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Silvia Hoffmann y sus creadoras de acuarelas

Las alumnas del taller de la artista de Luján de Cuyo comparten su experiencia creativa en el espacio que habitan cada jueves entre agua y color. Además, una muestra reúne a la familia Hoffmann en la Bodega Trivento.


Por Andrea Calderón

Un simpático grupo de mujeres es el que se reúne cada jueves por la tarde en la casa-taller de la artista plástica Silvia Hoffmann, en La Puntilla. Se hacen llamar internamente Las Reinas (indisciplinadas) y durante las clases, además de compartir sus creaciones y procesos en acuarela, se disponen para el diálogo y el intercambio de experiencias entre un café, un té y en ocasiones especiales, una copa de champagne. Miriam Arcidiácono, Matilde Domínguez, Norma Murúa, María Eugenia Cepparo, Mónica Ceballos, Ana Jury de Molinas, Rosi de León de Guiñazú, Ani de Verdaguer, Tatana Martínez, Liliana Manson y Lidia Mosso conforman este equipo atravesado por el encanto y el ensueño que les evoca la pintura en contacto con el agua. “Largamos con tema libre y trabajamos con la poesía como disparador”, dice Matilde, profesora de literatura y apasionada de los versos.

Durante las tardes de ocio y trabajo, las compañeras comparten sus obras con la profesora y avanzan en la concreción de nuevas pinturas. “Cada una sabe cuáles son las habilidades y limitaciones propias, así como las emociones que desea transmitir”, agrega una de las integrantes. La luz, la sutileza, el espacio en blanco, la limpieza y el incentivo de Silvia las motorizan y acompañan en ese proceso. “El desafío de pintar con acuarelas es lograr un equilibrio entre el agua y el pigmento, es encontrar ese juego de humedad necesaria para crear transparencias”, aporta una de las mujeres y le da el paso a otra compañera: “Trabajar con acuarelas es muy poético. Es un momento de conexión con lo que sentimos, un espacio de calma, de ensoñación. También es lindo compartir los aciertos y errores en la puesta en común que hacemos desde un lugar de mucho respeto”.

Silvia y la pintura

“Es difícil pintar con acuarelas y es un arte que ya no se enseña tanto. Yo creo que es porque el arte contemporáneo elige otros materiales más expresivos, como el óleo, el acrílico, el aerosol”, dice Silvia Hoffmann. “Yo empecé con la acuarela y luego hice otras cosas, aunque quedó impresa en mi forma de trabajar. Incluso mi pintura mural es acuarelada”, agrega la nieta de un coleccionista que inculcó en su padre pintor el amor por el arte y que más tarde llegó a ella. Sus hijas Sofía y Laura, su primo Eduardo y otros integrantes de la familia son creadores con color, pincel y demás soportes.

“Somos varias generaciones de artistas, en mi caso me formé como autodidacta”, aporta quien después de tener a su tercera hija dejó su profesión -es profesora de lengua y literatura francesa- para abocarse a una tarea tan bella como atrapante. “Nunca me cuestioné dejar de hacer eso y cambiar de profesión. Comencé ilustrando unos cuentos para mis hijas en carbonilla y seguí con unas acuarelas que me regaló mi papá. Ahí empecé y un año más tarde hice mi primera exposición con él, que a la vez fue su última”.

Muestra en Trivento

Bodega Trivento presenta “La Casa de Irene y Pepe”, la muestra colectiva de los integrantes de la familia Hoffmann hasta el 5 de enero de 2018 en su Espacio de Arte. La casa de Irene y Pepe es un ícono de la familia donde se cultivó el amor por el arte, la arquitectura y la lectura. Vio pasar la mayor colección de obras de Fernando Fader que hoy se exhibe en el  Museo Emiliano Guiñazú – Casa Fader. En ese escenario ilustrado por grandes autores y artistas los Hoffmann se formaron, constituyendo una de las familias de artistas más importantes de Mendoza.

De la muestra colectiva participan Rubén Alejandro “Bebe” Hoffmann, Eduardo Hoffmann, Silvia Hoffman, Sofía Caccavo, Laura Caccavo, Juan Hoff y Amancio Hoffmann.  Las 36 obras que componen esta muestra constan de distintas técnicas en su gran mayoría de acuarelas, acrílico sobre tela y mixta.

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