Archivo | junio, 2012

Perón, Farmache, el Operativo retorno y los curas del Tercer Mundo -->

Perón, Farmache, el Operativo retorno y los curas del Tercer Mundo

Una vuelta a la historia para recobrar una postal que marca los años previos a la vuelta de Juan Domingo.

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Mendoza es bella pero…

Nuestra hermosa provincia no tiene nada que envidiar a sus hermanas argentinas. Tenemos la majestuosa cordillera, los parrales y los mejores vinos, el incomparable otoño en las alamedas, la frescura veraniega en canales y acequias y un desierto que a fuerza de coraje y empeño supimos transformar en productivos oasis.

Mendoza es bella pero… Cada tanto algunos indeseables eventos nos frecuentan como para recordarnos que la vida en nuestra provincia no es tan sencilla.

Pocos días atrás hemos sufrido dos de estas desagradables visitas con las que, mal que nos pese, deberemos convivir irremediablemente para siempre: el Zonda y los Sismos.

Frente al Zonda contamos con una ventaja: su predicibilidad. Varias horas antes de que acontezca, los meteorólogos nos anuncian que este fenómeno se producirá. Por lo tanto, la población ya advertida, sabe qué medidas tomar. Durante el último Zonda el Gobierno, con buen tino, decidió suspender las clases en los establecimientos escolares de algunos departamentos. Mientras Defensa Civil advertía y recomendaba precauciones a la población.

Ahora bien: a pesar de lo previsible siempre sucede lo mismo. Incendios de campos, mayor cantidad de accidentes de tránsito, caídas de árboles mal cuidados o envejecidos, cortes de energía eléctrica y en las personas, diversas descompensaciones somáticas que van desde el mal humor hasta cefaleas y problemas de tensión arterial.

Lo que los mendocinos no terminamos de aceptar es que el Zonda es dañino y que si nos advierten de su pronta presencia debemos seguir todas las recomendaciones que reiteradamente difunde Defensa Civil, aunque esto implique no conducir, quedarse en casa aunque tengamos un turno con el médico, cuidar a los hijos que no tienen clases, etc.

Con el otro visitante ingrato la situación se presenta de manera totalmente distinta. Nadie nos puede avisar unas horas antes que en Mendoza va a temblar. Sin embargo todos los mendocinos somos concientes de que vivimos en una zona sísmica y que debemos estar preparados para que, en el momento menos esperado, la tierra tiemble.

Por eso en todas las instituciones escolares y en algunos edificios públicos se implementan simulacros de sismos.  Estos sirven como entrenamiento para poder actuar con rapidez y sensatez frente a un temblor.

Defensa Civil hace una campaña permanente en todos los medios de comunicación masiva para que todos los habitantes tomemos en serio lo que significa el riesgo sísmico. Sin embargo, algunos estudiantes se toman estos simulacros como una broma o parte de un divertimento. ¿Qué hubiera pasado si este último sismo hubiera ocurrido a las 10 de la mañana en una escuela repleta de alumnos? ¿En un aula pequeña con 30 niños? ¿Con los matafuegos vencidos o sin carga? ¿Con los ventanales sin protección? ¿Sin un botiquín de primeros auxilios?

Es verdad que frente a un sismo de gran intensidad muchas personas entran en pánico y no razonan correctamente. Pero el entrenamiento sirve. Todos debemos estar prevenidos en el hogar y nuestros sitios de trabajo para sobrellevar este mal momento.

Defensa Civil hace un gran trabajo. Aceptemos sus consejos para nuestro propio bien. Porque tarde o temprano volverá a castigar el Zonda y en Mendoza temblará.

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La bella Barcelona según la mirada de la mendocina Silvia Suárez -->

La bella Barcelona según la mirada de la mendocina Silvia Suárez

Libros

Este libro 2011, nos llega con una carga de amor, homenaje, agradecimiento  y devolución de quien ha logrado compenetrarse con su segundo hogar.

Por Onelia Cobos

Silvia Suarez vive en Barcelona desde hace mucho tiempo, tanto que sus hijos y nietos han crecido y se han hecho adultos en el lugar.

Su partida de Argentina tiene el rótulo trágico del exilio en épocas del Proceso.

