Archivo | noviembre 10th, 2014

La Piedra (re) pintada -->

La Piedra (re) pintada

Una reciente “pintada” de la famosa piedra del Fasulo, ubicada en Medrano y Viamonte, símbolo entrañable de Chacras de Coria, nos invita a reflexionar sobre la preservación del patrimonio cultural del lugar donde vivimos. Arduo tema: los confusos límites entre la participación “popular” en un hecho estético comunitario y el vandalismo.

El legendario e inefable Fasulo con su obra maestra: la Piedra Pintada. Foto: Gabriel Gallar

Por Nicolás Sosa Baccarelli

Cuando nacimos nosotros, ya la piedra estaba allí, vaya a saber desde cuándo. Luciendo sus líneas horizontales que, cada tanto, su autor resaltaba. Ponía en la tarea de repintarlas, la misma dedicación que cuando las trazó por vez primera, en una época antigua cuya fecha precisa a nadie importa porque ya pasó a ser leyenda.

Don Elías

Se sabe que fue don Elías Agustín quien la colocó, justo en el lugar donde está ahora: en la esquina de Medrano y Viamonte. Lo hizo para evitar que los autos siguieran desplomándose en la profunda acequia que los sorprendía al girar hacia la derecha para subir por Medrano. La trajo una tarde, con la ayuda de Tomás Rodríguez,  en un viejo camión Bedford -recuerda su hija, nuestra querida “Tita” Agustín- la calzó con auxilio de los vecinos, y allí quedó para siempre. “Fue un estruendo cuando esa piedra cayó al suelo. Me acuerdo ese día. Yo me encerré acá adentro y no volví a salir. En su momento pensé que no era una buena idea… Pero con el tiempo vi que sí. Y acá quedó”, cuenta Tita.

El Fasulo

Probablemente “Oscar Ysaguirre” sea un nombre que dice poco. Por lo menos al lado de “Fasulo”, su apodo. Él fue quien se paró un día frente a esa piedra inerte, tomó el pincel, y le dio vida.

Locutor oficial de las fiestas en la plaza, en las que solía aparecer con su mejor pilcha, empuñar con seguridad el micrófono y presentar a cualquier artista que le había encargado tamaña tarea, poniendo a la empresa un ostensible  cariño que él traducía en una cómica solemnidad. Los medios gráficos de la provincia publicaron algunas notas sobre él (Los Andes, Uno, Primera Fila, etc., y obviamente nuestro Correveidile). Hasta la ciudad había llegado la módica fama de este personaje entrañable, proveniente de la vecina provincia de San Luis, y radicado en Chacras de Coria traído por el mismo Elías Agustín a trabajar en su aserradero. Pintor de brocha gorda, suele decirse con desgano. Figura inolvidable, me gusta pensar, cada vez que veo su piedra y lo recuerdo.

Un símbolo

Es, se ha dicho, la referencia justa e indiscutida para indicar dónde nace Medrano (la Medrano “vieja”, la “calle de los tontos”, “la de la piedra pintada”). Un hito topográfico, un gesto altruista para evitar accidentes, una suerte de amuleto mineral que nos recuerda hasta qué latitud exacta nos ha llevado nuestra caminata; una compañía cálida y muda para el hombre de a pie que espera el colectivo. La piedra pintada es más que todo eso. Es -qué duda cabe- uno de los símbolos más importantes de la identidad de nuestro lugar, un hecho estético comunitario que grita lo que Chacras fue y sigue siendo: un pueblo. Un pueblo de gente sencilla, como don Elías, como el Fasulo. Un día cualquiera ellos partieron, pero nos quedó su piedra.

Días pasados, los vecinos fuimos sorprendidos por una súbita re-pintada de la piedra, ejecutada por dos chicas. El trabajo que se realizó está en las antípodas de lo que implica una “restauración” del objeto. Claramente no se buscaba restaurar, sino eliminar lo realizado y utilizar la antigua piedra como un soporte para plasmar lo que las púberes artistas quisieron.

No es la primera vez que la piedra es objeto de pintadas callejeras. Al examinarla comprobamos con dolor que, entre pintada y pintada, la firma del “Fasulo”, siempre vistosa en la cara sur de la piedra, había desaparecido. Era el último registro de su puño y letra.

La novedad fue comentada con preocupación por algunos vecinos, especialmente por los conocedores de la historia de la legendaria piedra. Nos asaltó un serio interrogante: ¿Cuál es la línea que separa la participación popular en un hecho estético comunitario, de un simple acto de imprudencia cercano al vandalismo?

El asunto nos conduce a un tema complejo: la conservación del patrimonio cultural e identitario exhibido en espacios públicos. Y nos hizo pensar si no será necesario reglamentar este tipo de intervenciones, (o revisar y aplicar la reglamentación existente) apuntando en primer término a la preservación, y luego, tratando de dar lugar a otras formas de acción que involucre a los vecinos, y que no dependan exclusivamente de un acto de individualidad, de picardía fruto del desconocimiento, de desaprensión frente a la comunidad y su historia, o de vanidosa irresponsabilidad.

La opinión de los vecinos

Correvedile salió a consultar a los vecinos, quienes se mostraron dolidos y preocupados. La primera en hacerlo fue María Rosa “Tita” Agustín, la hija de don Elías, el recordado vecino que colocó la piedra y además, habitante de la casa en cuyo frente reposa la misma.

