Archivo | septiembre 15th, 2014

Perro encontrado: ¿quién perdió a su compañero? -->

Perro encontrado: ¿quién perdió a su compañero?

El vecino Juan Pablo Muñiz nos informa que hace cuatro días este precioso canino apareció en su casa de calle Larrea. Por favor si alguien conoce a sus dueños, les pedimos que les den aviso. Cualquier información contactarse al 155008636.

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¡Hasta siempre, Maneco! -->

¡Hasta siempre, Maneco!

El domingo pasado se nos fue este querido vecino de Vistalba, conocido como Maneco Ruiz. A los 83 año falleció el compañero inseparable de la Chicha. Desde aquí, un fuerte abrazo para toda su hermosa familia.

En esta foto de 1992, Maneco, familia y amigos junto a la Chicha en el día de inauguración de la calle que lleva su nombre.

Linda familia orgullosa. El primogénito Carlos y su hermano Gonzalo; Roberto Garañiz, de Vialidad; Miguel Bustos, Daniel Coria y Omar Barafiñi, por entonces de la Delegación Municipal de Las Compuertas. La homenajeada Chicha y su Maneco Ruiz, sus hijas Adriana y Mariana, y los pequeños Bernardita Ruiz, Romeo Barbizotti y Tomás Cabanillas.

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Taller literario en la Biblioteca Popular -->

Taller literario en la Biblioteca Popular

Con diversas actividades en cada encuentro, como juego de palabras o lectura y análisis de textos, el taller de Fabián Almonacid propone descubrir universos mediante las letras. La actividad tiene lugar los miércoles con encuentros quincenales, de 10 a 13, en la Biblioteca Popular Chacras de Coria a partir del 17 de setiembre, Viamonte 5191, Chacras de Coria. Informes al 4962985; bpchacrasdecoria@gmail.com

Foto: FB Ecología del corazón

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José Luis Pérez Lasala: El jurista enamorado -->

José Luis Pérez Lasala: El jurista enamorado

Por Nicolás Sosa Baccarelli

Una muchacha de 18 años de una belleza apabullante. Eso es lo que el joven andaluz vio sobre la cubierta del vapor “Cabo de Hornos” a mediados de 1955. Habían partido de Cádiz y su destino final era Buenos Aires. “Teresa” respondió cuando José Luis preguntó su nombre, y todo el resto debió ocurrir ese mismo día porque Teresa y su madre abandonaban el barco en Canarias. Así lo hicieron, sorprendidas por el arrebato del joven: “Señora, yo quisiera casarme con su hija”, lanzó sin más. “Estuvimos juntos poco más de un día. Yo era un joven de 24 años, había quedado huérfano, me había recibido de abogado, estaba viajando a la Argentina, y lo único que tenía era una irresponsabilidad absoluta”, cuenta 60 años después José Luis Pérez Lasala, con su acento español intacto, cruzado de piernas en un sillón de su casa de Chacras de Coria.

Al llegar a Buenos Aires se encontró con una ciudad inmensa que lo impresionó inmediatamente. Por disposiciones del gobierno estaba impedido de radicarse en la Capital, “entonces… ¿a dónde ir?”. La elección del lugar se debió a una consulta en algunas oficinas públicas. “¿Dónde hay Facultad de Derecho?” fue la única pregunta que hizo. “En Mendoza hay una” le dijeron; y a Mendoza se vino. Al llegar a nuestra provincia se dirigió al rectorado de la Universidad Nacional de Cuyo donde se llevó la desagradable sorpresa de que la Facultad de Derecho estaba, pero solamente en un papel donde se hablaba de su fundación. En realidad la Facultad no existía.

