Por Eugenia Videla y Sonia Fioretti
En la conformación de jardines tradicionalmente ha existido una mayor valoración estético-cultural de lo exótico, lo que conlleva generalmente altos costos de mantenimiento. Actualmente, en los países que hacen vanguardia en paisajismo, se está creando una jardinería basada en el uso de especies adaptadas a las condiciones ecológicas del lugar. Este nuevo lenguaje no sólo refuerza la idea del respeto por el sitio sino que implica, necesariamente, bajo consumo de recursos. Esta concepción “ambiental” no es novedosa ya que el uso de especies rústicas en condiciones críticas fue un denominador común de todos los pueblos que habitaron ambientes áridos.
Sobre todo frente a la escasez del recurso hídrico, ante la pregunta de cómo encarar la expectativa actual y futura de los jardines en la fragilidad del desierto surge, como una de las respuestas, el empleo de “pastos ornamentales”. Su utilización en el nuevo paisajismo está relacionada no sólo con la tolerancia a la sequía sino también a la armonía que presentan con el paisaje natural, a la diversidad de especies que permite variaciones de formas, textura y color y al mínimo mantenimiento que exigen.
A la hora de diseñar con gramíneas, la diversidad de ambientes naturales de donde son originarias, nos permite encontrar especies adecuadas para cada sitio de nuestro jardín. Las gramíneas son muy rústicas, en general, prefieren los sitios soleados, adaptables a un amplio rango de suelos, temperaturas y condiciones de humedad.
Su sistema radical extendido y el acartuchamiento de sus hojas en períodos desfavorables, las hace plantas tolerantes a la sequía. Son relativamente resistentes al ataque de plagas y enfermedades. A estas ventajas, se suma que son de crecimiento rápido y su mantenimiento es sencillo, consiste en una corta anual a nivel del suelo para renovar el vigor, con ocasional división de matas para la multiplicación agámica.
El éxito de las gramíneas ornamentales en el diseño se debe no sólo a su rusticidad, facilidad de cultivo y bajo mantenimiento, sino también a valores estéticos particulares relacionados con el movimiento, la transparencia, la iluminación, el sonido y los espectaculares cambios estacionales que protagonizan. Su introducción en el jardín le otorga una estética suave que mantiene una clara afinidad con nuestro paisaje natural.
La necesaria composición paisajística que las gramíneas imponen constituye un nuevo desafío para la jardinería, continuamente nuevas especies de gramíneas son introducidas en el mercado ornamental. En este sentido, debemos considerar su valor estético y ambiental, como elementos innovadores que puedan incorporarse al paisaje urbano, residencial, industrial y agrícola, sin perder de vista los impactos que pueden causar cuando algunas de ellas demuestran alta agresividad y se transforman en especies invasoras.