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Escribe el vecino: Radio. Periódico. Timbre

Por Gabriel Gallar

El martes 4 de abril estaba, como casi todas las mañanas, escuchando el programa ‘Malos días’ en la emisora de la UTN, tomaba mates y revisaba la edición del domingo 2 de abril del diario Perfil. Casi en simultáneo participé de tres ‘eventos’ que me hicieron pensar. El conductor del programa radial realiza una entrevista telefónica con una señora de Buenos Aires. El tema de la charla me llamó la atención pues hablaban del consumismo. La cuestión se podría resumir así. Dos periodistas del diario La Nación, Evangelina Himitian y Soledad Vallejos se pusieron de acuerdo para consumir sólo lo necesario durante un año. Para ellas este ‘gran desafío’ las enriquecería espiritualmente. No comprarían zapatos, ni cremas, ni vestimentas, ni regalos, tampoco irían al salón de belleza… Algunas excepciones se permitían como obsequiar a sus hijos, salir alguna vez a comer a un restaurante o tomar un café con amigos.

En algún momento se percataron que acumulaban demasiadas cosas que luego no usaban o fueron siempre superfluas e innecesarias. También decidieron ir compartiendo el día a día de esta experiencia a través de las redes sociales. Una especie de crónica o bitácora de lo que iban experimentando según pasaban los días. De hecho muchas personas las siguieron en twitter, facebook e instagram. “La de ayer fue, tal vez, nuestra última tarde como personas normales”. “Podíamos comprar lo que queríamos…” “Para los nuestros seremos extrañas”. “Para los extraños seremos eso mismo: raras” En fin, ya cumplieron el año y según comentan se sienten muy bien como personas a pesar de que muchos no creían que saldrían airosas de semejante desafío. Inmediatamente publicaron un libro que se puede conseguir por poco menos de $400 en las librerías de Mendoza (Deseo consumido; Ed. Sudamericana). Cuando finalizó la entrevista radial volví la vista sobre el diario. Estaba abierto azarosamente en la página 47 del suplemento ‘Sociedad’ de Perfil.

Título: ‘Home planners’: la tarea de ordenar se vuelve negocio. Bajada: Cobran por organizar placares y asesoran a sus clientes sobre qué ropa conviene desechar y cuál conservar. Tienen miles de seguidores en redes. La nota está ilustrada por una foto: tres mujeres jóvenes y un vestidor. En el caso de las hermanas Corine y Bárbara Fonrouge además de ordenar los armarios se ocupan de bucear en la historia personal de cada cliente para ayudarlo a descubrir su mejor versión. Brenda Haines es un claro ejemplo del fenómeno de los ‘home planners’, que se dedican a poner en orden todo el guardarropas de manera eficiente, para que en segundos se pueda encontrar cualquier prenda según su tipo, tamaño y color. Las tarifas por organizar un guardarropas van de los $1.200 a los $3.500. Felizmente para ellas tienen todos los días de la semana ocupados en este trabajo y miles de seguidores en las redes sociales. Cuando finalizaba la lectura de esta ‘interesantísima’ nota sonó el timbre de casa. Al abrir la puerta me encuentro con tres jovencitas que sostenían algunos paquetes en sus manos. El motivo de su visita, según explicaron con cierta timidez, era pedir un alimento no perecedero para un comedor.

Conversando un poco con ellas me informan que pertenecen a un grupo de jóvenes (me dijeron su nombre y lamento muchísimo haberlo olvidado) que destina parte de su tiempo para ayudar a los más necesitados. Concretamente elijen a alguno de los tantos comedores comunitarios para llevar alimentos. En esta ocasión se trataba del comedor San José situado cerca de la penitenciaría de la calle Boulogne sur Mer. Mi padre siempre nos decía que si “alguien golpea tu puerta pidiendo algo para comer, que nunca se vaya con las manos vacías”. Y ciertamente, si tienes la suerte de tener dos paquetes de harina es fácil dar uno. Las chicas siguieron su cometido de timbrear casa por casa para colaborar con el sustento de los que nada tienen. Todo esto que relato transcurrió en un lapso de unos 15 minutos. Entonces apagué la radio, cerré el periódico y en verdad no sabía muy bien qué pensar. Acudieron a mi mente y a mi alma sentimientos encontrados. Algunos rabiosos, otros irónicos.

Un amigo, Miguel, que era muy fino con sus ironías, cuando se refería a los más necesitados decía “esos están ahorrando para ser pobres”. Tal vez, a él también se le ocurriría que dos pobres tipos se pongan de acuerdo para afrontar el gran desafío, durante un año, de comprar al menos algo todos los días y que nos vayan contando qué se siente no pasar frío ni padecer el hambre y luego escriban un libro relatando esa maravilla. O mejor, que le organicen su humilde roperito para que en los cajones vacíos haya, al menos, alguna prenda rota en distinto lugar.

1 Comentar este artculo

  1. Silvia Dijo:

    Muy cierto !!! Para reflexionar sobre las actitudes q día a día asumimos!

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