Sabido es que cada una de nuestras acciones deja a su paso una huella ecológica que afecta a nuestro planeta. En esta nota veremos qué prácticas cotidianas y cambio de hábitos nos llevan a una vida más eficiente a nivel ecológico.
Ahorro de energía
Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son las principales responsables del cambio climático y, a su vez, el sector de producción de energía eléctrica es el que más GEI produce. Reducir las emisiones de estos gases, proteger nuestros recursos no renovables y cuidar nuestra economía forman parte de esta propuesta.
Desde 2011 rige en la Argentina una ley que prohíbe la comercialización de bombitas incandescentes y promueve su reemplazo por lámparas fluorescentes compactas (LFC) o de bajo consumo. En el caso de los electrodomésticos representan más del 50% de las emisiones derivadas del consumo energético en una vivienda. Hay que desenchufar los artefactos al no usarlos.
Las heladeras deben ser ubicadas a una distancia de no menos de 2 cm de la pared para permitir trabajar a los mecanismos de enfriamiento. Tenga en cuenta que cada grado que reduzca la temperatura, aumentará un 5% el consumo de energía. En la cocina, es importante que el fondo de los recipientes esté lo más cerca del fuego para utilizar al máximo su calor. A su vez, tapar las cacerolas durante la cocción consumirá menos energía. Aprovechar el calor residual del horno y su capacidad también suponen un ahorro de energía. El lavarropas debe ser utilizado con agua fría y cuidar que la carga esté completa.
Uso racional del agua
En la Argentina se gastan 500 litros de agua por día cuando la OMS recomienda un uso razonable de 50 litros diarios. ¿Un dato no tan al margen? Una manguera abierta durante una hora consume 1100 litros de agua. El baño es el lugar más elevado de consumo. Para cambiar de hábitos basta con darse una ducha de 5 minutos, en lugar de un baño de inmersión; cerrar la canilla cuando no la estemos usando (la canilla abierta en el cepillado de dientes gasta 30 litros innecesarios de agua).
Se desaconseja descongelar alimentos bajo chorros de agua o lavar los platos con la canilla abierta, así como evitar los lavados largos en lavarropas, que requieren de 100 litros de agua en lugar de los 60 que suponen los programas cortos.
Residuos domésticos
Generar menos cantidad de residuos supone disminuir el consumo innecesario de envases descartables o alimentos en bolsitas individuales. Llevar bolsas al salir de compras, descartar las plásticas, comprar envases de vidrio retornables y devolver las botellas a los sistemas de recuperación son también parte de las estrategias que podemos aplicar para achicar el consumo del packaging.
En cuanto a los productos de papel, es preferible utilizar materiales de tela lavables, aunque dé más trabajo. Evitar los envoltorios, reciclar los residuos de papel y cartón, dejar de recibir publicidad por correo y adherirse a los servicios de facturación electrónica son buenos consejos. En cuanto a la baseura, es necesario separar los materiales secos de los orgánicos o húmedos que pueden ser trasformados en abono o compost.
Los recuperadores urbanos, por ejemplo, darán valor a aquellos materiales que nosotros desechamos y a partir de su trabajo se vuelve a activar el reciclado ya que ellos reintroducen los materiales en el circuito.
Fuente: La Nación