Baglietto tiene una hermosa canción que dice “quien quiera oír que oiga”. Yo sostengo que es necesario y urgente escuchar otras voces respecto al tema del título. Es fácil comprobar que del otro lado de la cordillera, todo el pedemonte chileno está plantado y urbanizado. Y solamente nos separa la Cordillera de los Andes, que al mismo tiempo nos hermana y provoca idénticos problemas, pero las soluciones que encontramos no son similares.
Por Sergio De La Torre
De este lado de la misma cordillera que ellos urbanizan, nosotros padecemos la prohibición de construir y sembrar, y las consecuencias negativas son para nosotros, no para ellos. Por ejemplo: las fincas productivas de la zona del valle se destruyen para construir viviendas por el valor inclinado del metro cuadrado; la gente de todas maneras se instala y construye en el pedemonte, pero las dificultades que se le imponen para escriturar le impide sentir seguridad en su inversión y por eso todo es precario.
Es urgente e impostergable una planificación adecuada, que comience por reconocer que la Ley del Pedemonte es obsoleta, ya que no se ha cumplido con ninguno de los requerimientos que la misma ley previó, y ninguna ventaja surge de su pretensión para mantenerla como si estuviera vigente.
Téngase presente que hace más de cuarenta años que Mendoza no padece un aluvión, a pesar de las grandes lluvias que ha sufrido en tan largo período. Y eso se debe a que las aguas fueron, y son, bien canalizadas por sistemas de grandes canales que Mendoza tiene gracias a las obras de hidráulica llevadas a cabo, que han demostrado su eficiencia en cada verano.
Las circunstancias que motivaron esa ley se han modificado: hoy tenemos el Colector Escudo, al que solamente le faltan ochocientos metros para ser terminado, y al Dique Potrerillos. Entre ambos la protección hidráulica de Mendoza está garantizada.
Además, hay que entender que la urbanización del Pedemonte es insoslayable, porque la gente desea vivir cerca de la ciudad, en ese balcón natural donde hasta el aire es más puro, pero resulta que desde la calle Belgrano –por donde pasa la línea del ferrocarril- para arriba, todo es pedemonte.
Obviamente no es el pedemonte al que se refiere la ley, pero originalmente lo fue. Por eso crearon las primeras protecciones anti aluviones de Mendoza: la Plaza Independencia y el Parque General San Martín.
Así es, originalmente la Avenida Emilio Civit era un gran río seco por el cual bajaba mucha agua cada verano, y donde está actualmente la fuente de la Plaza Independencia era un gran pozo de retención. De allí se extraía material de arrastre para la construcción de la época. Con el pozo -o trampa de agua- se conseguía también una importante defensa anti aluviones, porque detenía grandes cantidades de agua.
El Parque Gral. San Martín, por su parte, fue proyectado en forma de escudo ya que en su lago desembocan ríos secos. En 1938 -cuando fueron proyectados los diques anti aluviones- no existía tanta tecnología pero realizaban excavaciones o trampas de agua, como existe hoy. Los trampas de agua son mucho más ecológicas y simples de realizar -calculando la lluvia de los 100 años-.
También el arbolado fue plantado en forma de escudo para que atajara las grandes lluvias. Por eso cumple una función, además de estética y recreación, de defensa aluvional.
Con el correr del tiempo, administraciones más recientes se ocuparon del tema con el Colector Aluvional Escudo, e incluso con el dique Potrerillos.
El Colector Aluvional Escudo, ubicado al Oeste de Chacras de Coria, es una obra maestra de ingeniería que desvía el 80% del agua que antes bajaba en la zona hacia el Río Mendoza. Por su parte, el dique Potrerillos también cumple la función de gran defensa aluvional de Cacheuta y de los barrios de Luján de Cuyo, construidos en la margen del Río Mendoza.
Por último, la pretendida defensa de las zonas mediante la Ley del Pedemonte, abarcó un espacio tan inmenso que el Estado no ha podido hasta hoy -ni podrá en el futuro- pagar semejante expropiación.
Por eso sugiero achicar la zona que se pretende proteger, permitiendo que las expropiaciones realmente se produzcan teniendo en cuenta el uso real de la tierra.
El resto del Pedemonte, el más cercano a la ciudad, está listo para su disfrute con el manejo adecuado, tal como sucede en Chile, confiando en las obras de ingeniería que ya existen, en el respeto por las acequias naturales y en la adecuada planificación. Tal como se hizo en Buenos Aires con Puerto Madero, un antiguo basural que hoy se ha convertido en un ejemplo de urbanización y calidad de vida.