Su estadía en Europa tiene la marca de la realización profesional, personal y ciudadana de quien supo convertir la adversidad en triunfo y por lo tanto volverse una resiliente total.

Egresada de la Universidad Nacional de Cuyo, como licenciada en Literatura y Filología, pertenece al grupo de la Escuela Superior del Magisterio cuyos alumnos gozaron de los años dorados de esa institución secundaria, dependiente de la UNC, que marcaron una formación intelectual humanista descollante en los años 1954-1960.

Fue  también integrante de ese grupo secundario que disfrutó de los picnic de primavera en el parque San Martín de calle Darragueira, hoy Parque Las Colinas en Chacras de Coria.

Preparada para la brillantez intelectual, su fino y aristocrático espíritu ha podido percibir una ciudad de Barcelona llena de curiosidades, como ella las llama, que nos muestran lugares llenos de sorpresas.

Torres, piedras, monumentos, construcciones funerarias, emblemas con historia, monasterios, pestes, guerras, la horca, prostíbulos, monedas, castillos, farolas, máquinas, transporte marítimo, el transporte colectivo, la literatura, los artistas.

Entrar en el libro es entrar a un caleidoscopio de colores, donde las formas  de lo percibido cambian y saltan y se transforman a cada instante.

Su ojo  avizor nos lleva desde las gárgolas (piedras) de las iglesias, de formas normalmente temerosas,  a las fuentes, como la de Canaletes con su leyenda de que se volverá a Barcelona si se bebe agua de esta fuente.

Detrás de cada ícono mencionado, la autora desgrana el origen histórico que se pierde en tiempos medievales y  romanos.

Silvia Suárez siempre estuvo interesada en lo histórico-político.

Leerla es recrear, volviendo al pasado, sus lecciones orales en Historia, en Pedagogía, en Historias de las Instituciones y revivir, desde una vieja y querida aula secundaria compartida, la aguda observación en sus conceptos y apreciaciones. Su texto cuidadoso e inteligente nos vuelve a crear la invitación a soñar con su persona.

Barcelona está allí para todos, sólo que tomados de la mano de Silvia se nos vuelve una caja de Pandora.

Nos metemos en un tren y el viaje se vuelve cuento y leyenda y sentimos el miedo del “hombre del saco” secuestrando niños para matarlos, extraer la grasa del cuerpo y así permitir que el invento -primer tren del territorio peninsular- siguiera funcionando.

Las páginas sociales nos cuentan de las luchas sindicales obreras. En Barcelona nace el movimiento obrero de España.

Su espíritu se regocija y nos regocija permanentemente al descubrir relatos fantásticos de sucesos como el dedo robado de Santa Eulalia. Robado como reliquia y devuelto con la ayuda de un ángel.

De la lectura se desprende una atmósfera de simbiosis permanente de lo puramente externo -fuentes, murallas, plazas- con lo profundamente interno de las percepciones  evocadoras de Silvia. Ella tiene una “forma de mirar” y un detenerse en lo mirado, desde un ángulo muy personal. Los títulos de las narraciones dan prueba de ello.

Nos llega en todo momento una Barcelona que mira al cielo integrando naturaleza y religión en las fantásticas construcciones de Gaudi.

Al cerrar el libro -al que hay que volver una y otra vez para renovar el regocijo- queda flotando en el espacio, Silvia adolescente, bailando rock and roll con “chatitas negras” -zapatos bajos- y el texto apasionado de sus lecciones orales en una lejana escuela secundaria.

Seguramente el libro es el “cocktail” de dos sensibilidades coincidentes en miradas: la de Anna-Priscila Magriñà y la de Silvia.

Desagregarlas es difícil, sólo que reconocer  a Silvia en la Palabra es casi un ejercicio inconsciente, proveniente de una temprana formación común.

En el Capítulo Arte y Cultura el espíritu artístico de Silvia aflora en su totalidad.

Sus flashes perceptivos nos hacen mirar y ver esculturas, balcones, relieves, medallones, el realismo de Nonell, pintor de la miseria, el arte y las ideas comerciales en el gran cartelista Casas y nos recuerda el arte catalán y universal de Picasso, Casals, el inolvidable Orwell, fascinado por Barcelona, el genial Gaudí.

