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Luis Rodríguez, el profe de todos

Personajes. Deportista, docente y escritor


Deportista, docente, escritor, investigador y científico, hizo de la educación física y su enseñanza un culto y una pasión. Autor de la Ley del Deporte en Mendoza y creador de la Escuela de Directores Técnicos de la Liga Mendocina de Fútbol, se convirtió en maestro de generaciones, formador de formadores y forjador de talentos.

Por José Félix Suárez.

Especial para Correveidile

Distinciones Recibió la Orden Libertador General San Martín, otorgada por la Legislatura de Mendoza; es socio honorario de la Sociedad Argentina de Evaluadores de la Salud; en su homenaje los XXIII Juegos Deportivos Universitarios llevan su nombre.

Casi a los 92 años de edad, que cumplirá el próximo 3 de abril, el muy querido profesor Luis Gidilberto Rodríguez Nievas continúa recibiendo las muestras de respeto y admiración que supo ganarse a lo largo de su extensa trayectoria deportiva de seis décadas y media. Así quedó demostrado días atrás cuando “El profe de todos”, también llamado “Profesor de profesores”, presentó su libro “La Actividad Física: Un  hábito saludable para toda la vida. Una actitud personal y social”.

Reconocido por su amplia tarea desde que en 1945 egresó con 9,49 de promedio como profesor de Educación Física de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo, los cientos de alumnos que pasaron por sus cátedras todavía lo identifican cariñosamente como “Tata viejo, Tata sabio”.

En sus comienzos en los años 40 fue el primer mendocino que practicó arquería, un deporte que dejó de practicarse en la Provincia por lo oneroso que resultaba traer las flechas desde Inglaterra. También hizo pesas y esgrima, y hasta se destacó en lucha greco-romana. En la Escuela de Comercio Martín Zapata, donde completó sus estudios secundarios, fue alumno, profesor, regente y vice-director. En los ‘60, cuando ya había comenzado a trabajar como preparador físico de fútbol, se perfeccionó en Europa cuando visitó distintos campos de entrenamiento en Alemania, Italia, Suiza, Francia y España. Una experiencia que lo enriqueció definitivamente, como siempre ha admitido, y que luego le permitió trabajar con éxito en clubes del prestigio de Gimnasia y Esgrima, Huracán Las Heras, Deportivo Guaymallén, Deportivo Maipú, Atlético Argentino y Andes Talleres. Se desempeñó además en básquetbol masculino y femenino, voleibol y rugby. En 1966 ocupó ese cargo en aquella Selección Argentina de Básquetbol que se conoció como “Los Cóndores” y que en Mendoza logró el título de Campeón Sudamericano al derrotar a Brasil apenas por un simple.

Rodríguez se destacó siempre por el apoyo que brindó a sus dirigidos y por la seriedad, rectitud y disciplina de su trabajo. Hizo de la exigencia una norma, una virtud permanente, un estilo de vida. Fue el primero que entrenó a un equipo de fútbol en un gimnasio cerrado, el “inventor” de los trabajos de preparación física con pelota

-Gimnasia y Esgrima, 1960- y el primero también que llevó a un equipo a realizar la pretemporada en la altura -Andes Talleres, 1969, en Vallecitos, a 3.900 metros de altitud-.

Es el autor de la Ley del Deporte en Mendoza y fue el creador de la Escuela de Directores Técnicos de la Liga Mendocina de Fútbol. Instauró además la actividad física obligatoria en todas las carreras de la UNCuyo cuando fue Director de Deportes de esa casa de estudios entre 1973 y 1976. Logró por otra parte que el título de profesor de esa facultad tuviera validez nacional.

Como “un acto de amor” calificó su discípula y entrañable amiga, Beatríz Barbera, la presentación de su nuevo libro realizada en los jardines del ristorante italiano Francisco Barbera de la calle Chile de Ciudad, donde el viejo, querido y eterno maestro se emocionó hasta las lágrimas ante las muestras de afecto que recibió.

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