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Editorial: En el Día del Maestro

La escuela como institución, desde sus orígenes, tuvo claramente una función conservadora. Su primordial función fue la de transmitir los valores y creencias fundamentales de la sociedad y su época. El Estado se hizo cargo de la educación pública en todos sus niveles garantizando su gratuidad y libre acceso. Durante años las currículas permanecieron inalteradas. Muchas generaciones de padres e hijos aprendieron prácticamente los mismos contenidos. Los textos escolares no se renovaban, como hoy, en forma vertiginosa.

Hasta los años 70 los docentes de primaria egresaban de las Escuelas Normales con el título de Maestro Normal Nacional. Básicamente era una secundaria con orientación docente. Esos maestros fueron los que educaron a prácticamente todos los argentinos que hoy tienen 45 años o más. Las vocaciones docentes eran su gran mayoría femeninas. La escuela era nuestro segundo hogar y la maestra la segunda mamá. En esos años no era común encontrar a un varón ejerciendo de maestro en una escuela primaria. Una fuerte concepción machista de la sociedad, tácitamente aceptada por todos, asignó el rol docente a la mujer.

Esto ayuda a explicar por qué los salarios de los maestros fueran históricamente siempre muy bajos. El sueldo de la maestra era considerado sólo un complemento para colaborar con el jefe de familia que era el varón. También nos ayuda a comprender la falta de reconocimiento a las maestras como profesionales de la educación. Sumemos a esto que para los distintos gobiernos la educación era considerada un gasto y no una inversión. A pesar de todo esto, los maestros eran reconocidos y respetados socialmente en su comunidad. La familia reconocía a la escuela y a la educación como el primer peldaño para ascender en la pirámide social.

Durante muchas décadas la familia y la escuela tenían un contrato social invisible: nos necesitamos mutuamente y todos colaboramos en pos de un mismo fin: la educación integral del niño. Es cierto, que como una institución conformada por niños, docentes, no docentes, directivos y padres de familia habrá tenido conflictos internos entre sus integrantes. A nuestro parecer deben haber sido de menor rango y posibles de solucionarse con diálogo y acuerdos en el interior de la escuela, de forma que casi nunca trascendían sus fronteras.

Es verdad que la escuela fue, durante mucho tiempo, bastante impermeable a los cambios que la sociedad requería. A partir de los 90 esta impermeabilidad se trizó y posibilitó que todos los conflictos sociales entraran en la institución escolar produciendo situaciones que hasta entonces los docentes no habían tenido que enfrentar y para lo cual no estaban preparados. Hoy naturalizamos la violencia, los robos, las muertes de inocentes porque los medios de comunicación lo difunden día a día y no nos asombra.

En muchas escuelas está pasando lo mismo y muchas autoridades se justifican argumentando que la escuela es un reflejo de la sociedad. Cada vez hay más docentes agredidos por los padres de sus alumnos, tanto verbal como físicamente. Probablemente algún maestro haya actuado en forma equivocada, pero nada justifica lo que hoy deben soportar tantos maestros. La familia parece haber roto ese tácito acuerdo de ayuda mutua con la escuela. Al punto tal que el gobierno está ideando el cargo de ‘defensor del docente’ para que este no se encuentre tan desamparado. Pareciera un problema bastante difícil de solucionar a corto plazo.

Todos deberíamos aceptar que los niños asisten a la escuela como segunda educadora, la primera es la familia. En este DÍA DEL MAESTRO deseamos para todos los docentes que sean felices y que sigan luchando por una mejor educación.

1 Comentar este artculo

  1. verena maures Dijo:

    Que lindo recuerdo! vernos en esa foto tasa chiquitos!y siempre en el corazón la srta Marta Gomez! Una gran maestra!

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