Barcelona, una ciudad muy distinta del oasis mendocino del que proviene Silvia. Sin alamedas, sin calles con árboles carolinos y acequias y sin embargo el milagro de una ciudad que se ha dejado vivir, interpretar y disfrutar por un alma en exilio.

Barcelona, ciudad de ángeles y leyendas, industrias y arte, históricamente acostumbrada a recibir el paso de iberos, griegos, cartagineses y romanos ha albergado, esta vez, el ojo captador americano de Silvia, que preparado didácticamente para potenciar el humanismo, consigue deleitarnos con sus pinceladas.

              De la página 230 extractamos:

Antoni Gaudí: la vida de un genio

Hijo de Reus, Antoni Gaudí (1852-1926) procedía de una familia de caldereros. Aunque durante su juventud se acercara a las ideas del socialismo utópico, más adelante llegaría a profesar una ardiente pasión por el catolicismo. En el momento de otorgarle el título a Gaudí, el director de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, Elies Rogent, dijo: “Hemos dado un título a un loco o a un genio, el tiempo lo dirá “.

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Luciano Bandino: Arquitecto de un sueño -->

Luciano Bandino: Arquitecto de un sueño

Hizo cumbre en el Himalaya

A su regreso a su querida Chacras de Coria, después de casi 60 días de ausencia y de haber hecho cumbre en el Lhotse (significa “Pico Sur” en tibetano) la cuarta montaña más alta del mundo con sus 8.516 metros de altitud en la cadena del Himalaya en Nepal, Luciano Badino cuenta que en su hogar fue recibido por su esposa Agustina Luque y por su orgulloso hijo Lautaro de 12 años de edad que “es el hombre de la casa cuando yo no estoy”. Orgulloso según agrega porque en el colegio todos le comentaban y le preguntaban por la singular hazaña de su papá que a las cuatro de la tarde del  viernes 25 de mayo pasado, luego de 12 horas de forzada marcha porque había partido a las cuatro de la mañana desde el Campamento IV a los 7.950  metros de altura, ascendió sin tubos de oxígeno la majestuosa cima del Lhotse desde donde se aprecia en todo su esplendor la piedra negra y oscura y el blanco de los canales de nieve del majestuoso Everest como comenta al periodista de Correveidile mientras deja una frase que es todo un testimonio de satisfacción y alegría: “me siento muy feliz”. El Everest (recibe ese nombre del geógrafo británico George Everest) que es el pico más alto del universo con sus 8.848 metros de altitud  también fue conquistado el día de la fecha patria por la expedición argentina que se dividió en dos equipos para cumplir el objetivo que se habían fijado. Luciano es arquitecto de profesión, aunque no ejerce esa actividad porque se ha entregado en cuerpo y alma a su pasión por el andinismo, en sus comienzos fue jugador de rugby del club Los Tordos pero dejó por una lesión en la rodilla. Ostenta la marca de 20 cumbres en el llamado “Techo de América” que es el Aconcagua en la Cordillera de Los Andes y en la temporada del verano trabaja como guía en el Parque Provincial Aconcagua. Se convirtió ahora a los 37 años en el arquitecto de su propio sueño al hacer realidad la meta más importante de su vida deportiva aunque también se recuerda su proeza de hace dos años al subir en solitario el Aconcagua en época invernal que es la más difícil en homenaje al Bicentenario de 2010.

Tres mendocinos formaron parte del especial desafío de llegar a las entrañas del imponente y dominante Himalaya donde todo es silencio y riesgo entre muy bajas temperaturas que pueden llegar a los 58 grados bajo cero y fuertes vientos que soplan hasta 160 kilómetros por hora. Porque además de Luciano que integró el equipo que subió el Lhotse también viajaron Pablo Betancourt que lo hizo como camarógrafo del actor Facundo Arana y Fernando Grajales que es director general de Grajales Expeditions, la firma creada por su padre en 1976, y que integraron el equipo que coronó al Everest tras 12 horas de recorrido desde las 9 de la noche del día 24 de mayo a las 9 de la mañana del día 25. La expedición fue dirigida por los hermanos mellizos Damián y Willie Benegas (11 Everest) de 43 años, viejos conocidos del Aconcagua,  oriundos de Puerto Madryn y que se encuentran entre los guías más prestigiosos del mundo por su arrojo, temeridad y experiencia. Los neuquinos Hernán Carracedo (Santa Rosa, La Pampa) y Fernando Rodríguez de Hoz (Neuquen), que debió ser socorrido por los sherpas de la región porque sufrió un congelamiento de corneas, y Tommy Ceppy que proviene de (Choele choel Neuquen), quien superó una operación de cáncer de tiroides de hace un año atrás, completaron el grupo de valientes montañistas. También participó inicialmente el actor Facundo Arana que a raíz de un edema pulmonar y cerebral debió desertar y fue evacuado en helicóptero apenas a la segunda semana de iniciada la colosal aventura. Comprometido con su noble gesto y por la campaña que realiza Arana les pidió a sus compañeros que llevaran su bandera “Donar sangre salva vidas” a la cima quienes cumplieron su deseo.

