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Veterano y héroe de Malvinas

30 años

Daniel Darío Guiñazú

Nuestro vecino, Daniel Darío Guiñazú, es uno de esos héroes anónimos de Malvinas que continúa de pie, con la frente bien alta, la mirada erguida y el orgullo intacto, después de su conmovedor ejemplo de arrojo y valentía cuando, hacen ya 30 años, empuñó las armas junto a cientos de camaradas para defender la soberanía y el territorio nacional en la región más austral del país.

Por José Félix Suárez.

De los verdaderos veteranos de las islas es Daniel, quien el pasado 3 de marzo cumplió 50 años, porque como cabo del ejército argentino, egresado en 1980 de la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral en Buenos Aires,  miembro del Grupo de Artillería Aerotransportada IV con asiento en Córdoba – hoy Grupo de Paracaidistas IV-  donde cumplió su primer destino militar, estuvo en terreno y en el fragor de la lucha con sus jóvenes 20 años recién cumplidos. Lo hizo con la enorme responsabilidad de tener a su cargo a un pequeño grupo de jóvenes soldados, con quienes los días 26, 27 y 28 de mayo participaron de los enfrentamientos más cruentos en Puerto Darwin, cuando los ingleses intentaron su primer desembarco

El testimonio de Daniel, encierra todavía el dolor, la angustia, el sufrimiento, la ansiedad, el temor y la incertidumbre de aquellos días oscuros, duros y tan tristes de la historia argentina. Nos cuenta, por ejemplo, que ni siquiera pudo avisar a sus padres y hermanos que aquel 2 de abril de 1982 había sido acuartelado y que en horas más su unidad debía viajar a las Islas Malvinas que habían sido tomadas por el gobierno militar argentino de esa época.

Con mirada expresiva, voz serena y firme, aunque con un lógico dejo de tristeza, nos cuenta aquellos momentos que lo marcaron para siempre.

SUBTITULO: Gran orgullo

“Ingresé al ejército con la ilusión de ser un buen soldado, tenía la vocación de servicio y creía que así podía ser útil a la comunidad. Sin embargo nunca imaginé que a tan temprana edad me encontraría con un desafío tan grande como el de Malvinas; con la responsabilidad, junto a otros oficiales y suboficiales, de dar contención a un grupo de chicos de tan sólo 18 años en una guerra jamás imaginada. Siento un gran orgullo de aquellos compañeros, con los que forjamos una amistad eterna y con los que nos reunimos en Córdoba todos los años hacia el mes de junio. De esa manera comentamos nuestras propias cosas y evocamos a los que ya no están, porque cayeron en aquella lucha desigual o porque después se suicidaron al no ser nunca escuchados”.

“En estos 30 años que de manera increíble ya han pasado, no he regresado a Malvinas, pero quisiera hacerlo algún día acompañado de alguno de mis hijos o de mis futuros nietos. Deseo visitar esas 237 tumbas del cementerio de Puerto Darwin, inclinarme y orar ante esas solitarias cruces. Con lágrimas en los ojos ví caer a un cabo de 18 años que tenía un parecido notable con uno de mis hermanos. También a un sargento que pocos días antes me había trasmitido la feliz noticia de que iba a ser padre por primera vez y no salía de su alegría. Es mi deuda, volver algún día”.

SUBTITULO: Gurkas vs soldados rasos

“Cuando se decidieron a atacar enfrentamos a un enemigo fantasma, que acechaba cuando a partir de las cinco de la tarde las noches se hacían largas e interminables. Veíamos las luces de sus barcos y aviones a lo lejos, sentíamos el ruido de las metralletas y las bombas casi a nuestras espaldas. Habían descendido en paracaídas provistos de un armamento superior, con un mayor poderío bélico y con soldados mucho mejor preparados y entrenados, aunque en el territorio que defendimos nunca vimos a los llamados “gurkas” que eran profesionales contratados para pelear. Nuestros chicos, que debían apuntar con sus fusiles protegidos en la densa niebla o accionar la artillería pesada cuando respondíamos con nuestros cañones, ni siquiera tenían aprobadas las condiciones de tiro, lo más elemental y esencial para un soldado. Por eso fue una lucha tan desigual en la que, de todos modos, dimos todo lo que podíamos, todo lo que teníamos”.

