En el Día del Maestro
Saludo al pizarrón, Por José Enrique Marianetti
Ayer, blanco sobre negro, con la tiza.
Hoy, negro sobre blanco y marcador.
Frente al aula, pronóstico infinito
enseñando las tablas, Copernico y Nerón,
biología de la hoja, raíz cuadrada,
Colón, la escarapela,
¿por qué vuela un avión?
El Quijote, Demóstenes, Quevedo
Robespierre, Pasteur, Belgrano y Mitre.
El perfecto cuadrado y el isósceles
y también…un borrón.
Dándole nuestra espalda, temblorosos,
dábamos la lección,
mientras en el bolsillo, el tintero “involcable”,
el trompo y las bolitas esperaban recreo
de chupetines, “manchas”, raspón en las rodillas
figuritas y álbumes, de tierra y revolcón.
Cosmos rectangular, inacabable, profundo, fiel testigo, inmutable
herido, como siempre con grandes cicatrices
que el magro presupuesto no logró subsanar
y actual tecnología no puede reemplazar.
Efemérides, notificaciones, avisos de vacunas, planos y capiteles
y láminas antiguas en tí s eresaltaron, mostrándonos lugares
y ciudades remotas, mapas y redacciones en el aula escolar.
Fuiste el punto de apoyo para mover el mundo,
que Arquimedes, a gritos, solía solicitar.
¡Cuánta palabra escrita que, a pesar, de borrada nos logró cautivar!
Sinónimo de escuela, deberes, corrección, de situación de examen
nerviosismo, emoción.
Sin que oyamos dialogar con petisos pupitres y el armario grandote
que allá arriba sostiene al buitre embalsamado que fue, una vez, un cóndor.
En el día del maestro, nadie festeja el tuyo, herramienta insalvable.
De seguro, serás inmarcesible
y aunque no muestras rastros de tu sabiduría,
Viste pasar ejércitos de humanos ignorantes de todas las naciones
y eres para mí el símbolo
de cerebro en acción.