Gustavo Migliavacca se dedica a la restauración y puesta en marcha de motos que adoptan un estilo único y muchas veces a gusto del cliente. Este chacrense nos cuenta su devoción por este vehículo por el cual decidió cambiar su estilo de vida.

Gustavo Migliavacca y parte de su equipo de trabajo.

Gustavo Migliavacca fue vecino de Chacras de Coria primero en la infancia, en aquellos veranos memorables que pasó junto a su familia en la casa de fin de semana que tenían sus padres, y hace veinte años por segunda vez, cuando al regreso de una residencia en España decidió instalarse en el pueblo. Hace poco más de un año Gustavo abandonó dos décadas de trabajo en escritorio como gerente de una empresa de camiones y decidió recorrer un nuevo camino ligado a su pasión por las motos. Este hombre de 48 años, padre de Franco (24) y de Lucía (20) heredó, al igual que sus hermanos, la afinidad de su padre por la adrenalina sobre dos ruedas. Esta tradición familiar llevó a su madre a regalarle una Zanella 48, también conocida como bambina, a los 12 años: “Desde aquel día nunca más paré”, afirma.

A los 14, Gustavo ya corría en el Campeonato Mendocino de Enduro; luego pasó por el motocross, el speedway, las motos grandes en pista y los viajes que lleva realizados por distintos países en compañía, muchas veces, de sus hermanos Federico (50) y Nicolás (45). En los ´90, Migliavacca partió rumbo a España junto a su entonces esposa, donde vivieron cuatro años que significaron para él un gran aprendizaje. Además de vincularse con el armado de motos, estuvo ligado a las tareas de reparación y venta. De regreso en Mendoza, se dedicó a la administración de empresas hasta ahora, que además de pasear y recorrer kilómetros a bordo de su vehículo preferido, lleva adelante un emprendimiento algo inusual en el mercado mendocino.

Kawasaki SR 650 del año 1979 restaurada a 0 km estilo cafe racer.

A metros del Carril Rodríguez Peña, Gustavo Migliavacca ocupa junto a un grupo de expertos, un taller que aunque no ha sido bautizado lleva varias entregas en su haber. En el lugar, se exhiben motocicletas a la venta, modelos antiguos y piezas que pronto irán a dar a sus candidatas de dos ruedas. “Lo que hacemos es comprar motos de los años ´70 y ´80 que transformamos y dejamos como nuevas. Hay BMW, Bussi, Triumph, Honda y Harley: esta es la clase de motos que modificamos. Yo viajo a buscarlas por todo el país en un auto, las traslado en un carro y acá las desarmamos por completo”, dice Gustavo. Con el cuadro desnudo, el equipo de especialistas reconstituye el chasis, coloca tornillos nuevos así como las partes del motor que sean necesarias, también se ocupa de la instalación eléctrica y de realizar una pintura personalizada a gusto del cliente. El estilo que buscan, asegura Gustavo, es el de una moto de carrera de los años setenta que comparta la cultura del Café Racer, caracterizada por ser única y poner énfasis en la agilidad del vehículo. “Nosotros colocamos accesorios, suspensiones, cubiertas y frenos nuevos que se adaptan a la moto vieja”, agrega el responsable del proyecto, que trabaja junto a Gustavo Roig y Claudio Miranda, encargados del armado en general.

Honda CB 750 Modelo 1976 restaurada a nueva estilo street tracker.

“La limpieza, el desarmado y el armado son un arte. Con la tecnología mucho se ha perdido y yo estoy rodeado de personas que conocen las motos y saben revivirlas. El día que compro una, empezamos a soñar y son un montón de obstáculos a superar hasta que arranca y quedamos todos felices. Subirse a una moto que tiene 40 años y vuelve a funcionar como si fuera nueva es ser parte del estilo de motos que se producían para toda la vida, porque ahora son de plástico. Esto es mecánica pura”, expresa nuestro vecino. Además de vincularse laboralmente a este mundo, Gustavo es parte del Harley Club Mendoza, un club de motos antiguas y otro de café racer. Quien desee contactarse con él, puede escribirle a migliavacca.g@gmail.com

Honda CB 750 1980 en proceso de restauración.