SUBTITULO: Misión especial

“Con nuestro pelotón cumplimos una misión especial en un pequeño barco de aprovisionamiento, donde llevábamos las municiones que debíamos entregar en las distintas bases armadas para la defensa de las islas. Cuando podíamos dormíamos en cubierta sobre los mismos cajones que transportábamos. El fuego había comenzado el 25 de mayo, justo el día de nuestra Libertad, y el bombardeo se hizo mucho más intenso durante los tres días siguientes en Puerto Darwin, donde recibimos la orden de replegarnos para evitar el desembarco de soldados británicos que se trasladaban en un buque hospital y que pretendían hacerlo por la retaguardia. Desde nuestra posición, a una distancia de 5 a 6 kilómetros, los mantuvimos a distancia y evitamos que lo hicieran. Esta es una acción poco conocida en la historia de la guerra de Malvinas y mi deseo es que sea valorada”.

SUBTITULO: Rendición y encierro

“Nuestro próximo destino fue en un viejo galpón en la llanura de Puerto Darwin donde conocimos la noticia del cese del fuego porque nuestro país se había rendido. Luego de entregar las armas, los oficiales y suboficiales fuimos interrogados y después de varios días encerrados en terreno fuimos trasladados a un barco de bandera inglesa. La primera semana el trato resultó bastante agresivo, pero más tarde esa relación mejoró y se volvió más respetuosa. Un militar inglés del mismo rango tuvo el gesto de intercambiar su prevet –insignia- con la mía.

Al principio, nos daban de comer un caldo con lentejas o si no, fideos.  Cuando llegué a Malvinas pesaba 68 kilos, cuando regresé 45.

El momento más emotivo fue cuando después de largos días de incertidumbre por nuestro futuro una voz nos anunció en el barco donde nos encontrábamos prisioneros: “soldados argentinos, hoy nos vamos al continente, espero que el domingo vayan todos a misa”. Yo siempre había tenido fe, esperanza en que íbamos a volver y les pedía a mis soldados que oraran, que rezaran. A veces casi sin fuerzas y desalentados me respondían: “¿dónde está su Dios, cabo?”.

Desembarcamos en Montevideo y luego viajamos a Buenos Aires. Cuando llegamos, la superioridad nos ocultó, nos escondió. Todavía me pregunto por qué, ¿fuimos los culpables?”.

SUBTITULO: La Baja

“Al poco tiempo el ejército argentino me dio la baja, con el retiro obligatorio. Después, en todos estos años, lo más difícil fue la reinserción en la sociedad, en el ámbito laboral. Trabajé en la Municipalidad de Luján e intenté estudiar abogacía. Tengo algunos problemas de salud, sufro de insomnio, trastornos auditivos, vivo pesadillas. Aquella guerra es como un fantasma que siempre regresa. Igualmente siento un gran orgullo por mi entrega en las islas y además destaco y respeto a todos los que participaron, pero los verdaderos veteranos de guerra son aquellos que, como en mi caso, lucharon y enfrentaron a los ingleses en el campo de batalla. He sido reconocido y lo valoro porque tengo cuatro medallas de honor: una del Congreso de la Nación y las tres restantes de mi unidad de combate. Lo único que pido ahora es que así como existe la causa de los hijos de desaparecidos, que es muy noble y justa, exista también la causa de los hijos de Malvinas. Y la de las familias de aquellos que llegaron al suicidio porque nunca fueron escuchados”.

“Así como existe la causa de los hijos de desaparecidos, noble y justa, debe existir también la causa de los hijos de Malvinas. Y la de las familias de aquellos que llegaron al suicidio porque nunca fueron escuchados”.

3 Comentar este artculo

  1. Edelmiro Medera Dijo:

    Hola amigos y camaradas del Arma de Artillería, soy un egresado de la
    escuela de suboficiales sargento cabral del año 1980, quiero contactarme con amigos y camaradas y veteranos para poder encontrarme nuevamente con ustedes. Gracias. Vivo Actualmente en eldorado Misiones.

  2. Hugo Villarruel Dijo:

    Fui compañero de curso de GUIÑAZU también de EDELMIRO Estoy tratando de conectarme con los “cursos” de la promoción 1980 egresados de la CABRAL. Vivo en LONGCHAMPS BS AS CORDOBES SI LES SIRVE EL DATO POR FACEBOOK Hugo Villarruel un abrazo

  3. antonio Dijo:

    yo fui egresado de la escuela de suboficiales sargento cabral en 1982 como cabo necesito conectarme con algun camarada del arma de infanteria

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