En este centro multicultural de Chacras de Coria se difunden saberes ancestrales, beneficios de la hoja de coca, técnicas de meditación y sanación, y cuenta con un almacén natural en el que encontrará alimentos súper nutritivos elaborados por los responsables del espacio y pequeños productores de nuestra provincia.

Apu recibe al visitante en un clima tranquilo y en armonía con la naturaleza. Foto: Candelaria Ferreyra

Por Andrea Calderón Las piedras, los árboles y la calma de una mañana cantada por pájaros detienen el tiempo en la puerta de Apu Aconcagua, un centro multicultural que funciona desde hace dos años en Loria y las vías del tren. Después del llamado saldrán al encuentro Leonardo y Érica, los responsables de este espacio dedicado a ofrecer actividades ligadas al legado de la cultura andina junto a prácticas orientadas a generar bienestar. La idea surgió luego de que esta pareja se conformara como tal y pensaran en un lugar para compartir sus experiencias. En el caso de Eduardo, creció en la casa donde en la actualidad funciona Apu y luego de estudiar Historia del Arte emprendió un viaje a Perú que cambió su vida. Además de realizar una maestría en Arqueología Andina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, hizo luego un doctorado en Ciencias Sociales y durante los once años que estuvo en tierra peruana pasó tiempo con las comunidades de los pueblos originarios. De regreso a Mendoza, descubrió el amor en Erica, una lujanina dedicada a la cerámica, y juntos construyeron este sueño que día a día ven crecer. “En Perú aprendí las prácticas espirituales, tan importantes para que exista el equilibrio. Lo que la sociedad espera de uno hace que muchas veces nos confundamos y estando allá pude orientar mi vida”, asegura él. De los viajes que realizan a Bolivia cuando pueden, se nutren de información y alimentos que luego comparten con su comunidad y quien quiera formar parte de este descubrimiento en conexión con la Pachamama. “La espiritualidad andina no es una religión, sino una forma de vivir en armonía con uno y la madre naturaleza. Nosotros tomamos la vida diaria como un ritual, nos conectamos con cosas sencillas que mejoran nuestra calidad de vida”, dice Leonardo.

Érica y Leo, la pareja que lleva adelante este centro multicultural. Foto: Candelaria Ferreyra

Caminatas rituales Desde hace algunas semanas, la propuesta de Apu es invitar a quien quiera ser parte de una salida ritual a Cacheuta los domingos por la mañana. Se trata de una opción para quienes deseen realizar una actividad física, mental y espiritual en lugares sagrados donde estuvieron los incas y los huarpes. Allí comparten hojas de coca en un círculo y luego hacen una caminata de purificación en silencio hasta llegar a la cima de un cerro, donde meriendan y agradecen. Las personas vuelven contentas y renovadas, aseguran, y el fin último es vivenciar esta experiencia cuyo valor es una reciprocidad voluntaria. “Lo importante es la labor educativa, que la gente aprenda a cultivar semillas orgánicas, cuidar el agua, las vías, y proponer una forma de vida mejor para la comunidad. Estamos conectados con personas que trabajan en este sentido, como Gran Jardín, productores del Valle de Uco, las ferias agroecológicas y viajeros que transmiten conocimientos valiosos. Hace poco estuvieron los chicos de Común Tierra, formado por una pareja de Brasil y California”, expresa Érica.

La huerta orgánica del lugar. Foto: Candelaria Ferreyra

Además de estas actividades, en Apu Aconcagua se brindan talleres de cerámica en los que se rescatan símbolos incas tan importantes como la chacana, una cruz cuadrada y escalonada con doce puntas, que es milenaria. También se celebran ceremonias de sanación y meditación profunda, y es esencial la difusión de los beneficios de la hoja de coca, tema en el que Leonardo investigó durante años.

Un espacio para el ritual y el agradecimiento. Foto: Candelaria Ferreyra

“Entre todas las plantas andinas, la coca es madre y abuela de todas las medicinales. La hoja de coca tiene una parte nutricional: es el mejor alimento del mundo, más que la quínoa, tiene más calcio que la leche, más fósforo que el pescado, más hierro que la espinaca, más vitamina que la zanahoria, y tiene una parte medicinal que es buenísima para enfermedades como osteoporosis, gastritis; es un antidepresivo de acción inmediata, pero también es fundamental en la ritualidad. En las ofrendas andinas es la mensajera. Cuando se quema la hoja produce algo muy rico y especial. Es una hoja que, exceptuando Colombia, Perú, Bolivia y Argentina en el resto de los países está prohibida”, explica. De un tiempo a esta parte, los responsables de Apu elaboran alimentos súper nutritivos que comercializan en el lugar y en ferias de modo itinerante, que contienen un 5% de harina de coca. Además, cerca de la luna llena realizan el Kuka Tinkuy, un encuentro por la hoja de coca en el que se difunden las bondades nutritivas de esta planta para producir el cambio de consciencia necesario. “Se trata de una planta maravillosa, entonces lo primero que hay que hacer es eliminar el prejuicio. Pensar que la hoja de coca es lo mismo que la cocaína o las drogas es erróneo. La cocaína es un solo elemento extraído de la hoja de forma concentrado. La coca por vía oral es usada desde hace cinco milenios por millones de personas”, explica el autor del estudio Coca y Wachuma: plantas maestras en la espiritualidad andina.

Coca y Wachuma: plantas maestras en la espiritualidad andina, el libro de Leo. Foto: Candelaria Ferreyra

En la tienda de este precioso centro multicultural el visitante encontrará los frutos de la tierra de la huerta orgánica de Leonardo y Érica, alimentos del Valle de Uco, cosmética natural sin petróleo, hierbas, barras energéticas, tónicos, vino orgánico y productos elaborados de manera ecológica.

Productos naturales y saludables, en la tienda de Apu Aconcagua. Foto: Candelaria Ferreyra