La obra del Maestro Víctor Delhez, uno de los artistas más importantes del Siglo XX y que eligió nuestro pueblo como su lugar en el mundo, fue escogida por el Papa Francisco para sus saludos navideños pasados. Sorpresa y orgullo de su familia, también artista y por siempre vecina de Chacras.
Se trata de una tarjeta con la reproducción de “Natividad”, uno de los 91 grabados en madera que Víctor Delhez (1901-1985) realizara con escenas evangélicas para ilustrar el libro Los Cuatro Evangelios de Nuestro Señor Jesucristo -uno de los libros preferidos de Francisco-, publicado en 1956 en Buenos Aires por Guillermo Kraft. Según se afirma en algunas páginas de la Iglesia Católica “se trata de un artista muy apreciado por el Papa”.
Uno de los ejemplares de este libro -de edición limitada y numerada- en “versión de súper lujo”, según describe Aixita Delhez, hija del artista, se encuentra en el Vaticano desde la década del 40. Fue un regalo que, en 1944, le hiciera el editor al entonces Papa Pío XII.
“No todos los grabados que mi abuelo realizó sobre los Evangelios están en el libro, porque algunos fueron rechazadas”, cuenta a su vez Cristóbal Farmache, uno de los nietos del Maestro.
La escuela bendecida
También el Colegio Konrad Lorens, que funcionó en calle Besares hasta el mes de diciembre, recibió un saludo el año pasado de parte del Papa a través de una estampita con la reproducción de “Asunción”, otra maravilla del prestigioso xilógrafo belga.
Fue en respuesta al montón de cartas con saludos y dibujos de alumnos del establecimiento -entre ellos el hijo del gobernador Paco Pérez- que el Sumo Pontífice recibiera de manos del mandatario mendocino en ocasión de su visita familiar al Vaticano.
A raíz de la admiración del Papa Francisco por uno de los más grandes grabadistas que ha dado la especie humana -sin exagerar según los entendidos- devenido en vecino de Chacras mientras vivió, fue que durante la reciente visita del Sumo Pontífice a Bolivia, en el marco de su gira por países sudamericanos, el gobierno anfitrión organizó para homenajearlo, una muestra compuesta por 120 láminas de grabados de Víctor Delhez. Las mismas fueron donadas por la Fundación Diez de Molina, de la familia del escritor boliviano Fernando Diez de Medina, quien supo ser un gran amigo de nuestro artista en los cinco años en que Delhez se afincó en Bolivia. Amistad que perduraría por mucho tiempo después.
“Es sorprendente que el Papa use esta imagen para mandar un saludo. Es una muestra de hasta dónde llegó con su obra mi abuelo. Ha sido tan valiosa y reconocida que el Vaticano utiliza uno de sus cuadros”, cuenta el Toba Farmache y aclara que “no fue una gestión de la familia, todo ha sido decisión del Papa”.
En el libro “Más allá del Muro, diálogo entre un musulmán, un rabino y un cristiano” de Antonio Spadaro, aparece una pista de desde cuándo conoce el Papa la obra del artista “chacrense”. Allí Omar Abboud, importante dirigente comunitario de la grey musulmana y una de los partícipes del diálogo de integracionismo religioso, cuenta entre sus páginas acerca de cuando el entonces arzobispo Jorge Bergoglio “comenzó a obsequiar sus cosas y libros entre los amigos” y a él le dejó el libro “49 grabados sobre el Apocalipsis” con litografías del gran Delhez.
Anécdotas de familia: El amor que le falta al comunismo
¿Cómo llegó Delhez a pintar los Evangelios?, preguntamos.
“Cuando mi padre llega a Argentina se hospeda en una pensión de caballeros. Allí conoce a un compatriota belga, el pianista Julio Perceval -padre de nuestra vecina y actual embajadora argentina ante las Naciones Unidas, Marita Perceval-. Ambos encuentran varios libros un poco escondidos en aquella casona, entre ellos una Biblia, que pronto mi padre comienza a leer. Lo sorprendente de esto –continua el relato su hija Aixita-, es que en aquellas lecturas bíblicas Delhez encontró -como afecto lector de Marx y simpatizante comunista- el componente que a su juicio le faltaba a dicha doctrina: el amor. Desde entonces comenzó a leer asiduamente los Evangelios, y así se convirtió en un devoto católico. De allí a pintar los Evangelios fue un solo paso. Luego vendrían el “Apocalipsis” y demás”.
El amigo Dragui Lucero
Cuenta Aixita otra anécdota de su padre que lo une al escritor mendocino Juan Dragui Lucero, referente de nuestra literatura cuyana y amigo personal del belga radicado en Chacras.
En cierta ocasión, el escritor le pide a su amigo, como “el honor más grande” que el artista pueda hacerle, que le ilustrara la tapa de su bello libro “Las mil y una noche argentinas”. Delhez acepta, pero cuando lo lee se “volvió loco”, y en vez de la ilustración para la tapa que le encargó su amigo, realizó alrededor de 40 grabados para ilustrar una de las maravillas de nuestra literatura.
De ahí en más, ilustrar libros clásicos fue una práctica cotidiana para el Maestro, quien además, mientras vivía entre nosotros se dedicó también a fundar la cátedra de grabado de la Facultad de Artes de la UNCuyo.