Armó las valijas otra vez. Destino: Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral. Allí tuvo entre sus profesores al destacado penalista y político español Luis Jiménez de Asúa, de quien recuerda su apasionada oratoria y su antifranquismo visceral. En poco menos de dos años logró revalidar su título de abogado. Hecho esto regresó a Mendoza. Mientras tanto las cartas con Teresa iban y venían, hasta que un buen día se decidió y le propuso matrimonio, “Yo estaba decidido a casarme con esa mujer”. Ella aceptó y se casaron a distancia, “por poder”. Ahora faltaba preparar el viaje de Teresa a la Argentina. José Luis viajó a Montevideo a interceptarla en el camino por sorpresa. Se conocieron en el mar y en el mar se reencontraron, ya casados, aunque ésta haya sido la segunda vez que se veían en sus vidas. A esta altura del relato aparece frente a nosotros una mujer: es Teresa.

José Luis Pérez Lasala y su esposa Teresa Villavecchia tomando un café en el pueblo

El camino

Nació en Almería en 1929. Su padre era abogado, sus abuelos eran, uno abogado, el otro notario. La vocación por el derecho – y más precisamente por el derecho civil- viajaba en la sangre. “Cuando llegué a la Argentina encontré, por supuesto, muchas coincidencias con el derecho español”, recuerda y señala como una de las diferencias que más llamaron su atención los distintos sistemas de registro inmobiliario, el enorme valor que tienen los registros en España, en comparación con la Argentina donde se priorizan los títulos. Lejos de ese clásico vicio de los comparatistas de querer injertar obstinadamente ideas extranjeras sin evaluar si el terreno será el adecuado, se apresura en sentenciar que “en Argentina tenemos el mejor régimen posible”.

La mesa de la sala se va poblando de libros, en el transcurso de la charla. Para cada afirmación hay un ejemplo. Habla de los juristas españoles José Luis Lacruz Berdejo y Juan Vallet de Goytisolo con especial admiración y cariño. Se detiene con orgullo en las influencias de los juristas españoles sobre Vélez Sársfield, el autor de nuestro Código Civil. “La influencia de García Goyena en la parte de sucesiones de nuestro código, es notoria”. También se refiere a la silenciosa gravitación de la “Ley Hipotecaria” española sobre las leyes orgánicas de tribunales de la Capital y de las provincias argentinas.

Fue Director del Registro de la Propiedad, Defensor de pobres, Juez de Paz, Juez Civil, y luego se dedicó a ejercer la profesión de abogado civilista especialista en familia y sucesiones. Sin embargo las mayores satisfacciones se las ha brindado, según nos cuenta, la docencia. “Yo he aprendido mucho de mis alumnos. Nunca me gustó dar clases que no sean conversaciones, debates, que los estudiantes me interrumpan… Creo que así debe ser”. Muchas generaciones de abogados, notarios y contadores se han formado en sus aulas, entre la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCuyo y la Facultad de Derecho de Universidad de Mendoza, aparte de otras tantas que se siguen iniciando y perfeccionando con su producción bibliográfica dedicada especialmente al derecho de familia, sucesorio y a temas registrales. Nombra con admiración a Guillermo Borda y pondera elogiosamente su reforma al Código Civil de 1968. “Borda siempre buscaba no la solución más técnica, sino la más justa… Y eso es lo que vale”. Rinde homenaje a Salvador Fornieles y lo considera el primer verdadero especialista en derecho sucesorio de nuestro país. “La Argentina está repleta de talentos”, señala.

El Código que se viene


Sobre la mesa tenemos una caja con las pruebas de imprenta de su tratado de derecho de las sucesiones actualizado. “Lo estoy haciendo, pensando en la sanción del nuevo Código” dice entusiasmado con el nuevo cuerpo legal que todavía está esperando ser ley. Anticipa algunas polémicas y posibles problemas que se avecinan, somete a una visible reflexión algunas ideas que han surgido en la conversación: la vigencia del matrimonio, las relaciones modernas, las nuevas formas de familia, los límites a la libre disposición testamentaria de los bienes… Luego de meditar un instante, el jurista argentino de españolísimo acento, termina diciendo que, en el derecho – como en la vida- “lo mejor es lo que hace más feliz al ser humano”.

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