Archivo | febrero 9th, 2015

El nuevo párroco del pueblo -->

El nuevo párroco del pueblo

Se trata de Osvaldo Scandura, quien viene de la Parroquia del Corazón de María para asumir el nuevo cargo en Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en Chacras de Coria. El vicario parroquial es Pbro. Augusto Jorge Baracchini, el sacerdote colaborador Daniel Aporta y Ramón Pilutti como diácono permanente.

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Lecturas de verano: Heladería, por Nicolás Sosa Baccarelli -->

Lecturas de verano: Heladería, por Nicolás Sosa Baccarelli

-¿De qué lo vas a querer?- me pregunta la vendedora, detrás del mostrador de la heladería.

Y es cuando yo me paralizo. Subo despacito la mirada, y veo un cartel enorme, luminoso,  con 147 sabores, y empiezo a sufrir por lo que va a pasar  (porque ya sé lo que va a pasar). Y me acuerdo de mi infancia, cuando comíamos candy y solamente había que elegir entre crema y chocolate, o bien pedir ambos, y ahí se terminaba el asunto. Y salíamos por calle Lavalle, con mi hermana, felices, chochos, rebosándonos el helado por la ropa, muertos de felicidad. Y me acuerdo cuando comprábamos en lo del Guri Salgado y yo ya tenía esas pequeñas supersticiones que construyen los niños para hacer su vida más llevadera, y sentado sobre el borde del mostrador decía “dulce de leche y naranja”, sin dudar ni un segundo. Y otra vez estoy ahí, sin decidirme, y la vendedora mirándome, con esa cara, con esa sonrisa de vendedora, desdibujándose.  “¿Por qué a mí?”, pienso. (¿Por qué no agarra una cuchara, la hunde en un balde y me sirve de una buena vez un helado –cualquiera- sin sonreír tanto, y sin hacer estas preguntas?) Y giro hacia atrás y veo tres niños, dos matrimonios, un grupo de amigos, unas parejitas… todos con un papelito en la mano, esperando que yo tome esta decisión. Y yo quiero ser educado y sufro por lo que va a pasar porque ya está pasando.  Y yo ya no tengo ganas de tomar helado, simplemente quiero salir de ahí. Y digo lo primero que se me ocurre, que siempre es “Chocolate”,  entonces la vendedora con cara de vendedora se ensaña conmigo y pregunta “¿Cuál?” y mira el cartelote donde se lee chocolate con dulce de leche, con pedacitos de chocolate, con maní, con almendras, con nueces, con pasas de uva… y diez chocolates más. Y ahí es cuando me acuerdo por qué me gusta más el café, esos recintos donde uno se sienta, mira al mozo y levanta la mano dejando ver su índice y su pulgar paralelos y en dos minutos aparece el hombre con un café, sin hacer ninguna pregunta, sin sonreír con cara de vendedor, sin someterme a ningún escarnio. Pero estoy en la heladería,

estoy en la endemoniada heladería,

y toda la gente está esperándome.

Y yo ahí… sin tomar la decisión.

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