En el Día del Amigo, que se celebra el próximo 20 de julio, Cáritas apela a que regalemos solidaridad. Así lo pronuncia su campaña que organiza Cáritas Parroquial Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. “Sumáte a nuestra campaña y dejá una leche en polvo para que ese día todos los niños puedan compartir un vaso de leche con sus amigos”. A beneficio de Copa de Leche Carita Feliz. Teléfono: (0261) 496-0258.

Por un invierno no tan cruel para muchos. Ante el despropósito que cometen algunos comerciantes cuando venden las garrafas a mayor precio del que estipula la ley, la Asociación de Defensa del Consumidor tomó cartas en el asunto. Precio máximo exhibido en los envases y en la puerta del comercio.

Ante las numerosas denuncias que la gente de dicha organización recibió “por los sobreprecios en la compra de la garrafa del plan Hogar”, algunos de los integrantes de dicha asociación salieron a las calles a verificar si los reclamos tenían asidero.

Y, efectivamente, todo lo escuchado era cierto, ya que el relevamiento realizado indicó que los precios que cobran los comerciantes, aprovechando las bajas temperaturas y la demanda de garrafas, violan los precios máximos legales. A saber: el envase de 10 kg –el de mayor consumo-, que debería venderse a un precio máximo de $ 135 con IVA, por lo general se vende desde $180 en adelante. Incluso algunos comerciantes la venden a 250 pesos.

Otra tramoya pergeñada por estos especuladores de la necesidad ajena es confundir a los consumidores que reclaman por el precio oficial, aduciendo que 135 pesos es el precio de la “garrafa social” y que ellos solo tienen las “comunes”.

“Se trata de un problema que lleva años sin ser solucionado, generado por la falta de herramientas idóneas, como es el propio consumidor emponderado de la información sobre sus derechos a comprar el producto a un precio máximo y disponer de un canal accesible para hacer la denuncia”, explica José Luis Ramón, representante de la Asociación Protectora, organización que lleva años y episodios bregando por el bienestar de los ciudadanos, como el caso de desabastecimiento de combustible en 2011, cuando “las empresas expendedoras de combustible no cubrían la demanda del liquido elemento y tampoco informaban sobre los medios de pagos que aceptaban”; o el del exorbitante aumento en las tarifas del gas del año pasado, entre varios otros.

Como los consumidores más perjudicados por el encarecimiento y la ganancia indebida de esta especulación comercial son los sectores sociales de escasos recursos, que no cuentan con servicio de gas por redes, ni tampoco con la posibilidad de elegir a su proveedor dada la falta de movilidad, una posible solución sería que las garrafas contaran con el precio máximo impreso y un teléfono de denuncia de este organismo.

Con esto se lograría prevenir las malas prácticas comerciales. Y en este sentido … cuenta: “Hemos pedido a la Dirección de Defensa del Consumidor y a la Dirección de Fiscalización y Control que proceda a tomar dos medidas concretas: que se ordene a las distribuidoras de gas licuado de petróleo que en los envases de 10, 12 y 15 kgs., se impriman de manera indeleble los precios máximos dispuesto por la Resolución 56-E/2017, de la Secretaria de Recursos Hidrocarburíferos de la Nación y el teléfono gratuito 0800 3333 492 para denuncias, a los efectos de dar una adecuada información y prevención a los usuarios, por una parte; y por otra, también pedimos que se ordene a los expendedores de GLP que informen mediante carteles ubicados en sus establecimientos, en forma destacada y visible, los precios de venta al público, respetando los precios máximos”.

“Con estas medidas se permiten dos cosas: que el que compra sepa que el precio máximo es de $ 135,00 y que el comerciante que pretende cobrar de más sea denunciado y sancionado con el pesado lastre de la Ley”, aseguran desde Protectora.

Medidas simples

Garrafa con calcos con el valor máximo de venta al público de $ 135 más un teléfono para denuncias; y comercios que exhiban en su puerta un cartel que indique el valor que allí cobran la garrafa.

“El bienestar de los ciudadanos en un Estado y su calidad de vida, no son un equilibrio ficticio de las ecuaciones económicas, sino la satisfacción de saberse protegidos en sus derechos y en su dignidad”.

En 1854 el presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, le ofrece al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos, que hoy forman el Estado de Washington. A cambio promete crear una reservación para el pueblo indígena. El jefe Seattle responde en 1855. En un párrafo de su sabia carta dice: “Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia. Hay una unión en todo. Lo que ocurra en la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido lo hará a sí mismo”. (Biblioteca Digital Ciudad Seva).

Muchas veces hemos escrito en este espacio sobre distintas efemérides. Siempre dijimos que el sentido de ellas es recordar un día especial: el de la madre, el de la independencia, el del amigo, etc… y también insistimos en el concepto de que todos los días deberían celebrarse siempre y no según el calendario. No recordar a las madres sólo en su día, no sentirnos más patriotas el día de la independencia ni más amigos el día del amigo. El comercio gana mucho dinero auspiciando y promoviendo estos festejos…

El 5 de junio pasado fue el día fue el Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972 y se celebra en todo el mundo desde 1974. Por ese motivo elegimos como título de esta Editorial ‘El día de todos’. Porque no se conmemora el día de alguien que desempeña un rol determinado: padre, madre, amigo, patriota, etc. Todos somos el medio ambiente: los árboles, los animales, el agua, el viento, las tormentas, el cielo, el silencio fuera de las urbes… Pero también nosotros: los humanos que nos jactamos de ser los únicos seres racionales del planeta. Y esta pretensión de superioridad nos está llevando a un marcado deterioro de nuestra casa: la Tierra. Los países hegemónicos del mundo prometen y no cumplen. A los Estados Unidos y a su presidente no le interesa respetar tratados internacionales para bajar el índice de calentamiento global del planeta. Porque sus industrias les dan riquezas no importa a qué costo. Siguen contaminando y produciendo cada día más enfermedades y acelerando fenómenos naturales catastróficos como grandes inundaciones, desertificación y muchos más…

Nos sentimos muy ajenos a las decisiones que toman los mandatarios o los gobiernos. Siempre los cambios, al principio casi invisibles, comienzan con actitudes o proyectos personales. Si cada uno de nosotros aporta su cuota de respeto a nuestra madre tierra las cosas irán mejorando. Y nos referimos a cuestiones elementales como no arrojar botellas ni algún otro tipo de basura a las acequias, no derrochar litros de agua potable para darnos una simple ducha, no prender fuegos a las hojas amontonadas en la calle. En fin, solo se trata de ser conscientes de que no somos los dueños del planeta sino meros y casuales habitantes. Nadie en su sano juicio destruiría su propia casa. Es más, gastamos dinero para asegurarla contra incendio, robos, catástrofes… Pero nadie paga nada para mantener la casa de todos: nuestra madre tierra.