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La nueva peluquería de Angelita y una anécdota singular del pasado

Algunos de sus mejores años los vivió Angelita en el antiguo “Barrio Chino”, al fondo. En ese brazo, misteriosamente tranquilo , de calle Italia, poco transitado en el ayer.

Disfrutó también de la Escuela Teresa O’Connor. La de los braseritos con carbón en aulas sin calefacción, en los terribles fríos invernales, ya casi olvidados, cuando tempranamente en marzo los bordes de las acequias amanecían con una gruesa capa de hielo.

Rememorando la ruralidad y la simpleza de vida de aquellos tiempos, se cuela, intrusa, una anécdota singular.

La sopa, a la hora del almuerzo, era una presencia diaria en la casa de Angelita.

Su papá no entendía la comida sin ella.

Por ello, su mamá preparaba una olla grande de caldo y normalmente la colocaba en el suelo para trajinar con más comodidad en la estrecha cocina

Aquel día la amiga de Angelita pasó a buscarla más temprano para ir juntas a la escuela.

Desafortunadamente no vió la olla y metió pie y pierna en el líquido caliente.

Al principio minimizaron el accidente y partieron a la escuela.

Muy pronto la quemadura se hizo sentir. Tuvieron que llamar al papá de la alumna para que la retirara y un médico la asistiera.

Al poco rato,  una engarilla grande  entró por la puerta principal, empujada por un preocupado papá.

Era transportista de materiales de construcción. Tenía carros tirados por mulas que acarreaban, ripio , arena, piedras.

La engarilla era la única herramienta que tenía en ese momento.

Casi nadie tenía auto en el pueblo, sólo bicicletas.

La engarilla ofició de elemento salvador y quedó en el recuerdo como símbolo de la construcción de utilidad aplicada a diferentes momentos de la vida.

Hoy hay luces acrílicas iluminando espejos y amplias ventanas que permiten al sol acariciar el interior de la nueva peluquería de Angelita.

Una carpintería de acero inoxidable contiene y afirma el presente.

Todo emana solidez, progreso, modernidad.

Cómodos asientos permiten disfrutar la calefacción central en inviernos no ya tan fríos.

El aire acondicionado promete bienestar en el verano.

Chacras ha crecido de pronto.

Pero obstinadamente el pueblo quiere conservar perfiles de antaño.

Esta obstinación es el espíritu mismo del lugar.

En la nueva peluquería señoras de la tercera edad se permiten el recuerdo.

El recuerdo, ese elixir mágico, que homenajea pasado con presente.

Por  Onelia Cobos

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