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Editorial: ¿Por qué festejamos Halloween?

Si se investiga un poco sobre el origen de las festividades populares argentinas se comprueba que casi todas tienen una mezcla de religiosidad popular y paganismo. Las tradiciones populares nunca tienen una fecha histórica originaria. Se van construyendo paulatinamente y a fuerza de su reiteración se instalan en el inconsciente colectivo de una comunidad.
En el norte andino argentino -también en Bolivia y Perú- es tradicional la fiesta de la Pachamama. Se agradece a la ‘madre tierra’ y a la vez se le pide para que los frutos que ella brinda nunca falten. La Pachamama es una deidad de los pueblos quechua y aymaras. La fiesta es un ritual religioso en el cual se ofrendan a la tierra distintos elementos como hojas de coca, chicha, tabaco, algún animal sacrificado, etc. En verdad, lo que este rito significa es la fecundación de la Tierra para que continúe brindando al pueblo los frutos necesarios para su sustento. Si bien no hay una fecha predeterminada para el festejo, generalmente se realiza los primeros días de agosto. Esta fecha tiene relación con el fin de la cosecha y el comienzo de otro ciclo productivo. A la vez hay una especie de reconocimiento católico a esta festividad introducido por los conquistadores españoles. Tal la Virgen de Copacabana en Bolivia que se celebra el 5 de Agosto.
Son muchas las fiestas ancestrales argentinas. En el sur andino se celebra el ngillatún, fiesta popular de los mapuches que también tiene sentido religioso. Incluso las fiestas populares de Mendoza la religión y lo pagano se mezclan. Por ejemplo, en las Lagunas del Rosario y en la Asunción de Lavalle -territorio de los originarios huarpes se recuerda a la Virgen con procesión y misas durante el día. Pero durante la noche el festejo popular pasa por la música, el baile, la comida y la bebida.
Ninguno de estos festejos populares tiene marketing ni extensos programas televisivos -salvo algún documental-. Pasan desapercibidos por los supermercados, las tiendas y las promociones en TV. A ningún comerciante le interesa porque no les da rédito económico.
Hace poco más de una década comenzó a instalarse en nuestro país y en Mendoza el festejo de Halloween, totalmente ajeno y extraño a las tradiciones populares argentinas. Esta fiesta, también conocida como Noche de Brujas o Noche de Muertos, es de origen celta conocida como Samaín. Fundamentalmente se celebra en el mundo anglosajón la noche del 31 de octubre, víspera de la festividad cristiana del Día de todos los santos. Se trata de un festejo secular, aunque algunos consideran que tiene un trasfondo religioso. Las actividades típicas de Halloween son el famoso truco o trato y las fiestas de disfraces, las hogueras y compartir películas de terror. Esta fiesta moderna, traccionada por la publicidad cada vez tiene más adeptos en nuestra provincia. En muchos barrios, la noche del 31 de octubre salen grupitos de niños a tocar timbre en las casas, disfrazados y repitiendo la consiga Truco o Trato. Sin entender absolutamente nada del significado de lo que hacen tal vez bajo la influencia de los medios y con la anuencia de sus padres, sólo buscan, inocentemente, un puñado de caramelos.
Es triste que paulatinamente, se dejen de lado las tradiciones más puras y den lugar a estas extravagancias que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia.

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