Categoría | Cultura

El rincón de la poeta: hoy, Raquel Aznar

La Biblioteca como pasión

Escondida en un rincón

me dejo llevar por el pensamiento

entre libros, tantas veces hojeados

algunos envueltos en un sepia galante

otros resaltados en el brillo satinado

de tapas gruesas y peso oscilante.

En ellos, haciéndose mágico

gravita el tiempo.

Tantos, entre tantos me descubro

en la Alberdi

Biblioteca centenaria

confabulada de memorias

novelada de ilusiones

avezada en el riesgo cotidiano

de los días que son jornadas

intercambios, propuestas,

multitudes de imágenes que sobre-actúan

en sus escenarios.

Parece una ciudad catalogada,

perseverante en el goce lector

y en los misterios de la emoción.

En ella me quedo vagabunda

errante, perseguida.

Sus visitantes son turistas

del hábito y la aventura leída

que se juega adentro y fuera de nosotros.

Sus galerías bifurcan las miradas

los textos la tatúan, y en un presunto

descubrirse circula su mundillo,

su tránsito

de ciudad compulsiva de ideas

ante la paradójica existencia del hombre.

El pensamiento acelera mi pulso

y las escenas me incluyen en su laberinto.

Es otra vez la palabra escrita

metáfora sin tiempo

donde la flor no se marchita

espectro solapado de lo que permanece.

Esta ciudad no perdura por la costumbre

se revela en su destino de página abierta,

en ella todo vale, no hay brechas, ni primacías

todo vale

desde la simple revista,

los periódicos,

un humilde folleto.

Un año más, 102 de aquel primer día

y sin embargo

las actuales facilidades y avances

no embalsaman su encanto expresivo

la hacen respirar más a gusto

porque insiste en encontrar el

lugar propicio

para desplegar su labor,

aprovechar la brevedad del día

en  favor del conocimiento

y proponer como vital la urgencia

de aliarse al progreso, el progreso que implica

nuevas incógnitas,

antes no sospechadas.

Vocera de estos tiempos,

se reconcilia con el pasado

se dibuja en el paisaje de mentolados aires

y rumores de pájaros andinos.

Está entre un entorno de plazoleta

que la desplaza

y un revestimiento de imágenes

en sus muros

que la protegen

que la toman en su fidelidad histórica

y en sus ideales populares.

Hay en esta ciudad,

un recorrido en sus pasillos que me siguen invitando

habitarla es una vocación.

Entiéndase vocación como pasión, en este decir hago referencia al dios Eros, celebrado por Fedro en el banquete de Platón, la vocación es siempre  joven, vital y arrolladora.

Raquel Aznar

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