Una singular e irrepetible planta porteña trasplantada al jardín de Chacras de Coria. Las raíces de esa rosa se arraigaron en el añoso Parque de las Colinas. Alli, rodeada de árboles, perros, vecinos y amigos desarrolló su vocación docente, una profunda vida espiritual y un verdadero culto por la amistad. En esa casa cálida, reinaban la alegría y el sentido del humor. Sus multitudinarios cumpleaños se regaban con cerveza y fragante vino tinto.
Fue una verdadera Rosa, la mejor de nuestro jardín. Con su aguda inteligencia y espíritu juvenil alegró nuestras primaveras y con los destellos de sus ojos claros iluminó su entorno.
Pero llegó el verano y su frágil cuerpo la abandonó para ir al encuentro con Dios, la Virgen y los seres queridos. Sus amigas sentimos su perfume y su presencia diaria, con la misma fuerza que compartiéramos esa hermandad.
Cheli González de Díaz Araujo
A Lucía Gallardo
La Celestina.
La que amaba al flaco Spinetta.
Esta tarde la encontraron muerta en su casa.
Dicen que fue anemia.
Otros que fue bronca acumulada.