Archivo | junio 2nd, 2016

El viñedo del Gran Hotel Potrerillos, de la mano de un chacrense -->

El viñedo del Gran Hotel Potrerillos, de la mano de un chacrense

Juan Dallapé, autor de un original desafío. Está ubicado a más de 1.400 msnm, es de Malbec y forma parte de la propuesta paisajística y turística del reinaugurado hotel de montaña.

Por Roxana González

Juan Dallapé vive en Chacras y siente que toda su vida está ligada a la tierra, las uvas y los  frutales. De niño, caminaba entre juegos por las fincas de la familia. Y de grande, cuida aquellas viñas heredadas, que siguen produciendo frutos que se vuelven vino. Su cercanía a la viticultura lo fue conectando con otros hacedores y así es que nació su oficio complementario: la construcción e implantación de viñedos.

Justamente por estos lazos entre quienes producen uvas y elaboran vinos, es que Juan se conecta laboralmente con la familia Porreta, dueños de Bodega Staphyle, y referentes de CEOSA, integrante junto con NellJoy del grupo empresario a quien se le concesionó el histórico hotel. Son ellos quienes le proponen el gran desafío de pensar un viñedo que acompañe la propuesta turística y paisajística del emblemático establecimiento.

Juan nos cuenta que le sorprendió el ofrecimiento, porque no se trataba de construir un viñedo más. Era sentar un precedente en una zona de montaña como Potrerillos, donde no existen otros emprendimientos vitícolas, no hay mayor conocimiento sobre el comportamiento de las plantas de vid y además, por tratarse de un viñedo que iba a formar parte del paisaje del tan añorado hotel. Ese carácter ornamental también implicaba una responsabilidad adicional.

Un Malbec crece al pie del dique

Con honestidad, Juan recuerda haberles dicho a quienes lo entusiasmaron con esta propuesta: “yo no tengo experiencia en viñedos de altura, pero conozco a quienes ya se animaron a retos similares, como un viñedo implantado en Villavicencio, cerca de la reserva y el hotel”.

Una de las certezas fundamentales para dar el primer paso fue el hecho de saber que en el predio del hotel había un pozo para la provisión de agua. Lo siguiente fue estudiar el suelo y prepararlo para la llegada de los barbechos de vid. Eso sucedió hacia finales de 2014 y para la inauguración del hotel, -que tuvo lugar el pasado 29 de abril-, las plantas ya se posaban en el último alambre.

“Son 2 hectáreas de Malbec, implantadas a 1.432 msnm, conducidas en un espaldero alto y con una disposición que abraza al hotel y culmina en el lago, dando la sensación óptica de que la viña termina en el agua, es una verdadera postal”, comenta con entusiasmo Juan, quien reconoce que este viñedo tiene una doble misión, porque no sólo se espera lograr un vino con sus uvas, sino que además debe recibir a los turistas que visitan el hotel, ofreciendo una imagen viva de la Mendoza vitivinícola.

Entre otras características técnicas que le comentó al Correveidile nuestro vecino de Chacras, mencionó un sistema de riego por goteo, que además de irrigar la viña, contribuye en la lucha contra las heladas.

Es sabido que la vid es una planta noble, que existen exponentes en lugares remotos y el mundo brinda con vinos de sitios insospechados para el cultivo de las uvas. Hasta hoy el viñedo de Malbec del Gran Hotel Potrerillos ha expresado “una muy buena adaptación”, según lo que nos relata Juan Dallapé. Él es consciente de que el desafío continúa, que el manejo y cuidado de esas plantas es la clave para seguir soñando con el día que pueda descorchar una botella del vino de esas uvas Malbec, que se dieron el gusto de nacer al pie del lago Potrerillos, en la precordillera mendocina.

Escrito en VecinalesComentarios (0)

Historias detrás del mameluco: los Bomberos Voluntarios de Luján -->

Historias detrás del mameluco: los Bomberos Voluntarios de Luján

En el Día del Bombero Voluntario publicamos esta nota de febrero de 2014 para homenajear a nuestros hombres y mujeres de Luján de Cuyo, que representan un ejemplo para toda la comunidad.

En la sede de Roque Sáenz Peña al 1900, frente a la Rotonda de la Virgen de Luján, desde hace 45 años hombres y mujeres trabajan por la comunidad. Su tarea heroica se traduce a diario en acciones que muchas veces salvan vidas. Al comandante mayor Gustavo Tiritera, le siguen el comandante Sergio Oviedo y el sub-comandante Cristian Moreno. También el director de capacitación externa Gustavo Alvarez y el presidente de la agrupación Ulises Silas Vitali. Además, un cuerpo de 103 efectivos activos, 56 alumnos de la escuela de cadetes y 12 aspirantes conforman el espíritu de los Bomberos Voluntarios de Luján.

