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Chile: la patria indignada

Por Nicolás Sosa Baccarelli[1]

La patria en tinieblasФ titula Neruda uno de los últimos capítulos de sus memorias. Allí relata aquella época en la que el poeta fue electo senador nacional y debió enfrentar tiempos difíciles. Diferentes a aquéllos, pero también arduos son los que corren hoy en esta patria recostada sobre el mar y celosa con justicia de sus salitrales, de su cobre y de su gente. Sufrido es su pueblo, como sufrida es Latinoamérica.

Con la consigna de Уeducación gratuita y accesible para todosФ, y continuando los reclamos que en  mayo y junio de 2006 debió enfrentar la gestión Bachelet, Chile lleva más de tres meses de manifestaciones ininterrumpidas. Esto ha representado la movilización masiva más importante que haya experimentado este país desde el retorno de la democracia en 1990. Parangonando otras experiencias similares vividas en Europa décadas atrás, algunos diarios europeos ya se refieren al Уinvierno chilenoФ. Ya cuentan un muerto, heridos, cientos de arrestados, destrozos, cacerolazos y protestas creativas e innovadoras tales como 1.800 horas de carrera alrededor de la Casa de la Moneda, jornadas maratónicas de besos, huelgas de hambre, y simbólicos УsuicidiosФ en masa, entre otras. Con esto, jóvenes, padres, hijos y abuelos chilenos han dejado en claro una cosa: están indignados.

Se reclama el acceso libre y gratuito a una educación digna. La educaciónЕ esa fórmula de la igualdad. Ese Уascensor que permite que la calidad de la cuna no siga siendo el mejor predictor de la calidad de la tumba”, afirma el presidente Piñera en un momento, para luego agregar en un tono grave pero casi como disculpándose que Уnada es gratis en esta vidaФ.

El Estado y la presencia de la banca privada para financiar la educación cumplen un papel clave en esta trampa del endeudamiento que representa la arista más descarnada de un  sistema educativo instaurado por la dictadura pinochetista, que ha perdurado hasta hoy.

УLos estudiantes reclaman con razón el progresivo deterioro de la educación pública, dentro de un sistema que favorece la educación privada, muchas veces sostenida por el propio Estado, en una educación excluyente y convertida muchas veces en una mercancía (Е) Resulta difícil de entender que los estudiantes universitarios y sus familias sean el soporte económico de las universidades públicas, en un aberrante sistema de autofinanciamientoФ, reza un comunicado, firmado por veinticinco prestigiosos académicos de distintas nacionalidades, encabezados por el famoso lingüista y filósofo norteamericano Noam Chomsky, en apoyo a las  movilizaciones estudiantiles, reafirmando que Уlos alumnos reclaman con razónФ.

La histórica movilización se ha enfrentado a la represión y la indiferencia de un gobierno ciegoЕ o con ojos entrecerrados. La posición de la Moneda ha sido errática y esquiva. Tras minimizar el conflicto ha ofrecido propuestas superficiales a un problema de fondo en una actitud que pone de manifiesto su escasa capacidad  para conducir el conflicto y la clara decisión de no avanzar hacia la reforma estructural que exige esta dramática situación.

Es que esta crisis no se soluciona con más becas (que financian sólo un porcentaje de la carrera) ni con mejores créditos a tasas de interés más bajos (que igualmente podría costarle a un graduado un 30% de sus sueldo o más quizá).

A esta altura de las circunstancias vale preguntarseЕ ¿Es la educación Уun bien de consumoФ como señaló el presidente Piñera, días atrás, o es quizá un derecho? ¿Debe dejarse  la educación en manos de las leyes del mercado, y la llave de acceso a ella en manos de los bancos? ¿Existe acaso para los fondos públicos un destino más saludable y prioritario que la educación? La respuesta a estos interrogantes vive días cruciales.

No estamos en presencia de una revuelta cualquiera como lo han pretendido algunos medios de prensa en coberturas sesgadas y voluntaristas. Existe algo más que un grupo de estudiantes inquietos que causan destrozos en la ciudad de Santiago como algunos han señalado. Aquí no sólo se disputa una reconstrucción del modelo educativo con las consecuentes reformas legislativas y financieras que esto exige, sino que se libra en profundidad una batalla de fuerte contenido simbólico y de capital trascendencia: la desconcentración del saber.  No hay fórmula más eficiente para perpetuar las relaciones de poder vigentes en un contexto socio- político determinado, que la de acumular y encapsular el saber. En la dinámica de difusión de saberes, la escuela como institución y fundamentalmente la Universidad, cumplen un rol cardinal. La lucha por el acceso a la educación es una lucha por la igualación de puntos de partida, que es, estamos seguros, la clave para construir sociedades más justas y menos dolorosas.

La educación no es, no puede ser jamás, un mero bien de consumo, y mucho menos un bien de lujo. La educación es y debe ser un derecho humano que exige consagración y protección constitucional. El modelo vigente en materia de educación en el vecino país, se encuentra reñido con los compromisos internacionales contraídos por el Estado chileno en materia de derechos humanos.

Siendo durante décadas un supuesto modelo de desarrollo a seguir dentro de la región, ha brotado como una peste la expresión más clara de que quizá lo que parecían aguas mansas ocultaba en su profundidad signos de descomposición.

La historia ha puesto a la gestión de Sebastián Piñera en una posición para nada fácil. Pero, como toda crisis, presenta un fértil reverso: es una oportunidad. Y, a poco que se medita, ésta es inmejorable. Está ahora en manos del gobierno canalizar la demanda social con miras a una reforma real y ser recordado por la historia por tal noble avance o seguir mirando al costado y contribuyendo al fortalecimiento de un preciado modelo de acumulación de capital financiero e intelectual que ya debe ser de una buena vez, superado.


[1] El autor es miembro de CILA (Centro de Estudios Interdisciplinarios para la Integración de América Latina, dependiente de la Universidad Nacional de Cuyo)

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Reunión y marcha en Uruguay en apoyo a los estudiantes chilenos

Luego de algunas discusiones de tinte político sobre la conveniencia o el desacierto de realizar un evento de tales características, se realizó finalmente el XVI Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes en la ciudad de Montevideo, días pasados. Unos cinco mil estudiantes de diferentes puntos de Latinoamérica y el Caribe se reunieron para debatir un tema de probada importancia: el presente y el futuro de la educación en América Latina en el contexto socio político actual. Las actividades fueron inauguradas por el presidente uruguayo José Mujica, quien se dirigió a los jóvenes en breves palabras desde el escenario montado en la céntrica Avenida 18 de Julio.

El evento incluyó conferencias y talleres sobre diferentes temas de interés de los asistentes, los cuales fueron dictados por profesores universitarios y especialistas de las diversas latitudes del continente que arribaron a la ciudad para participar del multitudinario acontecimiento.

Un hecho de especial relevancia: se organizó una marcha en apoyo al reclamo de los estudiantes chilenos que protagonizaron miles de personas transitando la ciudad de Montevideo en forma pacífica y ordenada con una consigna muy clara: Уla educación no se vende, se defiendeФ. El hecho tuvo una cobertura mediática escueta, mala y, en algunos casos, malintencionada.

Más allá de los prejuicios y las inexactitudes de la prensa, la reunión dejó en claro que la educación es un problema de todos y puso de relieve la solidaridad de los estudiantes latinoamericanos para con sus pares chilenos en tan dramáticos momentos./N.S.B.

1 Comentar este artculo

  1. Alejandro Gastón Civit Dijo:

    excelente publicación Nicolás.

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