Con 60 socios activos, el Aeroclub de La Puntilla cumplió este mes de agosto su primer siglo de vida. Semillero de pilotos profesionales y deportivos, también ofrece servicios de taxi aéreo y la posibilidad de volar en familia para ver nuestra tierra desde el aire. En octubre serán los festejos del centenario en su recientemente remodelada confitería.
Caram, Angelillo, Agüero, Azcárate, Tsallis, Vanello, Jorgensen y Atencio. La gente del Aeroclub en una tarde de acción.
“Luján debe estar orgulloso de esta institución”, dice Lorenzo Lolo Azcárate, presidente del Aeroclub, y explica las causas de porqué hay que conocerlo y apoyarlo. Además de que es uno de los iniciadores de la actividad aeronáutica en nuestro país, la importancia estratégica de este aeródromo reside en que está considerado como terminal provincial para aviones chicos y medianos, algunos de ellos de vital importancia, como los que transportan órganos para transplantar.
Es así porque desde que cerró el Aeroparque Provincial del Challao –hoy Base Cóndor, donde operan los helicópteros de la Policía- la pista del Aeroclub Mendoza es la principal alternativa al Aeropuerto Internacional Francisco Gabrielli en una emergencia, ya que cuenta con una pista de 1.200 metros de asfalto de excepcional calidad: “puede ondularse pero no quebrarse, como ocurre con otros aeropuertos”, explica a su turno el instructor.
“Además, en El Plumerillo, debido al gran movimiento de aviones de líneas comerciales y de la Fuerza Aérea, no hay casi espacio para maniobrar aviones más pequeños, por eso acá les damos el servicio de “hangarage” –garage de aviones- o para cargar combustible, ya que cuenta con una planta nueva con capacidad para 10.000 litros de aeronafta”, continua la charla Azcárate.
El importante movimiento que se vive en esta pista así lo confirma. Además de los vuelos que emprenden los futuros pilotos profesionales de la Escuela que allí funciona, también llegan los aviones que portan órganos para transplantar; es la base para el avión hidrante que apaga incendios y alternativa para los que combaten la mosca del Mediterráneo. Además, permanentemente despegan y aterrizan vuelos de negocios, de ejecutivos que van y vienen por el país; o los de turismo contratados para conocer la geografía mendocina desde el cielo. Incluso muchos políticos en campaña la utilizan para trasladarse rápidamente hasta lugares más alejados de la provincia. Su cercanía con la Ciudad de Mendoza es otra gran ventaja.
Otros habitués son aquellos que ya obtuvieron su licencia de piloto y disfrutan en sus ratos de ocio de la inconmensurable sensación de libertad que brinda el salir a surcar los cielos sobre un par de alas. El sueño de Ícaro hecho realidad.
Primer Avión Fumigador Puelche fabricado en Mendoza.
Aires de libertad
“Es que volar es atrapante. No hay actividad que te haga sentir la sensación de libertad que te brinda el vuelo”, cuenta Cristian Tsallis, piloto profesional egresado de allí mismo y vicepresidente de la institución.
“Se trata de una actividad que requiere mucha disciplina, ya que los seres humanos no estamos diseñados biológicamente para volar” dice Tsallis. Es por ello que la comisión directiva a cargo en los últimos años ha intensificado las normativas y la disciplina para garantizar seguridad a piloto y tripulación. “Un error o descuido se paga con la vida” sostienen los expertos, y recuerdan la causa de la muerte del Turco Ana, querido vecino de Chacras, quien se quedó sin combustible en su bimotor camino al Plumerillo para abastecerse. Por ello el completo chequeo de la máquina se vuelve fundamental antes de despegar, más un minucioso plan de vuelo que detalle tiempo y lugar de vuelo y cantidad de combustible, entre otros detalles fundamentales, antes de que la torre de control dé la autorización para despegar.
De todas maneras, tanto Azcárate como Tsallis enfatizan que “más seguro que el avión no hay nada” y culpan del miedo a volar a la falta de costumbre que tenemos la mayoría de los mortales. Además “cada muerte de obispo, cuando ocurre un accidente de avión, llena la tapa de los diarios”.
Vuelos ejecutivos a cualquier punto del país.
La Escuela
Cuenta Tsallis que cada año, entre15 y 18 aspirantes se reciben de pilotos privados en la Escuela de vuelo que funciona en las instalaciones del Aeroclub. “De ellos, un alto porcentaje sigue el entrenamiento y recibe la licencia de piloto comercial, necesaria para trabajar. Después pueden seguir entrenando y rendir para entrar a una aerolínea comercial”.
El aprendizaje supone 40 horas de vuelo para lograr la licencia de piloto privado, que puede abarcar entre tres meses y un año de entrenamiento, según el tiempo que le dedique el interesado. Es el caso del que vuela por hobby. Quien quiera seguir la carrera, debe acopiar 200 horas de vuelo y rendir un examen con un instructor que viene desde Buenos Aires. Así obtiene la licencia de piloto comercial. Para trabajar en una línea aérea nacional o internacional, deberá invertir un mínimo de 900 horas volando. “Algo así como cuatro o cinco años en total. Desde ese momento ya está capacitado para pilotear un 787, o un 757”, asegura Tsallis. “El sumun de la mayoría de los pilotos”, aporta Azcárate. Como es una actividad cara, la mayoría de los pilotos trabaja en el sector comercial para financiarse la última etapa de la carrera y así, de paso, acumular horas de vuelo, sostienen.
De la Escuela del Aeroclub salieron muchos pilotos que hoy trabajan en aerolíneas nacionales e internacionales, en la lucha antigranizo, incluso cada tanto se gradúa alguna mujer. Y entre los ejemplos surge el nombre del comandante Matías Ballaco, hoy copiloto de un Boeing 787 de la aerolínea Lan Chile.