“Ya hemos hablado con otros vecinos para volver a pintar la piedra tal como estaba, con las mismas rayas y de los mismos colores, con la firma del Fasulo y el nombre de mi papá”, explicó. Teresa Cortés, vecina de Medrano, también recordó el día en que la piedra llegó. Agregó la idea de que su restauración se haga con colores que resalten a fin de reafirmar su función de prevención de accidentes.

Desde la vereda sur Luis Giaconi, dueño de la antigua despensa de Medrano y Viamonte, se pronunció en el mismo sentido. “Han hecho algo que no tiene nada que ver con lo que históricamente ha sido esa piedra, y con lo que hizo el Fasulo. Es una lástima. Es un símbolo muy querido”. Y recordó al pintor como “un hombre bueno, muy humanitario, buen vecino. Alguien que merece ser recordado, al igual que don Elías”.

“Si se hubiera pensado que esa piedra también es un mural, a lo mejor no lo hacían. Fueron unas chicas… Una travesura de chicos. Ya está, ya se dieron el gusto. Ahora nosotros, los adultos, tenemos que hacer que la piedra vuelva a ser la de siempre”, señaló con cariño Fernando, con un pie en el suelo y otro en el pedal de su bicicleta.

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10 de noviembre: Día de la Tradición -->

10 de noviembre: Día de la Tradición

El día de la tradición es el reconocimiento a la identidad argentina, a través de uno de los personajes más representativos del ser nacional, José Hernández, quien puso todo su empeño en defender a sus paisanos de las injusticias que se cometieron contra ellos.

Hijo de don Rafael Hernández y de doña Isabel Pueyrredón, José Hernández nació el 10 de noviembre de 1834 en la chacra de su tío, Don Juan Martín de Pueyrredón, hoy convertida en el Museo José Hernández (Partido de San Martín). Fue poeta, periodista, orador, comerciante, contador, taquígrafo, estanciero, soldado y político.

En el entorno campestre, tomó contacto con gauchos e indios, conoció sus costumbres, su lenguaje y su cultura. El 8 de junio de 1859, contrajo matrimonio con Carolina González del Solar en Paraná. Tuvieron siete hijos.

Inició su labor periodística en el diario “El Nacional Argentino”, con una serie de artículos en los que condenaba el asesinato de Vicente Peñaloza. En el orden legislativo se desempeñó como diputado, y luego, como senador de la provincia de Buenos Aires.

En el orden militar actuó en San Gregorio, en El Tala e intervino en las batallas de Pavón y de Cepeda. Luchó además junto a López Jordán en Entre Ríos.

El 28 de noviembre de 1872, el diario “La República” anunció la salida de “El Gaucho Martín Fierro” y, en diciembre, lo editó la imprenta La Pampa. Este poema de género gauchesco se convirtió en la pieza literaria del más genuino folclore argentino y fue traducido a numerosos idiomas.

El libro es considerado la culminación de la llamada “literatura gauchesca” y es una de las grandes obras de la literatura argentina. En él, Hernández rinde homenaje al gaucho, quien aparece en su ser, en su drama cotidiano, en su desamparo, en sus vicisitudes y con sus bravuras.


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A propósito de Casa Cuba -->

A propósito de Casa Cuba

Estimados Correveidile,

Leí el artículo sobre Casa Cuba en el suplemento de arquitectura del ejemplar de noviembre.

Antes que nada permítanme decirles que me trajo memorias muy lindas de mi niñez y de mi adolescencia  (tengo 69 años).

Quisiera decir que el evento, que fue único en Mendoza entre 1953 y 1954, se llamó, si mal no recuerdo, la “Feria de las Américas” y no “Feria de América”.

Pero independientemente de la denominación, me gustaría decirles que recuerdo muy lindos momentos vividos en una visita que hicimos con mi familia a la Feria. Yo tenía 7 años, y tengo vívidas memorias de, por ejemplo, la exhibición del “Pulqui II”, avión argentino a reacción. Muchos juegos y entretenimientos para grandes y chicos. Impresionantes stands de los distintos países. Color, música, gente alegre disfrutando de un evento único en Mendoza hasta ese momento.

Y sobre el edificio que será usado como Museo en Construcción, que en su artículo se denomina como Casa Cuba o Edificio Cuba, puedo decirles que fue una construcción que quedó de aquella Feria. Lo que mejor recuerdo de ella es que allí funcionó un restaurante-show que se llamó “Cuba”, aunque no recuerdo si tuvo alguna relación con el país de Cuba. El lugar fue muy popular a fines de los 50 y principios de los 60. Recuerdo haber ido a cenar, ya adolescente, acompañando a mi hermano mayor y su entonces novia (luego esposa). La cena incluía un show, y elegimos a propósito esa oportunidad porque actuaban “Los Fronterizos”, en vivo (fui y sigo siendo fanático de ese grupo folclórico). También esa noche cantó como solista Ricardo Palmer, quien luego pasara a ser integrante de “Los Cantores de Quilla Huasi”.

Pienso que es muy buena la idea de rescatar el edificio y ponerlo en valor para que no se pierda ningún otro representante del patrimonio arquitectónico de Mendoza, como los muchos que desgraciadamente se han perdido.

Muchas gracias por dejarme trasmitirles mi sentir y mis memorias. Felicitaciones por vuestra publicación.

Néstor Chiapetta

DNI 8147024

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