 Testimonios

Luciano destacó el excelente estado físico, la fortaleza sicológica, el alto espíritu, el buen estado de ánimo y la unidad, camaradería y  compañerismo que reinó durante la larga travesía de casi dos meses en las frías paredes del Himalaya. También la seguridad,  el optimismo y la confianza de lograr la ansiada meta y el fin humanitario y solidario de la misión que la convirtió en una expedición fuera de lo común. En su opinión el mensaje de Arana, y de el su amigo Tommy con su ejemplo de que el cáncer de tiroides puede superarse, se instalaron en la sociedad que se sensibilizó por el esfuerzo de tantos días a la espera de que el tiempo permitiera el salto final cuando otras columnas habían emprendido la retirada. Contó por ejemplo que “para mantener la moral alta y el buen estado de ánimo en los distintos campamentos que ocupamos (el base a 5.300 metros, el I a 6.000 metros, el II a 6.500 metros, el III a 7.250 metros y el IV a 7.950 metros) desarrollábamos todo tipo de tareas para evitar el hastío y el aburrimiento. Nos entreteníamos viendo películas, podíamos entrar a Internet, conversábamos entre nosotros, contábamos anécdotas, jugábamos a la cartas, conversábamos diariamente con nuestras familias y obviamente cocinábamos que era lo más importante para poder alimentarnos bien y mantenernos en estado. Los últimos platos que hicimos fueron unos lomitos completos al pan con papas y huevos fritos y unas pastas con diferentes salsas. A veces nos dábamos el gusto de comer salamines, quesos y picadas, pero como parte de nuestra dieta generalmente consumíamos lo que nosotros llamamos “comida emocional y psicológica”, que consiste en una dieta de alimentos disecados que se hidratan con agua caliente. El último día, cuando nos dividimos y separamos, armamos una rueda de mates y nos trasmitimos entre todos un sincero deseo de buena suerte”.

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Julio De Caro, el revolucionario -->

Julio De Caro, el revolucionario

Por Nicolás Sosa Baccarelli

Academia Mendocina del Tango

 

Hablar de Julio De Caro a 88 años de la aparición de su prestigioso sexteto, no es tarea sencilla. Mucha agua ha pasado bajo el puente de este caudaloso río que es la música popular. Entrecerrar los ojos y hablar de Julio De Caro es remontarse a un tiempo lejano para referirse a un hito rotundo y decisivo en la historia de la música de nuestro país.

Primeros pasos

Comenzó sus primeros estudios musicales con su padre, don José De Caro, profesor del Conservatorio de Milán. A los trece años ya se ganaba sus primeros pesos enseñando teoría, solfeo y violín.

En la familia De Caro se respiraba música. Eso sí, nada de tango. Don José tenía prohibido que esa música sonara en su casa, él quería que sus hijos cultivaran la “música en serio”. Sin embargo, tanto Julio, como sus hermanos Emilio  – también violinista- y Francisco – pianista- sentían desde niños, la inclinación por esa música nacida en las orillas, que se filtraba como un vaho de taconeos y guitarras sobre el empedrado.

La tensión en casa de los De Caro aumentó cuando Julio habló con su papá para decirle que haría un reemplazo en la orquesta del gran Eduardo Arolas quien lo había convocado luego de escucharlo tocar con Roberto Firpo.  Don José reaccionó expulsando de la casa a su hijo “milonguero”.

