Desde su primera infancia encontró en ellos una gran pasión que con el tiempo lo llevó a involucrarse en la vida de campo y el desarrollo de su oficio de herrador.
Octavio Perín (34) nació en Chacras de Coria, a pesar de que con el tiempo y motivado por su amor a los caballos, residiera en Buenos Aires y ampliara sus conocimientos y experiencia en Estados Unidos. ¿Qué hizo? Herrar caballos, porque esa es su profesión, que consiste en recortar el casco de los equinos, poner las herraduras en base a la disciplina para la que es utilizado cada animal, además de brindarle los cuidados básicos para su mantenimiento. “Mi acercamiento a los caballos viene desde que tengo uso de razón”, dice. En el 2001 trabajó durante seis años en Buenos Aires en una cabaña de caballos criollos, “San Baldomero” y más tarde continuó su formación mediante cursos teóricos y prácticos.
Hijo de una profesora de arte y de un ingeniero, Octavio creció desde chico motivado por la vida de campo y su gente. A los seis años tuvo su primer equino, por el que circuló por las calles chacrenses; con el tiempo llegaron otros, que fueron cuidados por momentos por el recordado señor Porreta donde ahora es el barrio Chacras de Farrell. En el fondo de su casa, recuerda, tenía un corral donde los guardaba. ¿De dónde viene tu pasión por los caballos? “Yo creo que lo traigo en la sangre. Uno de mis abuelos tuvo un criadero y el otro, cuando estuvo en la guerra, fue parte de la caballería. Los caballos son animales súper inteligentes que entienden más de lo que uno cree y han sido fundamentales para las grandes conquistas de la historia y la vida del hombre”.
Su primer dibujo de niño tuvo a un caballo como protagonista, en su casa hay libros dedicados a esta especie asociada a las costumbres campestres de las que tanto disfruta Octavio. Ex alumno de la Escuela Teresa O’ Connor y de la Panchito Correas, recuerda su infancia como una etapa increíble, de juego al aire libre y aventuras en la naturaleza. En relación a su trabajo le gustaría que el oficio fuera valorado en Mendoza, “ya que es tan importante como un buen veterinario o un buen entrenador. El herrado es tan fundamental como la buena alimentación. En condiciones naturales el caballo se autorregula, pero cuando es domesticado requiere de cuidados especiales”, asegura este joven chacrense.