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Tras los pasos de Malena: Segunda Parte

En La Vitrola de este mes, la segunda y última parte de esta historia. ¿Quién fue la misteriosa mujer que inspiró  los inmortales versos de Homero Manzi?

Por Nicolás Sosa Baccarelli

Academia Mendocina del Tango

El mes pasado contamos la historia de Elena Tortolero (conocida como “Malena de Toledo”). No es ésta la única versión que existe sobre este enigmático personaje de la historia del tango. Aquí van otras.

La versión de Nelly Omar

Nelly Omar viene sosteniendo desde hace tiempo, con rotundo orgullo y plena seguridad que ella es Malena. Según la célebre cantante, conoció a Homero Manzi hacia 1937, en Radio Splendid. Ambos estaban casados, cuestión que tornaba prohibido el romance entre las dos figuras de la canción popular.

Confesaba hace poco en una entrevista: “Yo trabajaba con programas que él armaba en Radio Belgrano. Un día le dije: Por favor, pare, yo soy una mujer casada. No me moleste. Para qué se lo habré dicho. Era peor. Me escribía letras. Me prometió que se iba a divorciar si yo me divorciaba. Era una persecución. Aparecía por todos lados. Por favor, dejame respirar, le decía yo. Era realmente un enamorado pero respetuoso. (Е) Era un amor imposible. Sus amigos me decían “Llamalo, si no este hombre se va a morir”  Un drama.”

Según Nelly el inicio de la historia tuvo lugar en el viaje que Manzi realizó con Francisco Petrone a México. Una noche, cuenta Omar, concurrieron a un local llamado “El Patio” donde escucharon cantar a una mujer de aspecto físico y estilo muy similar al de Nelly. Petrone le preguntó con picardía a Manzi a quién le recordaba esa mujer. Homero sin responder, tomó un papel y escribió la letra de “Malena”. Al llegar a Buenos Aires, le contó lo sucedido a Nelly. “A mí no me importa que no me crean pero lo que cuento es así” confirma la ya centenaria estrella del tango, en un reportaje reciente.

Esta versión tiene, como todas, algunas razones a su favor y otras en contra. Entre las primeras podemos destacar la certeza del romance entre los dos astros del tango del cual habría nacido más de una letra del gran Homero. Se dice que “Ninguna” y “Solamente ella” son obras que Manzi dedicó a Nelly. Entonces, si le dedicó esos tangos: ¿por qué no pudo dedicarle también “Malena”?

El argumento adverso a este relato, de ser comprobado, sería demoledor. Lo insinúa Oscar Del Priore en su obra “Cien tangos fundamentales”. Allí alude a “la presunción de que Manzi y Nelly se conocieron tiempo después de la escritura de Malena”.  En tal caso, el relato de Nelly Omar sería sencillamente: imposible.

De todas formas, el tango “Ninguna”, que según se dice, fue para Nelly, es de 1942: ¿Fechas exactas? Ni los protagonistas las tienen. El tiempo, la memoria -a veces débil, a veces caprichosa- el olvido:  son algunas de las tantas cosas que han pasado. “Arena que la vida se llevó”  diría Homero.

Otras conjeturas

Otra historia diferente fue propuesta por Juan Carlos Miranda, cantor que estrenó “Malena” con la orquesta que dirigía el autor de su música, Lucio Demare. Según Miranda, una noche llegaron Demare y Manzi al cabaret “Novelty” con el tango casi terminado. Allí lo completaron delante de Miranda. Los autores le explicaron al cantor que acababan de escuchar a una cancionista que se llamaba Malena, en el varieté “Nueva Orleans” de La Boca.

También se ha dicho que la verdadera Malena no fue Malena de Toledo, ni Nelly Omar sino Azucena Maizani. Fue ella quien inmediatamente grabó el tango, pero también quien se encargó de desmentir este rumor. No hacía falta. La descripción de  ”Malena” por Manzi hablaba por sí sola.

Tita Merello no quedó atrás. También se conjeturó que ella podía ser Malena.

Para otros, la auténtica musa inspiradora del tango fue una  ex corista anónima del Maipo “que tuvo veleidades de cantora solista y que vivía en la calle Esmeralda, al lado del teatro” señala Francisco García Jiménez en su obra “Así nacieron los tangos”,  para rematar diciendo que tal mujer no existió.

