Rincón de Ciencia: ¿Vivir sin agua?

El agua, recurso natural finito que forma parte del ciclo hidrológico, por lo general no se encuentra disponible en el lugar y el momento en que se necesita, lo que le confiere un carácter de recurso escaso. Falta conciencia de consumo moderado de agua potable.

Por Mónica Marcela Andino*

A pesar de la relativa abundancia de agua en la naturaleza, de los 110.000 km3 de agua que precipitan anualmente a nivel mundial, sólo pueden ser aprovechados unos 42.700 km3 y un reciente informe de Naciones Unidas alerta sobre la demanda global que para el 2050 crecerá  en promedio un 55%, principalmente debido a la creciente demanda de la producción en un 400%, generación de energía térmica en un 130% y consumo doméstico en un 140%. Como resultado, la disponibilidad de agua dulce estará bajo mayor presión durante este periodo y las previsiones apuntan a que más de un 40% de la población mundial vivirá en zonas con severos problemas hídricos para el 2050.

El agua dulce y la energía son cruciales para el bienestar y el desarrollo socioeconómico sostenible.

¿Incide el cambio climático en la oferta del agua?

Mucho. Con la alteración de las precipitaciones y la evapotranspiración, el clima se altera con mayor temperatura, el hielo se diluye en los polos, los glaciares se disuelven, las lluvias y la nieve han mutado sus ciclos (menos nieve, granizo en octubre, heladas hasta noviembre), lo que produce una afectación de la disponibilidad de agua, extremo que se agrava con el crecimiento de la población, la competencia entre distintos usos de agua y en especial los distintos usos del suelo, es decir el avance de la urbanización, en antiguas zonas afectadas. Se ha observado también que los sistemas hidrológicos serán afectados por un aumento de la escorrentía, lo que se condice con un mayor riesgo de inundación.

En Mendoza, de las mediciones que el Departamento General de Irrigación realiza diariamente, se puede apreciar que en los últimos cinco años las cuencas locales están sufriendo un período hídrico de sequía extrema, presentándose derrames de entre el 50% y el 70% del valor medio histórico. Esta situación trae aparejadas consecuencias ineludibles e irreparables en algunos casos. En los últimos cinco años, Mendoza declaró por ley la УEmergencia HídricaФ en todo el territorio provincial. Esto se agrava por una utilización inadecuada del recurso en riesgo (demandas actuales y futuras) y por la falta de incentivos para lograr un uso inteligente, o para efectuar una asignación eficiente entre demandas alternativas, tomando importancia en este sentido una correcta valoración social, económica y ambiental del agua.

El continuo incremento de las demandas lleva a la necesidad de recurrir a fuentes de agua cada vez más costosas, junto a problemas asociados a la contaminación y deterioro ambiental, dándose en consecuencia un cambio de orientación en las políticas hídricas.

Mendoza: Oferta vs. Demanda

A medida que la oferta hídrica per cápita disminuye y las nuevas fuentes son remotas o inexistentes, se ha debido recurrir a fuentes alternativas, como el ahorro de agua a partir de mejoras en infraestructura de conducción, “reuso” de aguas residuales de origen cloacal o industrial, la desalación de aguas salobres o la captación de lluvias.

En Mendoza, con una población de más de 1.7 millones de personas y una superficie de 150.000 km2, la densidad media de población es de 13 habitantes/km2. Pero, en los oasis productivos, que representan el 5% del territorio se asienta el 99% de la población con una densidad poblacional media de los oasis de 377 habitantes/km2.

El dique Potrerillos puede almacenar sólo un tercio del agua que demanda un año agrícola en su área de influencia, y en torno al río Mendoza vive el 65% de la población mendocina y se genera alrededor del 70% del PBG.

Esta concentración poblacional y económica plantea graves problemas a los sistemas de riego, ya que deben ampliarse sus funciones para satisfacer no sólo las demandas de agua para riego sino también para abastecimiento poblacional, industrial, recreativo, etc., generándose serios conflictos relacionados con los usos y con la preservación cualitativa del recurso.

Ante esto, resulta necesario que los gestores del agua efectúen un amplio control cualitativo del recurso, evitando su contaminación por parte de emisores concentrados –industrias- o dispersos -residuos sólidos urbanos poblacionales-.

De las más de 500 mil has. en explotación agrícola en Mendoza, solo 30 mil tienen sistemas de riego por goteo, aspersión u otras tecnologías modernas -por lo general son grandes emprendimientos y la mayoría se abastecen con pozos-. El resto sigue regando por inundación, y paga por superficie: así, el costo del agua y la necesidad de ahorrarla no figuran entre las prioridades de la población que en muchos casos, riega grandes extensiones de jardines con agua potable.

Asimismo, el consumo de agua potable se ha duplicado en los últimos años y en algunos casos hasta quintuplica los estándares aconsejados por la OMS. En muchas zonas urbanas se registra un derroche de agua potable calculado hasta en 1.300 litros, cuando lo normal se estima en 250 litros por día y por habitante en zonas de las características de nuestra provincia.

Falta conciencia

Uno de los principales problemas que afrontan los regantes localizados en zonas semi-urbanas de la provincia de Mendoza es el daño producido por Residuos Sólidos Urbanos (RSU) que afecta la calidad de las aguas y dificultan la operación del sistema.

Las políticas de preservación del agua escasa deben prever la lucha contra el derroche -en el uso urbano o en el riego agrícola-, contra la contaminación y la recuperación de sus aguas servidas, entre otros aspectos.

En Mendoza aún no se ha generado una conciencia de consumo moderado de agua potable lo que  favorecerá también el riego de los cultivos.

La escasez hídrica regional exige políticas que, traducidas en acciones de gobierno, produzcan un mejor aprovechamiento del recurso, dándose así lugar a una oferta hídrica suficiente para la creciente demanda, y que a su vez concienticen a la población a que realice un uso eficiente y equitativo del agua cuidando especialmente su calidad.

*Abogada. Dra. en Derecho por la Universidad de Zaragoza-España. Miembro del Instituto de Agua y Ambiente de la Universidad de Mendoza

Deje su comentario