuidemos a nuestra casa, a la Madre Tierra.

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