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Día del Maestro y nuestra educación

El 11 de setiembre se celebra el Día del Maestro en conmemoración de un nuevo aniversario del fallecimiento de Domingo Faustino
Sarmiento. Sin dudas, si a San Martín lo reconocemos como el Padre de la Patria, a Sarmiento, como el Padre del Aula. Él sentía que
había sólo un enemigo que derrotar: la ignorancia, madre de todos los males.

Cuarenta años atrás los maestros obtenían su título egresando de las Escuelas Normales, es decir un colegio secundario con la orientación docente. Esto significa que la mayoría de las personas que hoy tienen 50 años fueron educadas por esas docentes. En esos años la maestra o el maestro -aunque no eran tantos- eran respetados socialmente.

Las familias valoraban fuertemente el rol docente y a la institución escolar. Hoy es frecuente enterarse de los más diversos problemas que se suscitan en las escuelas. Incluso de padres que golpean a las maestras de sus hijos, o niños supuestamente abusados por docentes.

En fin, pareciera que nuestra educación pública está inmersa en una crisis desde hace varios años y que va costar mucho tiempo superarla. Es como si una enfermedad autoinmune hubiese invadido a todo el sistema educativo. El tema es muy complejo y sería de necios tratar de resumirlo con quinientas palabras.

Lo cierto y evidente es que si no hay una política de Estado seria y permanente, que tenga como principal objetivo invertir en un proyecto educativo de largo alcance y no sólo para un período de gobierno, de esta encrucijada no se sale. Las pruebas PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) que están administradas por la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE) se realizan cada tres años desde el 2000.

PISA evalúa lo que los estudiantes de 15 años saben y pueden hacer en lectura, matemática y ciencia. La última prueba PISA fue en 2012. En Latinoamérica se aplicó en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Perú y Uruguay. Nuestro país quedó bastante mal posicionado comparado con el resto de los países americanos.

Por un lado nuestro calendario escolar es uno de los más cortos del mundo: 180 días hábiles que, por cuatro horas diarias, suman 720. Estas nunca se cumplen. Los chilenos tienen 1.100 horas y los peruanos 900 horas. En Chile se gradúa el 75% de los estudiantes secundarios, en Argentina alrededor del 42 %.

Es cierto que muchas horas de clase no aseguran calidad educativa, pero pocas horas si atentan con las posibilidades de aprendizaje. Otra arista del problema es el salario docente, que sigue siendo siempre motivo de conflictos. De hecho, los últimos ciclos lectivos
nunca empezaron como estaban previstos, por las huelgas docentes en reclamo de aumentos salariales. Lamentablemente los
perjudicados son los niños que pierden el derecho de aprender. Esto lo saben las autoridades pero siempre dilatan las soluciones.

Este tópico trae como consecuencia que cada vez cuesta más conseguir maestros para realizar suplencias por enfermedad del
titular. Se gana mucho más conduciendo un colectivo, un camión o teniendo un kiosco. Por ende la carrera docente, que hoy es de
cuatro años, no es muy atractiva para los jóvenes que saben bien lo que les espera si son maestros.

El enemigo más importante es la ignorancia y el capital más preciado el conocimiento.

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