El tango abre sus alas

La influencia de Firpo, Arolas, Delfino, Fresedo y Cobián sobre el joven De Caro, fue notoria. Con estos nombres, el tango había empezado a desplegar sus ansias de evolución. El tango se preparaba para el gran salto.

De Caro ingresó en 1923 a la prestigiosa orquesta de Juan Carlos Cobián (ese exquisito compositor que recordamos por sus tangos “La casita de mis viejos”, “Mi refugio”, “Nostalgias”, entre otros éxitos). A fines de ese año, Cobián viajó a Estados Unidos. Entonces el joven De Caro constituyó su primer conjunto en base a la formación de músicos que dejaba Cobián. Así nacía el legendario Sexteto Julio De Caro.

La orquesta estaba integrada por los bandoneones de Pedro Maffia y Luis Petrucelli (más tarde reemplazados por Armando Blasco y Pedro Láurenz), Leopoldo Thompson en contrabajo, y Julio y Emilio De Caro en violines. Al piano se sentaba su hermano Francisco, fundador de una escuela pianística de avanzada.

La renovación profunda y definitiva

La sonoridad de esa maravillosa orquesta estaba dada por una visión innovadora de la música. Ya no se interpretaba “a la parrilla” como suele decirse en la jerga musical, tal como se hacía durante los primeros años del tango. Ahora, con la renovación de los años 20 y 30, cada instrumento tenía su protagonismo, sus momentos de brillo y de silencio y sus diálogos y contracantos.

De Caro fue más allá de lo conocido. Renovó el tango.  Propuso nuevos recursos para esa música popular rioplatense de origen humilde y reo, dando así un enorme avance para su difusión en el mundo. Y lo hizo sin descuidar jamás su esencia rítmica, su sentido criollo. Logró combinar lo que el tango fue, con lo que era capaz de ser.  Incorporó recursos técnicos especialmente en materia de armonía y contrapunto. Ahora aparecían solos melódicos de bandoneones, de violines, variaciones de cuerdas sobre la base del piano conductor o del contrabajo. Muchas veces el piano quedaba como solista, acompañándose él mismo. Otras, su violín fraseaba armonías contrapuestas al desarrollo de la obra. El tango había ganado altura, refinamiento y técnica. Su horizonte se había extendido varias leguas. Así, se conocía un universo musical, una forma de comprender el tango que se llamó la “escuela decareana”. En ella forjaron su estilo los gigantes que vendrían luego: Aníbal Troilo, Horacio Salgán, Osvaldo Pugliese, entre tantos otros símbolos gloriosos de lo que se dio en llamar la Guardia Nueva. El movimiento de De Caro había bajado línea de cómo debía ser una orquesta típica. Fue la bisagra entre la vieja y la nueva guardia. Algunos músicos conservadores, apegados a las formas tradicionales del tango, insistieron con ellas, pero lo cierto es que el “predecarismo” quedaba envuelto en la niebla del tiempo.

Tal es la importancia de la escuela decareana en la historia del tango, que, como explicaba Blas Matamoro, fijó pautas para el tango del futuro, al extremo de que, cuando se traspasan las normas del “decarismo”, sus propios autores hablan de “música de Buenos Aires”, en claro reconocimiento de haber cruzado la frontera entre lo que es “tango” y lo que no lo es.

Viajó por diferentes países y enamoró con su “tango vestido de smoking”. Sufrió en su momento las mismas críticas que las que se lanzarían décadas más  tarde contra Astor Piazzolla. “Eso no es tango” decían algunas voces temerosas que miraban con recelo la renovación decareana.  Evidentemente se equivocaron. Esos jóvenes músicos estaban inventando el nuevo tango, el tango que venía… y que conquistaría el mundo.

Con el correr de los años la actividad de Julio De Caro fue apagándose. Ya corrían tiempos diferentes. Hacia la década del 40 la poesía había florecido, dando a la letra de tango un histórico vigor. Eran las épocas de las orquestas con cantores protagónicos, estelares; cuestión en la que De Caro nunca incursionó. Hacia 1954 abandonó la actividad como director.

Dejó centenares de obras grabadas y excelentes composiciones propias  y otras en coautoría con algunos de los músicos de su orquesta. Un 11 de marzo de 1980, y como para respetar la misteriosa simbología tanguera tejida entorno al número 11 (pues ese mismo día, en diciembre, había nacido él y Carlos Gardel), Julio De Caro dejó este mundo, tras haber reinventado el tango.

