Marcial Gómez: el herrero de Chacras

Más de cuatro décadas de trabajo ininterrumpido para este hombre que ha creado puertas, ventanas, rejas y hasta puente grúas de una cantidad incontable de clientes. En nuestro pueblo, sus obras de arte lucen en el interior y el frente de las casas.

Por Andi Calderón

Desde hace 39 años el taller de Marcial Gómez es un clásico de la calle Viamonte y de la historia de nuestro pueblo. Cuánto cambió el panorama desde aquel 1974, cuando el joven herrero salía en busca de la clientela por otros lugares, debido a que Chacras de Coria era una zona agrícola habitada por unas pocas familias y en algunos casos, en épocas de verano. Marcial traía una historia a cuestas y la posibilidad de generar algo propio con los recursos a mano: un oficio aprendido desde pequeño y un terreno heredado por unos abuelos postizos que lo quisieron como propio.

El tiempo y la experiencia harían de aquel joven un herrero, un artesano y un trabajador que aún jubilado visita el taller de los recuerdos imborrables en el que su hijo Rodrigo teje una nueva aventura a base de hierro. Metalúrgica, herrería artística y de obra, artesanías y automatización son los servicios que el cliente encontrará al pasar por este comercio que ha llevado sus creaciones a casas particulares, fábricas y empresas que confiaron una y otra vez en los resultados de este hombre formado en la Escuela Técnica Nacional N° 1, en la actualidad, Pablo Nogués.

A los 11 años, mucho antes de egresar como experto en mecánica, Marcial se desempeñó como ayudante en una verdulería del Mercado Central. “Mi madre me mandó a trabajar gratis para que aprendiera a hablar con la gente. Eran esas cosas que tenían los padres de antes, que como no podían pagarnos los estudios trataban de que uno se abriera camino de alguna forma. Fue muy visionaria en eso mi madre”, agradece Marcial. Cinco años más más tarde comenzaría con el oficio. De día trabajaba en un taller de Dorrego y de noche concentraba sus energías en el estudio.

Su gran maestro fue un italiano autodidacta: Pascual Iandolini, con quien aprendió a fabricar muebles para la Universidad Nacional de Cuyo, que requería pupitres, escritorios y bibliotecas que luego completaron con escaleras y tareas de metalúrgica en general. “En ese entonces se hacían cosas en serie pero era todo manual, no había automatismos como ahora. Ese hombre fue una excelente persona y un gran maestro”, recuerda Marcial sentado en el primer piso de su taller, donde tiene la oficina.

La historia familiar del herrero tiene, además de abuelos postizos, una madre que cuidó de su poliomielitis y lo llevó a vivir a una casa de Ciudad donde ella fue empleada cama adentro hasta su casamiento, cuando él tenía 11 años. En ese núcleo, Marcial participó de los veranos en Chacras, donde los Olascoaga pasaban la temporada. De ese pasado guarda un especial agradecimiento y un gran cariño por El Negro, uno de los hijos del hogar y querido amigo. “Después nos fuimos a vivir a Agrelo y de esa unión nacieron dos hermanos excelentes”, dice Marcial.

A los 16 y gracias al tío Aníbal, Marcial ya sabía soldar. Una vez instalado en Chacras, en 1974, el herrero comenzó casi sin clientela y apostó por algunas licitaciones de autopartes. Así es como llegó a ser contratista de IMPSA, donde supervisó a cerca de 150 personas en la parte de componentes nucleares. “El taller nunca lo cerré porque temía que me quitaran la patente, porque esta zona es residencial”, explica. Así es como luego de una década de trabajo para afuera pudo dedicarse de lleno a su taller.

Sería mejor preguntarse qué no ha fabricado este hombre, porque en su haber figuran transformadores de electricidad, autopartes, rejas, puertas, ventiluces, escaleras, máquinas para la industria, artesanías y un sinfín de piezas únicas creadas en su totalidad. “Este trabajo requiere de excelencia y de buena calidad. En mi caso he puesto siempre mi mejor desempeño y prestado atención para que el cliente se fuera satisfecho en todos los aspectos”, explica Marcial sobre este arte para el que asegura que es necesaria la experiencia y la especialización.

Al igual que él, Rodrigo fue guiado de joven en las tareas del taller y es ahora quien lleva adelante el legado paterno de este oficio sin límites al que Marcial le ha dedicado su vida con placer. Viudo y actualmente en pareja, el herrero es también padre de Viviana y abuelo de dos nietas por parte de su hijo. La cabeza y el ingenio, asegura, han sido sus principales herramientas de trabajo para este hombre que en su tiempo libre disfruta de las comidas en familia, los fines de semana en algún campo y las salidas de pesca sin horarios. A pesar de las idas y vueltas, a Chacras siempre regresa porque Chacras, dice, es su lugar.

Marcial y su hijo Rodrigo en la herrería de Chacras.

2 Comentar este artculo

  1. Marito Dijo:

    Excelente gente, tuve oportunidad de conocerlos.

  2. luis aparicio (alias el pachu) Dijo:

    tuve la suerte de enriquecerme de sus conocimientos del oficio , pero también de amistad compañerismos y el valor de aprender un oficio , tanto como de rodrigo, y de don marcial que aveces era un poco cascarrabias jajajajaja ,pero así aprendíamos ,me quedan buenos recuerdos de los gomes .

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