Completando el abanico de posibles o pretendidas “Malenas”, y escuchando el testimonio de un amigo del hermano de Manzi, se ensayó la hipótesis según la cual el poeta habría escrito la pieza inspirado en la modista de su esposa.

Siguiendo con las extravagancias se llegó a decir que Malena fue una vendedora de achuras en la zona de Almagro.

Se trata de relatos inexactos, cuando no engañosos, que no han causado más que confusión y que han contribuido en gran medida a acrecentar el misterio.

Las versiones de Acho Manzi

Acho Manzi  -hijo de Homero, recientemente fallecido- al ser interrogado sobre el asunto, declaró que según su parecer, Malena no sería más que una historia, una síntesis de la experiencia de su padre con las mujeres, una especie de idea arquetípica que tradujo en verso. En más de una ocasión Acho se pronunció de este modo. Una de ellas fue al ser consultado al respecto por quien escribe estas líneas.

En otra ocasión -narrada en el portal Todo Tango- agregó que, en caso de tener que inclinarse obligadamente por alguna cantante de tango que pueda haber inspirado a su padre, él lo haría por Mercedes Simone. La opinión de Acho, causó asombro entre los investigadores del género que presenciaron la revelación.

Para complicar aún más el acertijo, existe un sitio web dedicado al “Día de las Malenas” que contiene un documento por demás interesante. “Malena era María Esther Lerena”, firma: Acho Manzi.

Recordemos que María Esther Esquivo -ése era su verdadero nombre- fue una bella actriz de comedia nacida en Buenos Aires en 1899. Supo ganarse su lugar en los salones del selecto público porteño de los años 20 e incluso llegó a compartir una gira por España en 1923 nada menos que con Gardel y Razzano.

De acuerdo con esta segunda (o tercera) versión de Acho, su padre, junto a Aníbal Troilo, se lo dijo en un reportaje de radio al animador Bellini en su programa de tango. Su papá ”tenía diecisiete años cuando se estrenó la película Milonguita que vio cantidad de veces”. El film es de 1922, allí Lerena desempeñaba el papel principal. “En esa época de películas mudas, los cantantes se doblaban a sí mismos detrás de la pantalla, como también lo hacía María Esther, que interpretaba tangos. Detrás del escenario se instalaba un micrófono, y allí cantaban, acompañados de guitarristas. De esa manera, el público podía oír cantar a quienes encarnaban los personajes.”

“Vacarezza -refuerza Acho- solía ir a un café al lado del teatro Presidente Alvear, en la avenida Corrientes.  En una de sus mesas, Ángel Cárdenas le oyó decir que ella fue la verdadera Malena. Y eso corrobora la noticia”. Hasta aquí, las tesis incompatibles de Acho Manzi.

Una anécdota y una conclusión

Agreguemos otro dato más. La riqueza de la anécdota viene dada exclusivamente por quien la refirió: la relató Quino en conversación con quien suscribe esta nota. Contó el genio dibujante que ”hace más de veinte años”, en una sala de espera de un consultorio médico ubicado en la ciudad de Buenos Aires, se sentó al lado suyo una mujer mayor con quien entabló una amena conversación, típica de la circunstancia. En medio de la charla y por una razón cualquiera surgió el tema y fue allí cuando la señora contó en detalle y según las palabras de Quino “de una forma muy convincente” que ella era la destinataria de los famosos versos de Manzi.  Se trata de un recuerdo que el dibujante mendocino atesora con asombro.

Si bien la versión que contamos en La Vitrola pasada -la que se refiere a Malena de Toledo -  es, a nuestro modo de ver, la que goza de mayor crédito, compartimos la opinión de Ricardo García Blaya al sostener que la misteriosa heroína del tango no es otra cosa que la síntesis poética de las mujeres que el letrista amó, y no más que eso. Es que muchas veces, el artista crea, y el espectador se encapricha en buscar nombres y razones, allí donde no existen.

El 3 de mayo de 1951 fallecía Homero Manzi llevándose con él, como un preciado secreto, la respuesta del enigma acerca de una mujer a quien llamamos y llamaremos por siempre: Malena.

Ilustración de Pablo Pavezka

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