Pero, sostienen estos pilotos, nada se compara como el primer vuelo sólo. Es a partir de las 15 horas de vuelo en que los instructores le largan el avión al novel piloto para que vuele en entera soledad, sin instructores a la vista. “Es el momento más sublime, ni la obtención de la licencia se compara al impacto de encontrarte solo piloteando el avión”, afirma Cristian Tsallis.
Sobrevuelo de avión hidratante de lucha contra el fuego.
La historia
El 2 de agosto de 1915, se juntaron en el Club Gimnasia y Esgrima de la Ciudad de Mendoza algunos aficionados a la aeronáutica, con el propósito de crear un club de aeronavegación. Varios de ellos eran militares, ya que la aviación se inició en nuestro país en el Ejército. Recién veinte años después se crea la Fuerza Aérea. Nacía así el Aeroclub Mendoza, el segundo del país, puesto que unos años antes –en 1908- los hermanos Jorge y Eduardo Newbery habían fundado el Aeroclub Argentino, pionero de la aviación civil y militar argentina, hoy casi en extinción.
En los años siguientes pudieron verse las primeras aeronaves surcar los cielos mendocinos en cortas distancias, desde el lago del Parque y Cerro de la Gloria, ante la sorpresa de los presentes. Era un espectáculo inimaginable.
Años después, fue en el predio del antiguo aeropuerto El Plumerillo, cedido por la familia Bonfanti para el desarrollo de la actividad aeronáutica y donde también se asienta la Fuerza Área, que el Aeroclub comenzó a funcionar como tal. Luego se traslada al distrito lujanino de Agrelo, donde se operaba sobre pista de tierra, y finalmente gracias al esfuerzo de los socios, muchos de ellos personas influyentes de la época, logra instalarse definitivamente en 1958 acá nomás, cerquita nuestro, en el distrito La Puntilla, próximo a los cerros pedemontanos.
Vista aérea del aeródromo.
Festejo centenario
Por estos días la Comisión Directiva del Aeroclub se encuentra pergeñando los festejos de los cien años de la institución. Será en el mes de octubre y de paso servirán para estrenar la remozada cantina de socios. Habrá cena show, degustación de vinos a cargo de distintas bodegas y, para hacer el honor a la causa, una muestra de aviones traídos desde tierras cercanas.
Igualmente invitan al público a acercarse a conocer las instalaciones del Club, muy cuidadas y dignas de visitar, especialmente los sábados, que por ser uno de los días de mayor actividad la propuesta se vuelve más interesante. Un lindo paseo para conocer una de las actividades más atrapantes para el ser humano, en un entorno agradable y natural, característico del pedemonte mendocino.
Anécdotas
A lo largo de los quince años que estuvo a cargo de los aviones de la Gobernación, Lolo Azcárate atesora muchas anécdotas para contar, algunas se podrán hacer públicas, otras quedarán guardadas en el cofre de la memoria.
Recuerda con especial cariño cuando trasladaba a don Felipe Llaver y al Pilo Bordón. Del radical cuenta que cuando se subía al avión, delegaba: “ahora usted manda más que el Gobernador”.
Por su parte, Bordón no era tan animoso al momento de subirse a un avión, delata nuestro entrevistado. Y recuerda especialmente un viaje a Chos Malal, en Neuquén, con motivo de los 100 años del distrito, bajo la presidencia de Alfonsín. En ese escenario este estadista acuñó su celebre frase “A vos no te va tan mal Gordito…”. “Fue un viaje con mucha turbulencia, que además del susto lógico, tuvo como consecuencia el traje y la camisa del gobernador empapados con el café que le había servido su hija. Por supuesto se volvieron todos en auto, en el de Rodolfo Gabrielli. Ninguno quiso subirse de vuelta al avión”, recuerda entre risas el piloto.
“Como taxi aéreo, en la actividad privada, llevé en una oportunidad a Alberto Cortéz, quien había venido a cantar a Mendoza, a visitar a su abuela en General Alvear. Invité a un amigo que era fanático suyo para que me acompañara, sin adelantarle nada. Cuando lo vio no lo podía creer. Almorzamos con toda la familia y, como nos caímos muy bien, a la noche nos invitó a verlo con nuestras familias al teatro”.
Cuenta también Azcárate que varias veces llevó en su avión a Guy Williams, el legendario Zorro, un admirador de la Argentina, quien tenía dos grandes debilidades: su novia italiana bastante más joven que él y almorzar un bife de chorizo regado con un Don Valentín lacrado –de la bodega Bianchi de San Rafael- Así es que cada tanto se aparecía por estos pagos en busca de los mentados placeres.
“¡Acá estuvo Cristina!, exclama Azcárate refiriéndose a la primer mandataria. “Fue cuando estaba en campaña como candidata a la presidencia y tenía que viajar a General Alvear”.
La aviación civil en Mendoza
Fue el tres veces gobernador demócrata Pancho Gabrielli, adepto a la aviación, quien construyó el Aeropuerto Internacional El Plumerillo en nuestra provincia, hoy justamente llamado Francisco Gabrielli en su homenaje. A su instancia, en 1971, durante su tercera gobernación, esta vez como interventor de facto, el Gobierno de la Provincia compró cuatro aviones. Hace diez años fueron rematados. Hoy sólo le quedan a Mendoza los asignados a la lucha antigranizo.
Para contactarse:
Sólo hay que llamar al 261 4963349 para reservar y pedir turno. La dirección es: Los cerrillos S/N Ruta Panamericana KM 7,5. La Puntilla, Luján de Cuyo. GPS ARP Latitud y Longitud: S 32° 57′ 47.0” y W 68° 52′ 22.0”. Más información:info@aeroclubmendoza.com.ar