Por Patán Purpora
Cuando uno no sabe de dónde viene, lo más seguro es que no sepa a dónde quiere ir.
Cuando nos referimos a la historia de nuestros pueblos, uno se remite a los datos ofrecidos por historiadores y relatos intencionados, y no siempre con buenas voluntades.
Los pueblos de esta región cuyana (cuyún: “país de arena” quechua) nunca dejaron de estar en sincronía o mejor dicho, armonía con su medio ambiente, entendiendo éste, tanto la tierra como el universo. Según Carlos Rusconi, aquí se mantenían ciertas costumbre que determinaban los inicios y terminaciones de los ciclos vitales de la tierra.
Una de esas costumbres era su “Inicio del ciclo agrícola anual, después llamado AÑO NUEVO”.
A partir de los distintos sometimientos, tanto americanos como después españoles, los ritos o celebraciones, se fueron confundiendo y terminaron representando pequeñas fiesta locales y en su mayoría mezclas paganas-religiosas.
El SOLSTICIO DE INVIERNO, (solsticio= sol quieto) representa el punto de mayor alejamiento de la TIERRA con respecto al SOL, a partir de ese momento se inicia su acercamiento. Esto ocurre dos veces en un año, para cada hemisferio, una vez en invierno y otra en verano. Para los que vivimos en esta parte del mundo, al sur del Ecuador, nuestro ciclo anual comienza en Junio, con el Solsticio de invierno. Como lo es para los que viven en el hemisferio Norte el solsticio de invierno en Diciembre.
Esta realidad natural para los habitantes de estas latitudes, pasó a formar parte del ocultismo promovido por la conquista europea.
Entre las consecuencias de la gran masacre americana por parte de los europeos a partir del siglo XV, se encuentra la adopción cultural europea como “AÑO NUEVO” el Solsticio de Diciembre, contradiciendo las costumbres locales que era el comienzo del año agrícola como inicio del ciclo anual: AÑO NUEVO para los que habitamos el hemisferio SUR.
La Laguna del Rosario, así llamada por los antiguos habitantes del norte cuyano, generaban formaciones coincidentes con las de un río que iba tejiendo un rosario de lagunas, entre ellas las de Guanacache. En ellas estaba el mayor asentamiento poblacional del norte cuyano, con grandes producciones agrícolas, ictícolas y ganaderas.
La recuperación de un concepto de cosmovisión como lo es el “inicio del ciclo vital” o “Año Nuevo del Sur”, es fundamental para una coherencia y armonía con el medio que nos contiene (tierra y espacio).
Así como se pudo recuperar las actividades olvidadas por la falta de transmisión generacional, como fue el caso de la cerámica, los tejidos en cestería, o aquellos que tenían aplicaciones de lanas, sólo comparables con los del sudeste asiático, es que consideramos posible, reconocer y recuperar, como propio, el inicio del ciclo vital para los habitantes que estamos en esta parte del mundo.
Hacer un festejo del “Año Nuevo del Sur” en este lugar emblemático para los habitantes de Cuyo, es una forma de comenzar a recuperar nuestra propia identidad comprometiendo a los pobladores a buscar y aportar en el festejo de sus propias costumbres.
Si consideramos que seremos los originarios para dentro de 5.000 años, es nuestra obligación no interrumpir el conducto cultural del que formamos parte.