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La despedida al Maestro Pardo

El Maestro Pardo

Era un ser ético y excepcional. Le decían que había nacido pintor. El decía que los artistas se forman trabajando y viviendo. Se fue de una Mendoza que lo apoyaba y recorrió parte del mundo que temía para poder elegir volver y amar la vida.

No aceptó las glorias de este mundo pero las tuvo a su disposición. Tenía la capacidad de abrirse, ampliarse, no saber, hacer un espacio, renovarse y crear algo nuevo. ”Atreverse a desarmar. Destruir para construir sin miedo. Entregarse. Ser un receptor, dejar que aparezca y captar lo vivo. Solo hay que estar atento.”

Hombre de acción y gran hacedor, pintaba bailando en un trance vital. A través del arte encontró un contacto directo, el camino y herramienta para cocrear con la Gran Creación.

Artista honesto, auténtico y apasionado. Frontal y jugado al extremo en lucha permanente por lo verdadero.

Incorporó  el arte a la vida cotidiana junto a Chela, su esposa, como compañero, padre, abuelo, bisabuelo y maestro.
Al final dejó un poco la pintura y se dedicó al arte de disfrutar con su familia, la que destaca su valor para vivir, transformarse, crecer y constantemente aprender.

Sintiendo su ausencia, su gran familia le da las gracias por el honor de compartir su vida.

El entierro de Orlando Pardo fue en el cementerio de Luján de Cuyo el martes pasado, a las 17,  luego de haberlo velado durante tres días a pedido suyo. Fue dejado en tierra como quería, y contó con la despedida de familiares, amigos y  alumnos,  que recordaron viejas anécdotas. Para el Maestro hubo aplausos, cantos  y agradecimientos a sus enseñanzas.

Desde Chile llegó Chalo, su nieto, y su sobrino Oscar “Cucho” Pardo, que viajó desde Alaska. Su llegada estaba programada para las 9, pero por problemas con los aviones llegó a las 17.30 directamente al cementerio, donde después de insistir, le abrieron el cajón para poder acariciar y besar a su querido Tío por última vez.

Risas, bromas y recuerdos fueron la despedida, con un cajón cubierto de flores coloridas como a él le gustaba, según dijo su hija Andrea.

Chau Maestro, hasta siempre.

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