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La Escuela Marchionatto en el recuerdo de una ex alumna

Allá lejos y hace tiempo. Nidia Sileoni fue también docente de la institución y junto a Onelia Cobos le rinden homenaje a la institución en su cumpleaños número cien.


Por Onelia Cobos

Cuando el docente tiene la suerte de trabajar donde fue alumno cuando niño, se abre una ventana al mundo de emociones especiales y únicas.

Y si además, como maestro, puede construir una feliz y empática relación con su lugar de trabajo, logra vivenciar el campo más rico del corazón humano: el amor compartido y la solidaridad.

Nidia Sileone fue alumna en la Escuela Marchionatto en primer grado, primero superior, segundo, tercero y cuarto grado. Quinto y sexto los cursó en la Escuela Teresa O’ Connor.

La Escuela Marchionatto era entonces la Escuela Nacional Nº 63. Quinto y sexto eran grado múltiple porque no había número suficiente de alumnos.

Poco a poco se cuela en los recuerdos la alegría, cuando recién recibida de maestra, se acercó a la escuela para cubrir una suplencia por puntaje por cinco días. Se quedó por veinte años.

La maestra a la que reemplazó nunca volvió por razones de salud.

Y como flashes de colores, aparecen uno y mil momentos vividos. El acarreo diario del agua potable con dos alumnos desde el grifo público porque no había agua corriente. Era el agua para hacer la leche a la población escolar.

En ese entonces tuvieron un período sin celadora que permitió la intervención de todo el personal y alumnado en la limpieza del edificio. Esta circunstancia construyó una firme red de colaboración y un profundo sentido de pertenencia.

El paisaje rural, las viñas vecinas, el silencio de todo del entorno contribuyeron en el pasado a que la lectura ocupara un lugar de privilegio en las sesiones mañaneras con los libros de la biblioteca del grado o el material ofrecido por la maestra.

Era creatividad absoluta puesta al servicio de la alfabetización, más allá de los programas oficiales. Eran momentos de ceremonias secretas disparadoras de atmósferas singulares para luego desarrollar las distintas asignaturas. Se volvieron una gran familia.

En 1985 los esperó una catástrofe aparente. Un terremoto dejó inhabilitado el establecimiento. Casi una bendición camuflada permitió que en un fin de semana topadoras de Carbometal derribaran los escombros y ruinas y dejaran el terreno listo para construir.

Con la siempre loca ilusión de crear escuelas Silvano Savoy gestionó acompañado por Gabriel Gallar, el camino de la construcción que un Rotary Club, Club de Madres, Cooperadora y docentes emprendieron.

En el año 1978 las escuelas nacionales pasaron a la provincia.

Nidia se jubiló en 1995.

Se cuelan más nombres, más fechas, pero lo que subsiste en el recuerdo es una mágica fuerza, es un disfrute de haber podido juntos construir en solidaridad cerrada.

Las nuevas generaciones deberán mirar a este lugar como un milagro posible de amor y ternura.

FELIZ CUMPLEAÑOS Escuela Marchionatto

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