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La vuelta de las huertas familiares

-y orgánicas-

Cultivar la propia huerta presupone el deseo de gozar una mejor calidad de vida basada, entre otros pilares, en un alimentación saludable, con productos frescos, obtenidos con el propio esfuerzo. Una actividad muy agradable, que implica el trabajo al aire libre y que, sumado a la satisfacción de haber logrado el propio alimento, no hacen más que hacernos grata la vida, aportando a nuestra salud mental, física y espiritual.

Por su parte, la producción orgánica –libre de químicos- tiene mucho que aportar a nuestra salud. Esto es ya, afortunadamente, una tendencia mundial. Está claro que la tierra puede darnos lo que necesitamos sin necesidad de recurrir a agroquímicos y abonos artificiales, por lo que si estamos pensando en la buena vida de nuestra familia sería interesante que pensáramos en este tipo  de producción.

En nuestro pueblo la mayoría de los vecinos goza de una porción de tierra dedicada al jardín. Pues bien no es mucho lo que se necesita para armar nuestra propia huerta, que por su parte, tampoco debe ser de grandes proporciones. Con unos pocos metros cuadrados es suficiente para brindar a la familia algunas verduras frescas durante todo el año.

Vaya en este sentido el ejemplo de nuestra vecina, Chola Slipak, quien mantiene la sana costumbre de cultivar su huerta, en un terreno junto a su casa.

Ayudada por sus colaboradoras Cecilia y Lili, Chola obtiene diariamente todo tipo de verduras, algunas frutas y aromáticas. Con la impronta de su nieto ecologista Ariel, quien diseñó la huerta y dicta los lineamientos que se deben guardar para mantenerla sana sin necesidad de recurrir a los agroquímicos, Chola mezcla lavandas y albahacas entre las verduras para mantener alejadas las plagas  y permite que las grandes arañas tigres tejan sus telas entre los zapallos con tal de que se encarguen de otros bichitos más perniciosos para sus verduras.

Por si fuera poco, los vecinos también se ven beneficiados con los vegetales frescos que Chola les regala. Así cuenta Chicha Franco, quien sabe disfrutar junto con su familia de los tomates cherrys que su generosa vecina le acerca.

Desde otro sentido, ya con intenciones comerciales, pero manteniendo la práctica de no usar agroquímicos, en el Vivero Las Lilas, Virginia Campini y su marido Guillermo, han comenzado desde fines del año pasado un emprendimiento que los tiene muy entusiasmados: la huerta orgánica, para surtir  a la población de Chacras.

Por estos días encontraremos allí tomates, berenjenas, lechugas y remolachas. Vale la pena acercarse hasta allí, canasto en mano, para disfrutar del placer de proveerse de la verdura recién cortada de su planta. Otro sabor, además de plenamente saludables. Esto, sin contar lo bello que resulta el paseo entre los surcos eligiendo lo que le va a echar a la olla.

2 Comentar este artculo

  1. Lila Dijo:

    Mi prima Chola lleva en su sangre lo heredado por nuestros abuelos rusos que se radicaron en San Carlos con fincas que eran una gloria

  2. Gabriela Dijo:

    Con mis estudios de biologia, no queria trabajar detras de un escritorio, y termine dedicando de lleno mi tiempo a mi pasatiempos preferido, convirtiendolo en un emprendimiento sustentable, para contagiar a la gente con las ganas de tener su propia huerta organica. Produzco semillas organicas de primera calidad , especies exoticas y traidas de bancos organicos del exterior y repoducidas en Buenos Aires por un par de anios antes de poner a la venta las semillas recolectadas. Por el momento dispongo de al menos 50 especies y llegando a 100 para fin de anio, agregando 100 mas cada anio. http://www.semillas-organicas.com.ar Que lindo que es transmitir vida y salud!

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