El violín corneta

Un símbolo con el que siempre se recuerda a De Caro es su violín corneta. Consistía en una bocina anexada al violín para aumentar su volumen y resolver de ese modo la carencia de recursos técnicos propia de la época, tanto para hacerse escuchar en vivo como para grabar. El propio De Caro contó que se lo trajo del exterior un directivo de la Rca. Víctor. Si bien se transformó en un sello de De Caro, no fue él quien inventó el violín corneta. Ni siquiera fue el primer músico de tango que lo usó. José “Pepino” Bonano tocaba uno en la orquesta de Juan Maglio “Pacho”,  hacia 1912 en el famoso café La Paloma. Buscando en las reseñas del Instituto Smithsoniano de los Estados Unidos, encontramos que el nombre original del instrumento es “Stroh violin” en alusión a su creador: John Matthias Augustus Stroh, quien lo patentó en Londres, en 1899.

Opinión

Ángel Bloise

Miembro correspondiente de la Academia Nacional del Tango. Periodista de tango.

“Julio De Caro fue el primero y el más importante renovador de la historia de nuestro tango. Fue la llave maestra que abrió la puerta para que ingrese la guardia nueva del tango. No desdeñó la guardia vieja, porque en ella estuvieron los inolvidables fundacionales de nuestra música emblemática.

No es casual que del conservatorio Williams donde inició sus estudios de música, hayan salido maestros notables como Juan Carlos Cobián y Carlos Di Sarli, entre otros. Debe haber habido allí un abono especial para el surgimiento de talentosos intérpretes.

Su estilo único que impuso a través de su sexteto fue seguido por una importante cantidad de maestros siendo el principal defensor de lo decareano, don Osvaldo Pugliese.

Sin ninguna duda que esos que tomaron su posta, potenciaron ese estilo rítmico especial, con matices dinámicos de increíble prolijidad.”

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El  recuerdo de un otoño maravilloso que se nos va -->

El recuerdo de un otoño maravilloso que se nos va

 El otoño todos los años  deleita  a los “chacrences” con la dicha de poder gozar de la policromía de los colores que nos va presentando a lo largo del mismo en sus hojas y que  nos motiva para agradecer día a día  la mano creadora de Dios. Al recorrer nuestras calles, llena el asombro de las numerosas postales que se van presentando, como así también  de  los jardines y parques de nuestras casas. Esto nos lleva a meditar lo importante que significa en la vida del hombre el cuidado que debemos darle a los espacios verdes, tanto desde las instituciones de Gobierno encargado de sus cuidados, como así también  en lo que le  compete a  la sociedad en su conjunto.

 Ing. Agr.José Guillermo García Sáez

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Del libro Saltar a la Magia

Aquí van un par de historias, disculpables en su tontería por esa condición de que son historias de Abuelos.

El Helado del Guri y la Bicicleta del Luis

¨ Luis, veníte que tengo algo que contarte ¨ me dice el Guri.
(el Luis soy yo y el Guri es, el Guri, el heladerosociólogo o sociólogo heladero de Chacras)
Qué quería contarme el Guri… una nueva teoría sobre el devenir del mundo, su plan para instalar una heladería en una isla del Caribe, el comentario, un poco doloroso, sobre mujeres bellas y ajenas…
NO.
¨ Luis, la nena dijo Abu…¨
La nena es la Sofía, su primera nieta, en ese momento de algo así como seis meses.
Tratar de explicarle al Guri que la nena no dijo Abuelo, que sólo era un sonido gutural, era ridículo, lo miré con cierta condescendencia y, espero, no haber dicho nada.
Pero, todo llega, a mi también me sucedió.
Nació el Lucky, mi primer nieto, y no tengo dudas, ya a los tres meses cuando yo le cuento mis planes para viajar juntos en bicicleta no sólo me entiende perfectamente y está de acuerdo por supuesto, me agrega ideas que no se me habían ocurrido.
Parece que es así y cada día otro amigo me cuenta esa poco original idea de que…
¨ No me vas a creer pero mi nieto, mi nieta es tan especial…¨
Hay algo de impudicia con los nietos, con los hijos, uno se cuida de contar los detalles, pero con los nietos, es puro desparramo de fantasías.
Como decía mi Abuela Berta, la Abuela del campo, de las gallinas, la huerta, las Rodhesias y las Titas. ¨ Los hijos son el capital, uno tiene mucho miedo, los nietos el interés, uno lo gasta más fácil, se puede jugar¨.
El Guri no podía hacer menos que, mientras desarrolla alguna compleja teoría sociológica, no por nada la nieta se llama Sofía, le puso ese nombre al mejor helado, del mundo y alrededores, la Crema Sofía, naranjas, almendras con baño de chocolate, licores, pura delicia.