Desde 2012, Chacras de Coria, Carrodilla y La Puntilla esperan un nuevo destacamento de este cuerpo, que estará ubicado en la ex Carbometal y permitirá acortar los tiempos de espera y volver más efectiva la ayuda. Entre las tareas pendientes para su puesta en funcionamiento, figura el acondicionamiento del lugar, los dormitorios, los baños y las salas de guardia. Y aunque Bomberos cuenta con el personal capacitado y el equipamiento necesario -una autobomba urbana con material de unidad de rescate y es posible que una escalera mecánica-, nada pueden hacer para acelerar los plazos más que esperar a que el intendente los atienda.

Son múltiples los reclamos que llegan a este lugar: rescate de animales, extracción de serpientes en domicilios, incendio industrial y de campo, rescate vehicular, tareas preventivas. Es mucho lo que dejan de lado, pero la vocación es más fuerte. Hace pocos días, llegó a la sede el equipo de la SPAI (Sapeurs PompierS d’ActiOns InternatiOnales) con una nueva misión de cooperación en la que además de donar un camión 4×4 para incendios forestales y una unidad furgón para rescate vehicular en barrancos, capacitaron al personal.

Pero no todas son buenas noticias. Entre los inconvenientes que deben sortear, figura una deuda que la Municipalidad tiene con Bomberos, ya que desde hace dos meses no reciben el 2% que figura en el ítem de las tasas municipales y que se destina a tareas de mantenimiento de equipos y de la estructura misma. El monto alcanza los $600.000. Ante estos problemas financieros, todo lo que se hace es a pulmón y con un subsidio anual que reciben de la Nación.

“Gracias a SPAI tenemos la posibilidad de mandar a formar a 10 bomberos nuestros en Francia pero no podemos hacerlo porque no contamos con el dinero. También deberíamos hacer un parque automotor nuevo porque el que tenemos nos quedó chico, y terminar dormitorios y baños”, dice Tiritera. Entre el centenar de personas que trabajan de manera voluntaria, cinco se acercan a dialogar con Correveidile y nos permiten conocer un poquito de su historia.


LILIANA ITALIANI, 43 años

Desde hace cuatro años es bombero voluntaria: “Me gusta servir a la comunidad, me gusta el trabajo en equipo y consideré que era una de las instituciones mejor preparadas para aplicar eso”, expresa. Madre de dos hijas adolescentes, una de 17 y otra de 15, Liliana obtiene su sueldo de su trabajo en la administración pública. En total, son cinco las mujeres que integran el cuerpo. Para eso fue capacitada durante dos años: uno como aspirante y otro como aspirante de primera.


LEANDRO REYNOSO, 24 años

Hace siete años está en el cuerpo con la necesidad de servir: “Surgió de muy chico y cuando tuve la edad no lo dudé”, dice. Ha participado de muchos (no recuerda ya cuántos) operativos. Disfruta del día a día en la guardia, compartir con sus compañeros una salida o una comida, y aunque siente estar expuesto a situaciones complicadas, valora hacerlo junto a ellos. Hace poco se quedó sin trabajo; vive con sus padres y asegura que aunque al principio les costó entender su decisión, ahora se sienten orgullosos.


JULIO DAPARO, 25 años

Es suboficial de ayudante y lleva nueve años en los Bomberos. Dice haber sido testigo del cambio generacional que atravesó la institución cuando se formó la comisión y la academia que lo llevaron a ser uno de los 12 primeros alumnos egresados. Julio trabaja en YPF, está de novio y vive con sus padres. “Siempre me gustó el voluntariado y la satisfacción que te da esta tarea es impresionante, el desafío nos impulsa a seguir”, afirma.


JAVIER ANTONIO, 42 años

Su papá fue uno de los primeros bomberos de Luján. Por entonces los recursos que tenían eran pocos. Recuerda con una sonrisa la imagen de su padre, cuando entraba a su casa con el casco en la mano y el mameluco embarrado. “Mis hijos son chicos pero de alguna u otra forma lo agradecen y mi mujer me alienta mucho”. Javier es licenciado en Higiene y Seguridad y desde 1985 divide su vida como bombero voluntario.


CEFERINO MARTINEZ, 45 años

Casado y padre de tres hijos, Ceferino es también abuelo y bombero voluntario desde el 2000. Además, recibe sus honorarios como  chofer de la Municipalidad adscripto al cuartel y realiza trabajos de albañilería en los ratos libres. Para estar donde está, dice, hay que tener vocación. En cuanto a su familia, lo apoya incondicionalmente, lo acompañan en las reuniones festivas fuera del horario del deber y es su mujer quien agarra el volante cuando ante una emergencia debe llevar a su marido a la sede.

Escrito en VecinalesComentarios (4)