En homenaje a la fantástica epopeya que nuestro Gran General emprendiera desde nuestra querida y hermosísima provincia, un grupete de 11 amigos se largó a cruzar la Cordillera -sin caballos de por medio- y nos cuenta su historia, todavía con el alma recogida por la emoción. Dicen que no encuentran las palabras para describir la grandeza de nuestra montaña.
Por José Félix Suárez – Especial para CORREVEIDILE / Fotos: Javier Gallar
El sexto cruce de Los Andes a pie de nuestro fotógrafo Javier Alberto Gallar para unir entre el 13 y el 18 de enero pasados Argentina y Chile, alcanzó en esta oportunidad un contorno mucho más patriótico y emotivo que los cinco anteriores de 2012, 2013, 2014, 2015 y 2016.
Es que esta vez, ese viaje pleno de esfuerzo y valentía de casi una semana a través de la Cordillera, la inmensidad de las altas cumbres, la soledad de la roca y la montaña, los angostos y peligrosos senderos de tierra y piedras, el cruce de arroyos y ríos traicioneros bajo el sofocante sol del día y el frío de las largas noches ante un cielo azul de estrellas luminosas, sirvió para rendir un noble homenaje al General Don José de San Martín y su Ejército Libertador al cumplirse los 200 años de aquella gesta que hoy, más que nunca, nos conmueve y embarga de un lógico orgullo.
Un trayecto de seis días para recorrer a pie casi 70 kilómetros, por la misma huella que siguió el Coronel Lemos para derrotar a las tropas realistas en la localidad de San Gabriel en territorio chileno y que el General San Martín utilizó al menos cinco veces a sus regresos de Chile, donde llegaba habitualmente por el Paso de Los Patos. Hasta alcanzar los 4.380 metros de altura en el punto más elevado de la travesía tras la partida en El Cristo del Manzano Histórico en Tunuyán, a los 1.700 metros de altura, luego de un suculento asado servido a modo de despedida y como único exceso luego de una estricta dieta alimenticia asumida por todos.
Hay equipo
Un grupo de amigos con un mismo compromiso, voluntad, concentración y entusiasmo acompañó en su sexto cruce a Javier Gallar (51 años, agente de seguros, además de fotógrafo profesional), el líder simbólico por edad y experiencia del equipo que se formó; precursor y pionero de esta fantástica aventura muestra de temple, coraje y una enorme personalidad para vencer lo desconocido en ese reino de nieves eternas.
Entre ellos Sebastián Sosa (43 años, abogado, tercer cruce), Sebastián García (35 años, quinto cruce), Rubén Martínez (48 años, contador, primer cruce), Diego Sayavedra (47 años, periodista, primer cruce), Emanuel Gallar (24 años, primer cruce, hijo de Javier), Ramiro Román (26 años, arquitecto, segundo cruce), Andrés Alou (28 años, arquitecto, primer cruce), Alvaro Vargas (27 años, primer cruce), Gino Liberatti (18 años, primer cruce) y Tomás Salomón (20 años, primer cruce).
Las anécdotas
Así por ejemplo Diego Sayavedra, hermano de Adriana -editora fundadora de Correveidile-, en las semanas previas al cruce se preparó físicamente a conciencia con largas caminatas siguiendo los consejos de Javier y fue quien, como comunicador que es, salió al aire por radio Mitre y con Lila Levinson en Mendoza para contar los detalles del singular desafío; el contador Rubén Martínez, que con suma habilidad ideó un carrito de fuerte estructura de hierro para trasportar su pesada mochila de 27 kilos -que sin embargo se rompió por el accidentado terreno y debió ser abandonado-; el mismo Rubén que transcribió a modo de estímulo y ejemplo algunas frases o comentarios del General Gerónimo Espejo sobre la campaña libertadora rescatado de un libro de Bartolomé Mitre encontrado en el Instituto Sanmartiniano; el susto de Javier y del resto cuando Emanuel Gallar, en un accidente sin consecuencias, cayó de boca al río Tunuyán justo en la orilla, en el tramo que cruzaban a caballo y la definición a modo de reflexión de Sebastián Sosa al asegurar que “en esos parajes de soledad y silencio uno se siente hermano de la montaña”.
Testimonios
Javier y sus amigos partieron el viernes 13 de enero desde el Cristo del Manzano Histórico en Tunuyán (1.700 metros de altura), continuaron por el Puesto de Gendarmería Alferes Portinari, Campamento Las Yaretas (3.500 metros de altura), el Portillo Argentino (4.800 metros de altura), Paso de la Olla (3.300 metros de altura), Río Tunuyán, Real de La Cruz (2.900 metros de altura), Real de La Oveja, Hito Piuqueres en el límite con Chile, para concluir el miércoles 18 extenuados pero muy felices en Termas del Yeso, donde durante más de dos horas repusieron energías en las cálidas termas del lugar. Más tarde continuaron viaje en ómnibus a San Gabriel, una población chilena de apenas 3.000 habitantes, donde volvieron a reponer fuerzas con un sabrosísimo cordero deshuesado que preparó Alvaro Vargas, un especialista en la materia.
Javier Gallar y Sebastián Sosa contaron, en nombre de todos, partes de este cruce de los Andes a pie en la que ambos reconocieron que “una cosa es vivirla y otra muy distinta contarla”. Conocer por ejemplo que diariamente se levantaban a las seis de la mañana y que después de desayunar realizaban caminatas de hasta 14 horas, con la ansiedad de los más jóvenes de adelantarse, siempre en un clima de camaradería, amistad y mucho compañerismo. También el tiempo los supo acompañar, sin lluvias, nevadas o amenazas de tormentas; viajaron muy bien provistos de carpas para dormir, la ropa de abrigo necesaria, zapatillas de trekking, gorras, anteojos y protector solar; y de los alimentos apropiados para ese tipo de travesía: conservas, sopa, turrones, milanesas, salames, pasas de uva, almendras, dulce de membrillo y un calentador para calentar la comida.
Impresionados además de poder disfrutar de una geografía o naturaleza agreste y majestuosa, como así también la vista de las cumbres más nevadas y de tener como única compañía un silencio más que agradable durante esos seis días de marcha. Muy seguros de haber vivido una experiencia única e inolvidable en la que se sintieron tocados por el mismo espíritu que animó a nuestro Padre de la Patria, el General San Martín, cuando cruzó sus tropas para conquistar la libertad de América. Y con el compromiso que ya se adivina en sus miradas y sus palabras de regresar una vez más en enero de 2018 a esa cordillera tan querida que, sienten, ya los está esperando. Que así sea.