Archivo | julio 10th, 2014

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Florecer en guitarra: Una aproximación a la música cuyana

En La Vitrola de este mes, un acercamiento a la música cuyana de la mano de Aníbal Cuadros

Por Aníbal Cuadros[1] y Nicolás Sosa Baccarelli

El nacimiento de nuestra música popular de raíz folclórica, con las características que hoy conocemos, encuentra sus orígenes entre fines de siglo XIX y principios del siguiente. En el transcurso de esta historia, en cada rinconcito de este ancho suelo que nos ve a diario nacer, ha brotado la música.

Sin bien existen ritmos folclóricos hoy considerados comunes para todas las regiones (o para casi todas) como la zamba, la cueca, el gato, el vals, la chacarera, etc., cada región del país ha dado sus ritmos característicos. Enunciemos apenas los más conocidos.

Los ritmos carnavalito o huayno, takirari, bailecito y vidalas son típicos de la zona noroeste del país, con profunda influencia del altiplano andino. Por su parte, tenemos chamamé, galopa, valseado, rasguido doble y chamarrita en la región del litoral, extensa zona fluvial colindante con Paraguay, Brasil y Uruguay. La chacarera, el escondido, y la chaya viven en  Santiago del Estero y provincias del centro oeste. Los ritmos típicos de la pampa húmeda son la  milonga, el triunfo, la huella y la cifra. Finalmente el loncomeo y la  chorrillera, de raíz mapuche,  nacieron y habitan nuestra Patagonia.


Cuyo adentro

De manera similar Cuyo, enclavado en las estribaciones iniciales de los Andes Centrales, recibió desde Chile, en sus comienzos, el bagaje musical europeo de los siglos XVIII y XIX. Las clases acomodadas mantuvieron devotamente la dependencia a las tradiciones musicales del viejo mundo, junto con algunas expresiones cuyanas como la “sajuriana” y el “cuando” (mezcla de minué con gato), entre otras. Se escuchaban en las frecuentes tertulias musicales que se desarrollaban en casas de familias tradicionales, excluyendo al resto de la población residente en regiones suburbanas y rurales. A modo de resistencia los sectores populares fueron creando espacios propios. Así el rancho, el boliche, y la “chingana” se convirtieron en el lugar para cultivar sus expresiones culturales.

Sin embargo del lado de los sectores excluidos, comenzaron a aparecer creaciones con reminiscencias temáticas de aquellas otras expresiones que les llegaban de escuchas furtivas. Los músicos populares carecían de los conocimientos teóricos necesarios para reproducirlas fielmente, sumado al escaso conocimiento técnico  para la ejecución instrumental. Aquí nos referimos a  aquellos  instrumentos que llegaron con la colonización – y que posteriormente adoptamos- tales como el piano, los instrumentos de viento y de cuerda; entre ellos, la guitarra (cabe destacar que la guitarra se trató de un instrumento accesible al ejecutante de conocimientos rudimentarios, por ello tuvo una gran difusión. Luego, al profundizar su estudio, se convierte en un instrumento cuyo manejo presenta enormes dificultades).

Las expresiones musicales populares cuyanas se acompañan casi exclusivamente con guitarra, instrumento fundamental e insustituible, con el aporte de parientes cercanos como el requinto y el guitarrón. Los cultores regionales desarrollaron naturalmente una singular destreza en su ejecución. Esa manera de pulsar el instrumento, donde se destaca una digitación admirable para producir arreglos originales armonizados, casi de manera natural, en dúos, tríos o cuartetos, lo distingue entre los intérpretes de la música popular de raíz folclórica del país.

Así se fue cimentando una nueva identidad que posibilitó un universo distinto con ritmos más vivaces y picarescos como el gato y la cueca cuyana, junto a otros que respondían a formas líricas, relatos épicos o contenidos románticos como los valses, estilos y tonadas, que hoy perduran e identifican plenamente a la región.

Influencias

La asimilación de Cuyo al territorio del Río de la Plata modificó radicalmente a la sociedad y originó una paulatina mixturación de su música con los géneros existentes en distintas regiones argentinas y otros que llegaban aceleradamente. Es necesario recordar sucesos históricos puntuales que posibilitaron estos cambios significativos: la llegada del General San Martín con sus ideas independentistas y la creación del ejército de los Andes marcaron profundamente a los cuyanos.

El posterior advenimiento del ferrocarril trajo aparejado un enorme caudal de inmigrantes, desde diversos confines del planeta, para establecerse definitivamente con sus costumbres y su música.

Recuerdo

No quisiéramos terminar esta aproximación a la música cuyana sin rendir homenaje a esas grandes figuras de nuestra música popular que contribuyeron a su formación y evolución, muchos de los cuales todavía andan, anónimamente, entre nosotros. Vaya este modesto pero sincero recuerdo hacia ellos, a modo de reverencia y de intento de conjurar la indiferencia y el olvido  hacia quienes ya ocupan un sitio privilegiado en la historia de nuestra cultura.


[1] Compositor y guitarrista mendocino. Miembro correspondiente de la Academia Nacional del Folclore.

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