Recientemente, otro de los murales del que fuera un patrimonio cultural de la comunidad fue borrado de un plumazo con varias manos de pintura negra. De los diez que dieron forma al Paseo de los Murales, sólo quedan tres y en nulo estado de conservación. Una vergüenza para nuestra comunidad y para nuestras autoridades, actuales y anteriores.
Por Adriana Sayavedra
El proyecto fue declarado de Interés Cultural Provincial por el entonces subsecretario de Cultura de la Provincia Guillermo Billy Romero. Y no era para menos. En él habían participado más de diez de los grandes referentes del arte mendocino, a la sazón, vecinos de nuestro pueblo. A saber: Orlando Pardo, Máximo Arias, Luis Scafati, los hermanos Cristian y Mario Delhez, Toty Reynaud, Milly Delhez y sus hijos, Jorge García de Luca, Viviana Ordoñez, Rubén Sosa, Diana Bacarelli, Laura Hart, Nicolás Godoy, Gabriel Fernández y Gianni Ugo.
Armarlo llevó un buen tiempo de producción, porque se trató de un proyecto nacido y ejecutado por pura iniciativa vecinal. Pero finalmente, luego de muchas horas de tramitaciones, reuniones, ires y venires, y esfuerzo invertido al por mayor, en mayo de 2003 quedó inaugurado en forma oficial. Aquello fue una fiesta del pueblo. Ese día hubo música en vivo, locro -hacía frío-, risas y charlas en la calle Viamonte, que había sido cerrada para la ocasión.
El proyecto
El Paseo Cultural había nacido con la idea de permitir que los artistas vecinos de Chacras, sacaran su obra de sus talleres y la compartieran con sus vecinos, con la doble intención de abrir una vía de acceso más popular al disfrute del arte y de originar un espacio que facilitara el encuentro entre las distintas idiosincrasias que conviven en nuestro pueblo, utilizando al arte como herramienta de cohesión social y de desarrollo. Por aquellos años, la población de Chacras comenzaba a incrementarse sin prisa y sin pausa, y el paseo era un espacio ideal para invitar a los vecinos a compartir, conocerse e interactuar.
El aporte desinteresado que realizaron los artistas a su propia comunidad se convirtió desde ese momento en patrimonio cultural de todos los chacrenses en particular, y de los mendocinos en general. Así lo entendió la gestión municipal de entonces, a cargo de Omar De Marchi, quien apoyó desde el comienzo esta movida vecinal y, valorándola, se encargó de construir una serie de elementos para realzar la obra: bancos, luminarias, cestos de basura, etc.
Su conservación, por lo tanto, debería haber sido asumida por todos: por el Estado -especialmente el municipal- y, principalmente, por la sociedad como protagonista y destinataria de ese gesto de solidaridad y entrega que nos hicieron nuestros artistas, como así también los vecinos que posibilitaron con su aporte económico la compra de los materiales para la realización de los murales.
Abandono
Sin embargo nada de eso ha pasado. Uno a uno los murales fueron desapareciendo o sufrieron algún tipo de agresión.
Primero fueron las fotos de Máximo Arias del mural de Viviana Ordoñez, de donde fueron arrancadas en un absoluto sinsentido. Luego las pintadas futboleras en el del Maestro Orlando Pardo; la demolición de la bella casona donde funcionaba La Tasca y el consultorio odontológico que albergaba el mural Sosa-Bacarelli, al igual que pasó con el de Laura Hart, en el lateral de los nuevos locales junto a la Farmacia de la esquina de Viamonte y Mitre. Allí también el de Nicolás Godoy fue borrado por nuevas capas de pintura.
En la casa del doctor Amado Elaskar se pintaron dos murales. Uno sobre la entrada de vehículos, obra de Gabriel Fernández y Gianni Ugo, que fue erradicado cuando la casa fue alquilada como comercio. Ahora, con el nuevo emprendimiento, fue pintado de negro el que pintaron Cristian Delhez, Luis Scafati y Toty Reynaud.
No se trata de oponerse al hecho comercial. El reclamo es por la desidia e indiferencia de muchas personas a lo que estaba establecido, al patrimonio público existente. Tampoco nuestras autoridades municipales -no lo hicieron las gestiones anteriores, tampoco la actual- toman cartas en el asunto.
Una vergüenza que habla muy mal de nuestra comunidad. Se trata de una falta de respeto hacia los que lo hicieron posible y hacia nosotros mismos como comunidad. Muchos pueblos quisieran tener una muestra de arte al aire libre como este paseo fue en su momento. Pero nosotros nos permitimos su derrumbe.
Así eran
Año 2005. Los artistas fueron construyendo su obra en la vía pública y así hicieron posible que la comunidad compartiera y experimentara el hecho creativo para el deleite de todos: creadores, visitantes y vecinos. No existía por entonces el auge que vivimos hoy con el muralismo. Fue un hecho creativo muy novedoso.
Opinión
Lo que los artistas de Chacras hicieron por su pueblo es digno de destacar, sacaron el arte a la calle y nos lo regalaron a todos. Al sacar al arte de los circuitos tradicionales, al regalárnoslo de esta manera, los artistas rompen las barreras socioeconómicas que muchas veces limitan la posibilidad de acceso al arte a TODAS las personas y lo transforma en patrimonio público.
Quisiera resaltar que los participantes del Paseo Cultural Chacras de Coria trabajaron desinteresadamente en sus fines de semana por amor a este lugar. Me pregunto cuántos profesionales de otras disciplinas estarían dispuestos a brindar sus conocimientos sin retribución alguna por engrandecer a la comunidad, trabajando gratis los fines de semana. Por esto y por infinidad de motivos me parece que debemos valorar estos murales más allá de lo estético o decorativo, deben verse como productos que conforman nuestra identidad, que nos pertenecen a todos y como gestos de generosidad de un sector que muchas veces no se toma con la debida importancia o seriedad.
Verónica Cremaschi.
Lic. Historia de las Artes Plásticas, UNCuyo