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Cine: Películas que rescatan la memoria de un país

Por Patricio Pina*

El reciente 24 de marzo recordamos un nuevo aniversario del inicio del período más nefasto y doloroso de nuestra historia. A medida que pasa el tiempo, los hechos se van alejando de nosotros, y nombres y figuras que otrora nos resultaban tan desdichadamente cercanos hoy empiezan a desdibujarse (salvo que alguna noticia nos lo recuerde, como la muerte del último gobernante de la dictadura, Reynaldo Bignone, ocurrida hace pocas semanas).

La monstruosa naturaleza de aquellos hechos nos impone el deber de evocar, ir un paso más allá del puntual recordatorio o el texto eficaz en los libros de historia. Se requiere de un constante ejercicio de memoria para evitar toda posibilidad de repetir las condiciones y hechos de la dictadura.

Vayan entonces algunas películas que refieren a aquellos infaustos momentos. Aproximaciones de diversa índole para mantener viva la fuerza del “Nunca Más”:

Darse cuenta (Alejandro Doria, 1984): Los intentos de un médico por recuperar a un muchacho accidentado y casi dado por muerto. El deber de ponerse de pie plantea una metáfora de rara delicadeza y precisión para los tiempos en que fue filmada, tan cerca del horror.

La historia oficial (Luis Puenzo, 1985): Una profesora comienza a preguntarse quiénes son los verdaderos padres de su hija, adoptada años antes por su marido de una manera sospechosa. Iluminada por el premio Oscar, aparece la perspectiva de aquella clase media que vivió la dictadura de manera lateral, sin advertir la presencia del horror en su propia casa.

La noche de los lápices (Héctor Olivera, 1986): El 16 de septiembre de 1976, chicos que protestan contra el aumento del boleto estudiantil son secuestrados, torturados y asesinados. Narrada con visceralidad difícil de tolerar, la película golpeó muy duro en su momento. La mirada privilegia la exposición cruda de los hechos.

Un muro de silencio (Lita Stantic, 1993): Una directora de cine inglesa llega a Buenos Aires para filmar la historia de Silvia, esposa de un desaparecido durante la dictadura militar. De cómo representar el horror, o narrar lo inenarrable. Aparece una distancia objetiva que nos permite pensar e indagar más allá del dolor. Una de las mejores películas post-dictadura que hablan de ella.

Garage Olimpo (Marco Bechis, 1999): El día a día, rutinario y mortal, de un centro de detención clandestina en la dictadura. Puedo ver su final diez veces y jamás podré evitar que mi sangre se hiele con el vuelo del Hércules y los acordes de Aurora.

Kamchatka (Marcelo Piñeyro, 2002): Los militares son invasores como los de la serie norteamericana. La mirada de un niño, en una familia que se oculta durante la dictadura, nos ofrece una perspectiva de incertidumbre, peligro e irremediable soledad.

Los rubios (Albertina Carri, 2003): La directora filma el proceso de construcción de su documental, con ella misma en tercera persona y la necesidad de saber el destino de sus padres desaparecidos como norte. Madura y brillante, inolvidable retrato de la persistencia tenaz del amor y la memoria.

*El autor es rector de la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video. Junto a Claudia Nazar dan el Taller de Cine “Clásicos no tan clásicos”, en la Biblioteca Popular de Chacras de Coria, todos los sábados a las 18 hs.

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