Vecina y apasionada de Chacras, es psicóloga social, madre y cantante. En esta nota conocemos un poco más acerca de su vida.
Laura Carubín tiene muchas facetas. Por un lado lleva adelante su propia empresa de recursos humanos desde hace ocho años -Carubín Capital Humano-, la cual ofrece, a su vez, servicios de marketing, comunicación, diseño y organización de eventos empresariales. Son ocho las mujeres que trabajan allí, entre ellas, una de sus hermanas. ¿Por qué mujeres? “En realidad ha sido una coincidencia, soy una defensora de que las mujeres podemos trabajar en cualquier etapa de la vida; tampoco se ha dado que vengan muchos hombres… De todas formas Carubín es muy femenina, trabajamos hasta la siesta desde la consultora y después quedamos de guardia con los teléfonos encima. Apunto a que la mujer pueda hacer deporte, estar con sus hijos, seguir estudiando o lo que tenga ganas de hacer. Sí me interesa que las personas con las que trabajo tengan tiempo ocioso, y es algo que yo le criticaba a las grandes empresas por las que pasé”, dice Laura en su oficina de la Quinta Sección.
Vendió ropa, trabajó en una telefónica y luego en un banco. En paralelo estudió psicología social y planificó lo que ahora es una realidad: ser su propia jefa, manejar sus horarios y disponer de sus horas libres. En esos momentos, Laura elige la música y por supuesto, acompañar junto a su marido el crecimiento de sus dos hijos, Amparo y Arturo. Con cuatro discos en su haber (“Esquizofrenia”, “Viento a mi favor”, “Puente” y uno acústico que incluye además de letras propias, covers) y la compulsión que tiene por componer canciones, esta vecina de Chacras de Coria no para. Camina, juega al tenis y al fútbol junto a un grupo conocido como Las Suricatas. También tiene un libro que algún día espera publicar: se trata de una historia de amor.
-¿De dónde viene tu afinidad por la música?
-Tengo una abuela, que ya falleció, “Choli”, que tenía un piano en su casa. Ella me enseñó y eso parece que se impregnó en mí y fluyó desde que era muy chica. A los diez años ya sabía que quería ser actriz y cantante. A los 16 me animé a armar una banda, se llamaba Karubins y tocamos en lugares muy característicos de Mendoza, como el Cacano. Hacíamos covers de bandas nacionales e internacionales. En una oportunidad fui telonera de Fabiana Cantilo y tuvimos una charla muy linda cuando yo empezaba con mis temas propios. Me dijo algo que no me olvido nunca más: “Si vos querés permanecer en el mercado empezá a hacer tus temas y defendelos”. Después me presenté en castings y aunque no tuve suerte, un productor de Buenos Aires me propuso hacer un disco allá. Era Pablo Ramírez. En esa etapa pensé en vivir allá hasta que un día redescubrí Mendoza, conocí a Cocó, mi marido y me enamoré. También conocí a Leo Mut, que tiene un estudio de grabación acá, “El Divino”, y ha producido mis dos últimos discos, y sigo estudiando con Javier Segura, que es un referente.
Cuando Laura Carubín repasa su último tramo de historia, el amor, la música y el trabajo van de la mano: “Fue hermoso darme cuenta que podía trabajar junto a Cocó, que respetara mis sueños y que quisiera formar una familia, además de que somos muy amigueros y tenemos una relación en la que cada uno brilla. Juntos somos un buen equipo. Nos apoyamos mutuamente, es un gran pilar y creo que es mi mejor manager”. En cuanto a Chacras de Coria, preguntarle por este retazo de geografía, dice ella, es tocar su corazón: “Es uno de los pueblitos más lindos del mundo, lejos. Vivo en Chacras desde 2006 y sostengo que llegar ahí es desconectarme del mundo. Salir a caminar, reconocer su perfume a pesar de que haya cambiado mucho, tener un periódico, la panadería, encontrarte con una amiga, el aire, el verde, los perros, su mística”.
Tiene una mirada positiva de la vida y asegura que forma parte de su identidad. Se recuerda como una niña alegre y aún se siente así, sumada a una desarrollada capacidad de resiliencia. “Trato de mantener esta perspectiva y de contagiarla. Y cuando estoy muy triste escribo canciones, lo canalizo por ahí. Una vez que termina eso, termina ahí, y miro a mis hijos con una sonrisa, es un ejercicio que intento en la medida de lo posible”. Hija de un abogado y de una psicóloga social “súper laburante”, asegura que ambos han sido grandes ejemplos para ella y sus cuatro hermanos.