El Guri la imagina a Sofía una bella bruja alquimista de gustos, aromas, texturas, su discípula en el arte del puro gusto. Yo, que todo lo pienso pedaleando, decidí regalarle mi bicicleta Gary Fisher al Lucky. Por lo pronto, con suerte, tengo hasta sus quince años para hacerle unos miles y miles de kilómetros, la idea es sencilla.
Cuando le toque sin duda será una bicicleta vieja y anticuada pero, con una invitación a que él le haga otros tantos miles de kilómetros dando alguna vuelta al mundo, en bicicleta por supuesto.
Mi Abuelo quería un nieto médico, lo tuvo, mi Padre un nieto exitoso, también lo tuvo, bueno, yo a mi nieto lo quiero andando en bicicleta por el mundo, él dirá.

Luis Jait

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Nunca nos faltan los pretextos

Los cielos de Europa se oscurecían frecuentemente durante la Edad Media a causa de los incendios de los bosques. Un sospechoso método de purificación era llevado a cabo por los cristianos, quienes combatían de esta manera singular y salvaje a los paganos que se refugiaban en las arboledas impenetrables.

Con el descubrimiento de América y la abolición, un tanto forzada, del paganismo los incendios de los bosques europeos finalizaron. Unos paganos más interesantes se vislumbraban en el horizonte, estos tenían oro, entonces se talaron los árboles apenas crecidos para construir barcos.

Nuestra relación con los bosques ha sido siempre una desproporcionada batalla. Tal vez un rencor ancestral nos invade al ver como cada primavera los árboles hacen un tributo a la belleza, mientras que las hojas que de nosotros cayeron, nunca volverán a renacer. Sus despojos mortales se convierten en cálidas maderas, en cambio los nuestros toman la triste textura del olvido.

Hace mucho que talamos de nuestros corazones cualquier indicio de respeto por la vida. Nos hemos podado la capacidad de emocionarnos ante la tibieza de las cosas. Cortar un árbol ya no es más que una penosa emulación de lo que nos hemos hecho a nosotros mismos. Hoy, envanecidos sin ninguna razón que lo justifique, estamos parados en la cima de una montaña muerta, sin que nada se anime a crecer a nuestro alrededor, pero si un árbol, apiadado de nuestra inmensa soledad se le ocurre desplegar sus ramas a nuestro alcance. Seguramente, para darle hacha, no nos van a faltar pretextos.

Carlos Dante Mendoza

(PONER FOTO ARBOL CORTADO ACA)

Fábula de los árboles de mi ciudad

A mi hija María Haydée

que fue como ellos,

un ramaje de paciencia y dulzura.

¿En qué aire andará?

Para mi que fue una noche

que entraron sigilosamente a la ciudad

y se quedaron aquí para siempre.

Quizás para escribir el nombre de las estaciones,

o por esa piedad que tienen los árboles

cuando el aire está solo.

O piedad de nosotros.

Acaso no es que sea menos triste

una ciudad arrodillada bajo la lluvia,

o dejar caer una sombra

sobre los ardientes balcones del verano,

o los amantes

para que recuerden que también estuvieron solos

antes que les viniera el amor como una arboleda.

Dicen que vinieron con los hombres.

Quizás sea cierto, pero los hombres olvidan

que antes ellos fueron un sueño del agua.

Por eso creo la mía, la que le escuché al viento.

El primero que los cantó.

La luna los estaba esperando.

Después vinieron los pájaros.

Mario Padín

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Tapas al paso

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Este 25 de Mayo… -->

Este 25 de Mayo…

Carbonada

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