Este año que va deshojando la última hoja del calendario tuvo una serie de cambios políticos tanto a nivel mundial, nacional, provincial y departamental.
A primera vista se ve un alarmante avance de ideologías de extrema derecha, xenófobas y cuasi nazis en algunos de los países hegemónicos que son, en definitiva, los que tienen en sus manos el poder de manejar las reales políticas mundiales. Francia, Alemania y ahora Estados Unidos han mostrado claramente una tendencia preocupante: un exacerbado nacionalismo.
Seguramente el fenómeno de las migraciones masivas de personas que son víctimas de guerras civiles o de hambrunas consuetudinarias hacia países desarrollados de Europa puso en alerta a estos gobiernos que temen que sus intereses económicos se vean afectados.
Lo de EEUU es significativo. Ganó el candidato que en campaña prometió echar del país a los inmigrantes ilegales y construir un muro para evitar el ingreso de mejicanos a su país. Un multimillonario que obviamente nunca será solidario con los pueblos que sufren el hambre o la guerra. Eso votó la gente.
En nuestro país, luego de 12 años de gobierno del Frente Para la Victoria hubo un cambio de orientación política. Un presidente que triunfó a base de promesas, aún en proceso, y en quien la opinión pública aún deposita su cuota de confianza.
En Mendoza también hay un cambio de rumbo luego de años de gobiernos del justicialismo. El gobernador tiene una buena imagen que trae como eficiente intendente de Godoy Cruz y hasta ahora ha dado muestras claras que va por un cambio profundo en la provincia. Sobre todo en áreas sensibles como la policía y la administración pública donde nunca faltaron denuncias de corrupción.
Finalmente, Luján de Cuyo también disfruta de un anhelado cambio luego de una intendencia del PJ para el olvido. De hecho lo que se hiciera se iba a notar inmediatamente. Hubo mucha desidia y abandono por parte de las anteriores autoridades.
Todas las autoridades que asumieron un año atrás coincidieron en algo: recibían, cada cual en su jurisdicción, un paciente descuidado y con muchos vicios arraigados. Cada cual empezó con el tratamiento que creyó más adecuado para recuperar al Estado. Veremos cómo evoluciona nuestro paciente -en realidad somos todos los argentinos- y cuán efectivos son estos remedios.
En Chacras hay mejoras notables. La limpieza de calles y recolección de basura, el arreglo de baches y pozos en muchas calles, el mantenimiento de la plaza. Sumemos el asfalto de arterias básicas para el pueblo y la intención de un ordenamiento vial. Todo esto es bueno. Veremos cómo resulta el anunciado plan de mejoramiento para terminar con el caos vehicular.
Según los códigos del nuevo urbanismo, surgido en las grandes ciudades del mundo, a la luz de los errores cometidos con los modelos adoptados en años anteriores, la consigna debería ser primero el peatón, luego los ciclistas y por último el automóvil, algo que sospechamos no se ha tenido en cuenta en el diseño macro del próximo plan de ordenamiento a implementar en nuestro pueblo. Lamentablemente se sigue legislando para el vehículo, como verdadero protagonista de las reformas. El hombre y el peatón siguen siendo meros accesorios.
Es seguro que nadie quiere que el plan fracase. Si resulta eficiente, el beneficio será para todos. Pero también estaría bueno que si los resultados no son los esperados, las autoridades municipales tengan el coraje de revertirlo. Hasta que logremos el ordenamiento ideal para este Chacras de Coria, nuestro lugar, tan especial -para todos y cada uno de los que acá vivimos-.