Entrevistamos al ingeniero agrónomo Claudio Galmarini, coordinador del Programa Nacional Hortalizas, Flores y Aromáticas del INTA e investigador del Conicet, recientemente destacado por la institución nacional. La importancia de la horticultura como actividad económica.
Por Matías Carretero
Nuestro vecino Claudio Galmarini junto con Ambrosio Bottini, titular de la cátedra de Química Orgánica y Biológica de de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) son dos flamantes integrantes de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria. Galmarini es docente de la cátedra de Horticultura y Floricultura.
Esto es importante porque la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria (ANAV) reúne a personas con actuación destacada como investigadores, extensionistas, educadores y otras variadas formas de servir a la humanidad a través del protagonismo en las ciencias agronómicas y veterinarias. Hasta el momento integran o han integrado la Academia destacados profesionales del medio, tales como Ricardo Tizio, Jorge Chambouleyron y Rafael Pontis, entre otros.
“Agradezco mucho a la ANAV por considerarme para formar parte de ella. Es un honor y una distinción, que a veces dudo si merezco. Tal vez pueda mencionar dos facetas de este reconocimiento: una, la alegría por provenir de una familia de agrónomos, de escasa variabilidad genética, padre, madre y hasta esposa agrónoma, hace que la distinción tenga un significado especial. La otra es que constituye un reconocimiento al equipo de trabajo, a los compañeros de las distintas instituciones, sin los cuales no se pueden conseguir logros”, dijo el entrevistado.
Aprovechamos la oportunidad para que el especialista nos cuente sobre diversos temas relacionados con la horticultura y su posicionamiento en la economía argentina.
Relevancia de la actividad en la actualidad
Galmarini explica que la horticultura es una actividad intensiva, ocupa menor superficie que otras actividades agrícolas, pero aporta gran valor agregado. En Argentina se destinan cerca de 30 millones de hectáreas a la agricultura y de éstas sólo el 2% a la producción hortícola; sin embargo la producción de hortalizas representa alrededor del 11 % del producto bruto agrícola del país. La superficie implantada varía de año en año, dado que gran parte de los cultivos son anuales.
“La horticultura nacional abarca alrededor de 600.000 hectáreas y ocupa alrededor de 10 millones de jornales por año, lo que la transforma en una de las actividades de mayor valor social. Especies como ajo, batata, cebolla, lechuga, papa, pimiento, poroto seco, tomate, zanahoria y zapallo, concentran más del 85 % del valor de la producción. Alrededor del 93 % de la producción nacional de hortalizas se destina al mercado interno y el restante 7% se exporta, generando alrededor de 230 millones de dólares en divisas al país”, señaló.
Entre las diez principales especies cultivadas por su volumen a nivel mundial, aparecen tres cultivos hortícolas, la papa, la mandioca y la batata, siendo el más importante el de papa que aparece detrás de la caña de azúcar, arroz, maíz y trigo. Sin embargo, el consumo de hortalizas se destaca no por su cantidad, sino por su aporte nutritivo, nutracéutico y al sabor de la dieta.
El 90% de la producción nacional se consume en fresco y se comercializa en mercados mayoristas, verdulerías e hipermercados, el restante 10% se industrializa. El destino más importante es la industria conservera, aunque merece destacarse lo derivado a la industria del congelado y del deshidratado y en menor medida al encurtido y la molienda.
En muchas zonas productoras surgen problemas ambientales vinculados a los recursos naturales. La escasez de agua hace que la eficiencia en el uso de la misma sea una prioridad, problemas de salinización y contaminación de suelos también son acuciantes.
Algunas líneas de acción recomendadas
Galmarini explicó que es necesario identificar y caracterizar las fuentes de pérdida de competitividad, concentrando la acción en aquellas en que predomine el componente tecnológico, maximizando el aprovechamiento de las ventajas geográficas y agro ecológicas comparativas de las diversas zonas hortícolas de Argentina en términos de penetración a los mercados internacionales, y desarrollar calidades específicas en hortalizas con potencial exportador (productos diferenciados no tradicionales, integrados y orgánicos).
“La diferenciación de hortalizas por su potencial benéfico para la salud humana, con el consiguiente valor agregado para el productor y el consumidor. Promover la resolución de los problemas de mayor gravedad y urgencia que limitan la producción de hortalizas y el acceso de las mismas a los mercados internacionales de las principales cadenas hortícolas, atendiendo a sus particularidades y problemáticas específicas son las prioridades”, reflexionó el ingeniero.
“El consumo diario en Argentina ronda los 140 gramos por habitante, lejos de lo aconsejado por la OMS, que recomienda 400 gramos por habitante y por día”, se lamenta Galmarini.
TIPOGRAFIA MAS CHICA
Claudio Galmarini es ingeniero agrónomo egresado de la Universidad Nacional de Cuyo, Magister en mejoramiento genético del Instituto Agronómico Mediterráneo de Zaragoza, Espaňa, y Ph. D. en genética y mejoramiento vegetal de la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos. Investigador de la Estación Experimental Agropecuaria La Consulta del INTA en el área de mejoramiento de genético de hortalizas. Coordinador del Programa Nacional de Hortalizas, Flores y Aromáticas del INTA. Investigador principal del CONICET. Profesor titular de Horticultura y Floricultura de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo. Docente de la Maestría en Cultivos Intensivos de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral, de las Maestrías de Agronegocios y de Horticultura de la Universidad Nacional de Cuyo. Se desempeñó como director de la Maestría en Horticultura de la Universidad Nacional de Cuyo. Actualmente, dirige la carrera de Doctorado en Agronomía de esa universidad.