Archivo | octubre 5th, 2014

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Barrios con historia: La Capilla, pionero de los loteos en nuestra zona

Por Adriana Sayavedra

Ubicado a la vera del carril Roque Sáenz Peña -el viejo camino a Chile-, luego de pasar la conocida rotonda de “El Arado” y antes del encuentro con la Ruta Provincial 82, este lindísimo barrio de calles de ripio, bordeadas por acequias para riego y con álamos casi centenarios, se luce como un loteo cerrado, pero con un perfil austero y simple.

Su historia se remonta a los tiempos en que aquello era pura finca, propiedad de la sociedad conformada por Manuel Diez, Luis y Alberto Pincolini. Debe su nombre a la capilla construida en su interior por el hijo de uno de sus fundadores, en cumplimiento con el sueño de su padre. Pese a estar hoy rodeado de bodegas como “Fabré-Montemayou” y “Carlos Pulenta”, “La Capilla” nació como una idea superadora de la crisis vitivinícola que afectó a la provincia en la década de los 80, cuando la gran producción de uvas criollas comenzó a ser desplazada por el de las uvas finas -como el emblemático Malbec que ya allí se cosechaba pero que sólo se usaba para darle color a los vinos de uvas criollas-.

No eran buenos tiempos para la vitivinicultura mendocina. Por eso, buscando nuevas vías económicas de subsistencia, fue que en 1984 se decidió llevar adelante un emprendimiento inmobiliario. Una inversión original para la época. Y esta propiedad contaba con un plus muy valorado: una privilegiada vista del Cordón del Plata. Los memoriosos afirman que fue el primer loteo de la zona. Primero se vendieron cinco fracciones con frente a la calle Sáez Peña. Luego, se ofrecieron lotes a amigos y a parientes.

En un principio no había alambrados, candados ni carteles prohibiendo el paso. También en sus calles, en un tiempo, se daban conciertos al aire libre. Lamentablemente hoy, “dados los modernos problemas de seguridad, ha sido necesario mejorar su sistema de ingreso y de seguridad perimetral”, explica Carlos Pissolito, del Consorcio del barrio, y agrega que la idea guía es “seguir brindando un espacio en el que los niños puedan seguir jugando en sus calles, su gente pasear a pie o en bicicleta o se pueda disfrutar de una comida entre amigos y familiares sin mayores preocupaciones.

Por eso “La Capilla” sigue hoy avanzado para no quedarse detenida en el tiempo y poder mantener las premisas que la vieron nacer”. Un barrio que nació en un entorno rural, con lotes arbolados y generosos, y que hoy sigue mostrándose como un lugar de paz y tranquilidad.

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